Triviño, el Sherlock Holmes de Valparaíso
Un porteño típico, sin compromisos, que con sus permanentes observaciones sigue las huellas de esta ciudad patrimonial. Don Lautaro también da su coscacho a los porteños, pues "nuestra responsabilidad parte por no botar un papel a la calle, por mantener limpio nuestro entorno. Ese también es nuestro deber como vecinos".
Es el Sherlock Holmes de Valparaíso. Guardián alerta, vigilante, documentado y deductivo, Lautaro Triviño recorre las calles y visualmente va recogiendo y procesando información sobre el estado de cada rincón de la ciudad.
Observa lo que falta, lo que se ha perdido y lo que está deteriorado. Así, con conocimiento de causa en terreno, denuncia y contribuye a salvar lo que queda de la ciudad patrimonial.
Es un rotundo crítico de la gestión patrimonial, tanto de la municipalidad como del Consejo de Monumentos Nacionales. No se casa con nadie y sus precisas observaciones cubren un largo tiempo, con variadas administraciones.
Sostiene en entrevista con este Diario que desde que el casco histórico de Valparaíso fue declarado Patrimonio de la Humanidad, "la depredación del mismo ha sido mucho más rápida que de cuando no lo era". Paradoja. Una tremenda verdad que se fundamente en cifras: "De las mil ciento y tantas construcciones declaradas como inmuebles de conservación histórica están quedando 999. Todas tenían fichas de conservación y hay como 40 que tienen orden de demolición".
Afirma que "el Estado es garante de la preservación patrimonial y el municipio es el sostenedor. Esta es una ciudad con una extensa zona de conservación histórica. Yo también le tiro las orejas al Consejo de Monumentos, porque tampoco actúa. He hecho varias denuncias y no obtengo ninguna respuesta".
Insistiendo en el tema, afirma que la Dirección de Gestión Patrimonial debería ser disuelta o reestructurada… "no debería ser municipal, sino una institución público-privada sin fines de lucro".
Pero Triviño no solo dispara contra la estructura oficial, sino que también da su coscacho a los porteños, pues "nuestra responsabilidad parte por no botar un papel a la calle, por mantener limpio nuestro entorno. Ese también es nuestro deber como vecinos".
El olfato policial de Triviño permitió a la ciudad recuperar nada menos que una estatua que había sido robada desde un paseo público y que estaba formando parte de una colección privada cerca de Rancagua. Observación, documentación y peligrosa buena memoria.
Triviño ha padecido las penurias de un porteño típico. Interrupción de estudios, desempleo y un incendio que destruyó recuerdos familiares, libros y valiosa documentación. Solo la magia digital le permitió preservar el resultado de sus investigaciones.
Pese a la adversidad, continúa, sin compromisos, como luchador contra los molinos de viento y comparte su mirada crítica en fotografías que publica en páginas de este Diario para molestia de algunos que se han dado el trabajo de "funarlo" en redes sociales. "Estoy curtido y no me afectan estas cosas", sostiene.
Haciendo política ficción y pensando en tiempos mejores, en don Lautaro podríamos encontrar un gran alcalde de esos a los que "les duele Valparaíso".