Las ausencias en la Cuenta Presidencial
Ante un aforo reducido debido a la pandemia, el Presidente Sebastián Piñera rindió cuenta de su gestión y la proyección de su Gobierno. Es desalentador ver la facilidad con la cual caen en el olvido iniciativas que generan altas expectativas regionales, como la licitación del tren rápido entre Santiago y Valparaíso.
La Cuenta Pública de ayer en Valparaíso fue un claro ejemplo de cómo ha cambiado el país en los últimos 20 meses. El tono de los anuncios hechos por el Presidente Sebastián Piñera se alejó de la larga letanía sobre obras que caracterizaba años anteriores, para concentrarse en los problemas urgentes del país, gatillados o puestos sobre la mesa por la crisis sanitaria, el estallido social y los desafíos constitucionales, además de aquellos temas que están siempre presentes -seguridad y protección a la infancia- y un anuncio que sorprendió a su propia coalición al promover el matrimonio igualitario.
Salvo por el extenso capítulo dedicado a La Araucanía, las regiones en general estuvieron casi ausentes y no hubo una aproximación detallada a sus necesidades ni anuncios sobre aquellas soluciones que esperan hace años. En contraste con lo ocurrido el 1 de junio de 2019, la Región de Valparaíso no fue mencionada ayer y con ello el Gobierno perdió la oportunidad de dar un reporte sobre qué pasa con los megaproyectos puestos en marcha hace apenas dos años, como el tren rápido a Santiago, la red de embalses para enfrentar la sequía, la modernización de los aeropuertos o la apertura de nuevas casas de acogida para menores en situación de vulnerabilidad.
Entre líneas, Valparaíso aparece implícito cuando el Presidente pide al Congreso la aprobación de la nueva Ley de Patrimonio o cuando solicita acelerar los proyectos asociados a la Agenda de Seguridad, que tiene un fuerte énfasis en el combate del narcotráfico, un problema que los vecinos reviven cada noche que escuchan balaceras o ven fuegos artificiales.
Tampoco la descentralización tuvo un rol destacado, lo que llama la atención ad portas de que asuman los nuevos gobernadores regionales, quizás el cambio más radical en proceso para desanclar la gestión concreta de las regiones de ese monstruo acaparador de todas las decisiones que es Santiago. Todas estas son omisiones comprensibles por el contexto que precedió la Cuenta Pública y por el desgaste de un Gobierno que no puede tomar muchos riesgos y menos plantear propuestas cuyo horizonte se extienda más allá de marzo de 2022. Sin embargo, es desalentador ver la facilidad con la cual caen en el olvido iniciativas que generan altas expectativas regionales -incluso el senador Ricardo Lagos Weber se preguntaba ayer en Twitter por el tren rápido- y el Presidente desperdició la opción de hacer un guiño a la comuna que acoge su discurso ante el Congreso desde el retorno de la democracia.
De allí surge una reflexión sobre el futuro de esta tradición republicana, que para Valparaíso suele ser sinónimo de marchas y desmanes, antes que de buenas noticias. Pero esa respuesta ya queda en manos de un próximo mandato o, quizás, de una nueva Constitución.