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Programa de Lavín propone sueldo mínimo de $ 500 mil

PRESIDENCIALES. Carta gremialista presentó hoja de ruta que incluye fortalecimiento de empleo, salud y pensiones, manteniendo las AFP. El costo es de US$25 mil millones.
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Redacción

Un programa de gobierno dinámico, que "después será complementado con el aporte del resto de los candidatos cuando ya hayan terminado las primarias de Chile Vamos" -según afirmó en su lanzamiento-, presentó ayer el candidato presidencial de la UDI y aún alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín.

La hoja de ruta del abanderado gremialista plantea diversos ejes, en materia de educación, medioambiente, empleo y pensiones, entre otras, decantando principalmente hacia una agenda social con un renovado enfoque, según explicó, que asegure menor gasto "en burocracia y más en transferencias directas, que establezca pisos mínimos, potencie a la familia, los barrios y las comunidades".

En la presentación, Lavín señaló que el país hoy "necesita un proyecto político que logre, simultáneamente, cambios sociales profundos, en paz y tranquilidad, y con trabajo y oportunidades".

SUELDO MÍNIMO

El presidenciable UDI puso énfasis en la recuperación de un millón de empleos que se han perdido en el marco de la crisis sanitaria. A ello irá aparejado "un gran plan de infraestructura y un impulso decidido al emprendimiento".

Además, añadió que en su gobierno se garantizará un ingreso mínimo de $500 mil para cada trabajador. "En el caso de las empresas grandes, esto se hará a través del sueldo mínimo y en el caso de las pymes, al sueldo mínimo el Estado le entregará un suplemento que le permita el ingreso mínimo de $500 mil", explicó.

También mencionó un ingreso básico universal gradual y un bono de $300 mil para mujeres embarazadas.

Partidario de mantener el sistema de AFP y contrario a una "nacionalización" de los fondos, Lavín planteó aumentar la pensión a $250.000 para mayores de 80 años y un piso de $177.000 para al 60% más vulnerable de la población.

En Educación planteó finalizar con la "tómbola" y garantizar el derecho de los padres a elegir donde estudiarán sus hijos; y además que los deudores del CAE retribuyan su deuda prestando servicio en municipios o en el Estado.

El plan de Lavín, de 25 mil millones de dólares, se financiaría con crecimiento económico, el precio del cobre, endeudamiento público y más impuestos. Apuesta por duplicar el Fondo Común Municipal hasta llegar al 30% del presupuesto público, tres veces lo que hoy llega a los municipios.

El candidato de la UDI también planteó un "gabinete de integración social", paritario en género y también en procedencia de regiones en relación con Santiago, y con 1/3 de egresados de cada sistema educativo: particular; subvencionado; y público.

Desde La Moneda a exministros critican programan de Daniel Jadue

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Luego que el candidato del PC, Daniel Jadue, lanzara su programa presidencial, el mundo político reaccionó a sus propuestas. Desde La Moneda, el titular de Segpres, Juan José Ossa, señaló que "nos parece muy malo, pero nos parece un reflejo bastante fiel, no sé si totalmente sincero, de lo que se busca en el PC". El presidenciable de Evópoli, Ignacio Briones, indicó que "Daniel Jadue reivindica saltarse las reglas, da recetas mágicas y cree que la justicia social es posible sin desarrollo económico". En tanto, el exministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, añadió que la idea de terminar con las AFP es un "gustito ideológico".

Carlos Peña

El retorno de la Decé

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De todo lo que acaba de ocurrir con la elección de gobernadores -la baja votación, el estrepitoso fracaso de la derecha, la frustración del Frente Amplio- quizá lo más relevante para el tiempo que viene sea el buen resultado que obtuvo la Democracia Cristiana.

Como el tiempo en política corre rápido -y el olvido, o la imitación del olvido también- ya casi nadie quiere recordar que hace apenas unas semanas la DC era un partido al que sus viejos aliados abandonaban. El PS y el PPD habían decidido ir a primarias con el Partido Comunista y el Frente Amplio, desechando la alianza con la que gobernaron desde la transición en adelante.

Pero ahí tiene usted. Apenas pocas semanas más tarde los líderes que habían decidido empujarla por la borda, visitaban la sede del Partido Demócrata Cristiano para felicitar su buen desempeño electoral.

Ese saludo puede ser un signo que la DC tiene hoy la oportunidad de recuperar un papel que es clave en el sistema político. Y que en el Chile contemporáneo está vacío.

Se trata del centro.

Si algo enseña la historia política del siglo XX chileno, es cuán importante es el centro. Durante toda la vigencia de la Constitución del 25 (se la llama así a pesar de que su vigencia efectiva comenzó el 32) siempre gobernó el centro, a veces aliado con la derecha y otras veces con la izquierda. Solo una vez ganó la derecha (con Alessandri) y una vez la izquierda (con Allende). Durante un largo periodo de cuarenta años el sistema político se estabilizó gracias al papel de mediador que cumplió el centro. La democracia chilena (conjeturó Arturo Valenzuela en un famoso ensayo) se vino al suelo cuando el centro quedó vacío, sin nadie que moderara los intereses más extremos de la estructura social.

Por supuesto hay muchas formas de desempeñarse como el centro político.

Una de ellas consiste en definirse como una tercera vía entre dos extremos. Este fue el caso de la Democracia Cristiana de los sesenta cuando optó por el camino propio, la tercera vía entre el capitalismo y el comunismo. Pero hoy día en que el comunismo no existe, esa definición carece de todo sentido. La otra consiste en ser una fuerza moderadora, una fuerza reformista, una fuerza que sin abandonar el horizonte de cambios recuerda a sus aliados una y otra vez que en política hay que dar un paso cada vez, que el respeto a las instituciones y las formas es fundamental y que la esfera pública posee un límite invisible que se llama cultura al que hay que atender a la hora de las reformas. Por eso tuvo algo de razón Claudio Orrego cuando refiriéndose a su triunfo en la región metropolitana, dijo que la ciudadanía había elegido entre dos formas opuestas de hacer política. Y es que una fuerza de centro aporta a la izquierda un sentido de realidad del que el aliento utópico -que en el caso de la izquierda es una huida de su propia obra de treinta años- suele carecer.

Hoy día la DC -apenas hace unas semanas un partido que a socialistas y pepedés les parecía de apestados- está en una actitud de espera que es una forma sobria de manifestar que, a pesar de las apariencias, no olvida que apenas ayer los mismos que hoy la abrazan habían decidido abandonarla.

No pasará mucho antes que la DC nomine a su propia candidata -será sin duda Yasna Provoste; pero lo más relevante no será ese nombre sino el lugar que la DC reclame para sí, mediante sus ideas y sus actos, en el sistema político.

Después de todo, la existencia de un centro al que allegarse, es por definición indispensable para que exista la centroizquierda. Y para que al menos por efecto de demostración se empiece a construir también una centroderecha.

"La DC tiene hoy la oportunidad de recuperar un papel que, a la luz de la historia política del siglo XX, es clave en el sistema político. Y ese papel en el Chile contemporáneo está hoy vacío.