Reincidencia forzada en los cerros porteños
A siete años del megaincendio arrecian tomas en zonas de riesgo producto de una crisis habitacional que no da tregua. Luis Álvarez, magíster en Urbanismo y académico del Instituto de Geografía de la PUCV, damnificado en el siniestro de 2014, afirma que "si bien la ciudad formal mejoró sus condiciones de acceso, los asentamientos informales se han masificado en zonas de alto riesgo".
Para numerosas familias de la parte alta de Valparaíso, el trágico incendio que en abril de 2014 consumió más de 3 mil viviendas sigue presente, pues aún no logran recuperar la seguridad de hogares permanentes. Es el caso de pobladores del sector El Vergel, que se mantienen en la incertidumbre. Para ellos, al drama vivido el día del siniestro se suma la prolongada espera con gestiones, visitas a terreno y promesas que no se cumplen.
Y entre las 76 familias hay algunos que ya no pueden esperar… Han fallecido. Esta situación de incertidumbre resulta mucho más grave con la amenaza presente de la pandemia que ataca a los sectores que viven en condición de mayor vulnerabilidad.
Por otro lado, tras el devastador incendio, que dejó 15 víctimas fatales, se han hecho inversiones importantes ascendentes, según el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, a US$ 510 millones, principalmente enfocadas a mitigar "defectos urbanos", esto es, el riesgoso emplazamiento, muchas veces irregular, de numerosas viviendas en la parte alta de la ciudad. Un 75% de ese presupuesto se destinó a obras urbanas para asegurar una mejor accesibilidad y evacuación ante posibles nuevos siniestros.
Para la seremi de la Vivienda, Evelyn Mansilla, "era indispensable contar con vías de evacuación para emergencias", lo que es cierto. Sin embargo, junto a vías adecuadas y redes de agua operables en la parte alta, es fundamental ocuparse de la calidad y ubicación de las viviendas, donde hay graves carencias.
Como acertadamente afirma Luis Álvarez, magíster en Urbanismo y académico del Instituto de Geografía de la PUCV, damnificado en el siniestro de 2014, "si bien la ciudad formal mejoró sus condiciones de acceso, los asentamientos informales se han masificado en zonas de alto riesgo… Hay áreas que se han quemado cinco veces, y por seguridad hay que sacarlos de ahí". Y termina con una frase para el bronce: "Pareciera que en Valparaíso, más que resilientes, somos reincidentes".
Es cierto, pero la reincidencia parte de una realidad de alcance nacional, como es el déficit de vivienda, que no es combatido con el ritmo que exige el crecimiento de la población.
Las tomas arrecian y parece fácil levantar precarias viviendas. Pero el problema está en el "dónde", pues improvisados asentamientos terminan convirtiéndose en definitivos, llenando de esperanzas a las familias. Pero basta una chispa, un acto irresponsable cualquiera, una mala instalación eléctrica o de gas, para que ese grupo de viviendas emplazadas en quebradas o laderas expuestas al viento ardan rápidamente. De poco sirven los buenos accesos si el emplazamiento de las casas no cumple estándares de seguridad.
¿Reincidencia, como afirma el profesor Álvarez? Es cierto, pero una reincidencia forzada por una crisis habitacional en permanente crecimiento.