La voz de los rectores ante la Convención
Directivos de las universidades que integran el G9 plantean los desafíos país producto de la crisis social y sanitaria. Llaman a "trabajar por reconstruir la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Reconstruir el tejido social, la 'affectio societatis' y la integridad pública, en base al bien común desinteresado".
Los rectores de las universidades agrupadas en el G9 formularon una declaración que titulan "Desafíos país producto de la crisis social y sanitaria". Integran este grupo casas de estudios superiores privadas que por años vienen cumpliendo una importante función pública en el campo de la educación. Dos son de la Región de Valparaíso, las universidades Santa María y Católica. También integran este grupo la Universidad de Concepción y la Católica de Santiago junto a otros planteles de Temuco, Antofagasta, Valdivia y la Región del Maule.
Algunas tienen la condición de católicas y otras son laicas.
Así, estas universidades tienen una impronta transversal por sus conceptos fundacionales y también en su condición territorial, con presencia a lo largo del país.
En esta declaración los rectores llaman a "trabajar por reconstruir la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Reconstruir el tejido social, la "affectio societatis" y la integridad pública, en base al bien común desinteresado, es el único camino para alejar la desconfianza y la violencia, que hieren la convivencia y fraternidad de nuestra comunidad nacional". Agregan que "el proceso constituyente puede ser una enorme oportunidad de dar expresión a este diálogo amplio y solidario que necesitamos, una oportunidad para fortalecer el sistema democrático, dotándolo de las herramientas y legitimidad que permitan hacerse cargo de los conflictos sociales en forma orgánica, reconstituyendo el espacio de nuestra convivencia democrática y resolución de nuestras justas diferencias".
Cierran su declaración los académicos afirmando que "los desafíos requieren más que nunca de nuevos consensos, colaboración, generosidad y solidaridad".
Este documento representa una aspiración sin duda generalizada, pero el problema comienza cuando algunos sectores quitan valor al consenso y se quedan más en las consignas que en la importancia de los acuerdos, como si fueran una traición, una "cocina", como se califican peyorativamente resoluciones que son una expresión de convivencia, donde se buscan avances para fortalecer el sistema democrático, como lo postulan los rectores.
La tarea de formular una nueva Constitución es compleja pero exige consensos convocantes y unitarios que den solidez y permitan sobre bases comunes validar las instituciones acogiendo y garantizando las demandas ciudadanas.
De los constituyentes se espera apertura, sensatez y más que nada olvidar esa mirada que ve un enemigo en quien piensa diferente. La preferencia ciudadana por una Convención Constitucional fue un claro rechazo a la política cerrada, lejana y de eternas divisiones que no ha sido capaz de identificar con altura los desafíos pasados y actuales derivados de la crisis social y sanitaria de que hablan los rectores.