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LA PELOTA NO SE MANCHA

Estamos rodeados de viejos rockeros

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Por esos antecedentes, cuando se conoció su designación como reemplazante de Reinaldo Rueda al mando de la Roja, en muchos se renovó la esperanza. A decir verdad, la vara que había dejado el colombiano había quedado muy baja y quien llegara encendería la ilusión. Y Machete, con su discurso tan particular, supo aprovechar esa coyuntura.

Pero más allá de sus palabras y discursos, muchos de los cuales se los lleva el viento como aquel de la mixtura en Copa América, ¿se puede creer en esta Selección de Lasarte? Siendo muy positivos, sí. En primer lugar, porque no se ha perdido bajo su mandato, incluso enfrentando en dos ocasiones a Argentina. El problema es que el resto de los compromisos fueron ante Bolivia, el peor combinado de esta parte del mundo. En segundo lugar, y esto es reconocido por los propios jugadores, el equipo recuperó la memoria y volvió a ser esa fuerza colectiva que supo llegar a lo más alto en Sudamérica. En otros términos, la Roja volvió a ser competitiva con los viejos rockeros, algo que se extravió con Rueda. Y tercero, se recuperaron hombres fundamentales, que por diversas razones el colombiano ninguneó como Eugenio Mena y Eduardo Vargas, además de insertar a Pablo Galdames y al "gringo" Ben Brereton, haciendo olvidar al tan olvidable Niklas Castro.

¿Basta con esto para soñar con pelear la Copa América? Sacando a Brasil, no parece haber otro rival que sea a priori muy superior a Chile. Y con algo de fortuna en los cruces se puede llegar a fases finales. ¿Se puede pensar en un último milagro de la Generación Dorada y llegar a Qatar 2022? Aquí está el problema. No parece tan simple. Y ahí está el mayor desafío para Machete. De hecho, para eso se lo trajo. Él mismo miró en principio la Copa América como un banco de pruebas y los propios jugadores lo convencieron de ir con lo mejor. Pero más allá de sentirse respaldado por sus dirigidos, lo cierto es que la edad de los referentes y el poco recambio, sumado a la pobre cosecha de puntos en las clasificatorias, hacen que el camino esté más empinado que nunca.

Está claro que sumar victorias en la Copa América y volver a situarse entre los mejores, le dará un golpe de crédito a Lasarte. Pero a no desviar la atención porque su principal misión es llevar de vuelta a la Roja a una cita mundialista. Y, a la larga, de poco servirá un éxito continental si no se consiguen los pasajes a Qatar. Si no, que lo diga Juan Antonio Pizzi, que por querer ganar todas las Copas donde participaba Chile, se olvidó del descanso que necesitaban los jugadores, y se quedó afuera de Rusia. Por lo pronto, Machete no parece haber tomado nota de esa lección porque hasta ahora parece estar decidido a estrujar la última gota de esfuerzo de los referentes. De su famosa mixtura, nunca más se supo. Ojalá ello no nos cueste caro.

Si hay algo que siempre destacó a Martín Lasarte desde que aterrizó por primera vez en Chile para dirigir en nuestro fútbol, a mediados de 2012, fue su manera de declarar ante la prensa. Su forma de endulzar los oídos de los hinchas y los periodistas le valió un lugar entre los técnicos a los cuales se les tenía aprecio. Incluso pese a practicar un fútbol a contracorriente de lo que reclamaba el medio en general, tan alejado del dogma bielsista y privilegiando siempre el equilibrio por sobre el riesgo, el charrúa caía en gracia por su forma de ser.

por cristián caamaño,

comentarista de espn

y radio agricultura

Queremos tanto a Ben

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Insisto en tratar de abordar en profundidad el efecto Ben Brereton en nuestro país, tratando de evitar algunos lugares comunes y obviedades. Mi intención es hacer un análisis histórico de este fenómeno aunque, en realidad, no tenga importancia alguna.

Las raíces del efecto Brereton se remontan a los orígenes del fútbol en Chile. Hay que recordar que este deporte llegó en barco a las costas de Valparaíso por los antepasados paternos del espigado jugador del Blackburn Rovers.

Aunque al comienzo los chilenos pensaban que los británicos se habían vuelto locos tratando de pillar una pelota en los escasos espacios planos del puerto, poco a poco le fueron tomando el gusto a este deporte, en detrimento de otros, como el tenis, el rugby y el golf.

La influencia inglesa queda testimoniada en los nombres de los primeros clubes de fútbol chileno y cuyas huellas todavía se observan en algunos equipos como Wanderers, Everton, Rangers, por nombrar algunos, como también por ciertos términos que sobreviven al español como el corner, off side, lineman, etc.

A modo de ejemplo, era tanta la influencia que tenían los ingleses en nuestro país que se privilegió el consumo del té por el del mate, copiándoles. Los británicos consideraban insalubre andar pasándose una bombilla y no dejaban de tener razón. En 2017 los jugadores de Wanderers se contagiaron de paperas por compartir el mate con sus colegas argentinos y, el año pasado, ocurrió algo similar en la Universidad de Chile con el contagio de coronavirus.

A medida que fue pasando el tiempo, la presencia inglesa se fue diluyendo. Sus refuerzos en los equipos chilenos fueron cada vez menos, influenciada también, porque muchos de estos players fueron a pelear a la Gran Guerra.

Su prestancia, puntualidad y rectitud, aunque no necesariamente calzaban con la realidad, nos llevaron a autodenominarnos los ingleses de Sudamérica, pese a que, en la práctica, ni uno ni otro era portador de todas aquellas virtudes.

De ahí que cada vez más, Chile siempre ha mirado con bastante interés a la gran isla. Aunque a los argentinos les irrite, el apoyo brindado a su fuerza durante la Guerra de las Malvinas era un tema de supervivencia, el siguiente paso tras las Falkland eran las islas chilenas.

La detención de Pinochet en Londres también marcó a fuego la relación. Aquel hombre que parecía intocable debió sufrir, por primera vez, el rigor de una justicia que de verdad parecía ser ciega y no hacer distinciones entre presidentes, dictadores y ciudadanos de a pie.

Sumemos el gusto por el té, el gol de Jorge Robledo para el Newcastle dibujado por John Lennon en uno de sus discos, los goles de Salas en Wembley, Lady Di, la facha de Beckham, las Spice Girls, el Leeds de Bielsa, la serie The Crown y otras trivialidades.

Brereton es el familiar que viene de afuera, al que le enseñamos garabatos haciéndole creer que son palabras reales , lo obligamos a tomarse una piscola al seco y lo único que quiere es que lo inviten a jugar fútbol para demostrar que es entusiasta y no es tan malo.

Sin embargo, la verdadera razón porque disfrutamos con este debut goleador es porque el flamante centrodelantero de Chile representa el sueño de todos los futboleros que alguna vez soñamos con pasar de ser un desconocido a jugar por la Selección y hacer un gol en el debut como titular. Aire nuevo en un equipo que parece una tribu guerrera, con todos esos peinados y tatuajes, pero en el que recibieron a Brereton con los brazos abiertos, los mismos que lo abrazaron como uno más, luego de su primer gol.

por winston