Es el momento de modificar la lógica del iceberg político
"La última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) ha reflejado una desafección de la ciudadanía con la política que ya no nos extraña. Quienes hemos estado en instancias de decisión o aspiramos a ocupar cargos de elección popular tenemos la urgencia de proponer vías de salida para este complejo momento. Lo que viene ocurriendo hace años es fruto de la falta de atención a los problemas estructurales que arrastra Chile desde hace décadas y, que para un porcentaje mayoritario de la población, constituyen barreras insalvables para acceder a condiciones básicas para una vida digna.
La desigualdad, en sus múltiples formas, ha sido advertida, cada año, por organizaciones internacionales como la OCDE y la ONU, pero ni los gobiernos, ni el Congreso, ni los partidos políticos han sabido abordar el problema, ni mucho menos dimensionar la magnitud del malestar social que se viene gestando tras la imagen de un país supuestamente exitoso.
En ese escenario llegamos a octubre de 2019, siendo un país de promedios, en el que no se mira el real detalle: unos pocos con demasiado y la mayoría con demasiado poco.
El primer paso para salir de la crisis de confianza tiene que darlo la clase dirigente, asumiendo transversalmente el compromiso de atender las legítimas demandas que la ciudadanía ha puesto sobre la mesa. El proceso constituyente es clave para acometer la tarea de reimpulsar una agenda de cambios sociales. Fueron las personas las que salieron a la calle a reclamar los derechos no atendidos y los que, en un 80%, encontraron el cambio constitucional como la forma de encauzar sus necesidades.
Por eso es obligatorio hacernos cargo de salud, vivienda, pensiones y sueldos más dignos, pero también de erradicar la corrupción y las relaciones incestuosas entre negocios, drogas, nepotismo y política. Sin ser sinónimos, todos ellos han llevado al piso a la imagen de la clase política. La impunidad en las sanciones, los parentescos a la hora de designar a cargos con grandes sueldos o el alza indiscriminada de riqueza mientras las personas sufren una crisis histórica, son inaceptables en el país de mañana. No lo son hoy tampoco, pero quienes gobiernan, no han desarrollado los cambios para poner frenar esto. En la Nueva Constitución lo vamos a hacer.
En definitiva, la Carta Magna que redactaremos es el punto de quiebre para retomar un camino que nos permita enfocarnos en las personas, en sus urgencias y en los cambios que nos permitan avanzar hacia un país más justo, solidario, inclusivo y con una mirada de futuro común. Ahora sí, con instituciones públicas que generen cohesión y que, por fin, acabemos con el iceberg político que tenemos a la deriva, en el que vemos el 9% que todos rechazan, pero no al 90% que busca los cambios profundos en nuestra sociedad". 2
La impunidad en las sanciones o el alza indiscriminada de riqueza, son inaceptables en el país de mañana".
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