Veinticinco de las 38 comunas de la Región de Valparaíso debieron sufrir la postergación de sus traspasos oficiales de poder debido al retraso del Tribunal Electoral Regional (TER) en la calificación y entrega de las respectivas sentencias de proclamación para la certificación de los alcaldes y concejales que se impusieron en las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo. A causa de ello, se sucedieron los telefonazos desde los municipios durante el fin de semana para intentar dilucidar qué harían con las ceremonias programadas para el lunes 28 sin incumplir la Ley Orgánica de Votaciones Populares y Escrutinios y la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades. Al final del día, sin claridad respecto de si llegarían las mentadas actas, muchas de las autoridades entrantes optaron por meras ceremonias simbólicas; otras, sencillamente, las suspendieron, criticando tras ello en duros términos el traspié del organismo. Incluso el diputado DC Daniel Verdessi exigió la renuncia del presidente del cuerpo colegiado, Max Cancino, ministro de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, acusando "falta de prolijidad y dedicación" y rotulando el hecho como "un agravio para la democracia".

La respuesta del TER se basó en la recarga de trabajo y la dedicación "de manera ininterrumpida desde el 19 de mayo de 2021, incluyendo sábados, domingos y festivos", el elevado número de comunas, las reclamaciones que obligaron a la apertura de las urnas de votación en ciudades como Quilpué y Papudo, los estrechos tiempos para el procesamiento de cuatro elecciones simultáneas y la exigencia de aforos que impiden el trabajo presencial de buena parte de sus empleados. Junto con ello, y en una curiosa interpretación que luego sería discutida por la Mesa del Frente Amplio, el TER explica que "resulta evidente que el cargo de alcalde debe ser proclamado conjuntamente con el cargo de concejal, siendo precisamente este último en el que se han presentado las mayores dificultades (...)".

La relevancia del TER en la Región ha sido mayúscula durante el último tiempo, las más de las veces por su rol en acusaciones por notable abandono de deberes, principalmente la de Virginia Reginato en Viña del Mar, descartada en marzo de este año; la destitución de Patricio Freire en San Felipe, revertida posteriormente por el Tricel meses más tarde; la de Gustavo Valdenegro, en Petorca, y la del propio alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, cuya resolución no se ve tan pronta, pero que bien podría interpretarse como condicionada por los duros embates hacia Cancino y los dos miembros titulares, Felipe Caballero y Hugo Fuenzalida, sus miembros suplentes, el secretario relator, oficial primero y oficial de sala.

¿Será correcto caer en el enjuiciamiento de los jueces?

En estos días celebramos el aniversario del evento cósmico más violento que vivió la humanidad desde hace milenios. Ocurrió el 30 de junio de 1908, en Rusia, en un lugar remoto de Siberia llamado "Tunguska". Una explosión en la atmósfera alta creó una onda de choque y de calor que destruyó bosques por más de 2.000 kilómetros cuadrados en una región poco poblada. Hubo grandes daños en la naturaleza, pero muy pocas víctimas humanas.

Aparentemente, un asteroide entró en la atmósfera terrestre y se desintegró a una altitud de 5 a 10 kilómetros sin haber golpeado la superficie de la Tierra. El tamaño del intruso fue estimado entre 50 y 190 metros, liberando una energía mil veces mayor que la bomba atómica de Hiroshima. Tunguska es el mayor evento de impacto cósmico en la Tierra, registrado en la historia de los últimos 6.000 años, aunque se han producido impactos mucho mayores en tiempos prehistóricos.

Una explosión de esta magnitud sería capaz de destruir una gran área metropolitana, causando millones de muertos y daños incalculables. Si la zona de Tunguska hubiese estado más poblada, el impacto hubiera sido una de las noticias más difundidas del siglo XX. Nuestra civilización tuvo mucha suerte en el año 1908. ¿Cuáles son las perspectivas en el futuro? ¿Podría pasar de nuevo?

Se estima que existen unos dos millones de asteroides con un diámetro mayor de un kilómetro, pero juntos suman solo 4% de la masa de nuestra Luna. La gran mayoría de ellos se encuentran en el "cinturón principal de asteroides" entre Marte y Júpiter, siempre lejos de la Tierra. Sin embargo, hay unos 25 mil ejemplares que podrían cruzar ocasionalmente la órbita de la Tierra, siendo, entonces, un peligro potencial.

Para más de 14 mil de ellos se determinó su órbita precisa; estos cálculos aseguran que ningún asteroide conocido chocará con la Tierra en los próximos ~ 40 años. El énfasis es en la palabra "conocido", porque hoy en día, durante búsquedas sistemáticas, encontramos casi siempre solo asteroides nuevos con diámetros menores de un kilómetro. La mayoría de los ejemplares grandes ya los conocemos muy bien. Por supuesto, hay millones más pequeños, como el intruso de Tunguska, y se debe hacer un esfuerzo para completar el registro de ellos.

Hay un consuelo: lo que le pasó a los dinosaurios hace 65 millones de años, no nos pasará en las próximas décadas venideras, porque fue un cuerpo de unos 15 kilómetros que causó la extinción masiva de entonces y ahora estamos monitoreando las órbitas de todos los asteroides de este tamaño. Ninguno de ellos está tomando rumbo a un choque con la Tierra. Por otro lado: un pequeño cuerpo desconocido de un tamaño menor de 1 km podría impactar en cualquier momento y en cualquier sitio, con consecuencias fatales para los desafortunados que se encuentran a deshora en el lugar afectado. En todo caso, no causará el fin de la civilización humana ni una extinción masiva de seres vivos. Y finalmente, para cualquier persona la probabilidad de morir por un accidente de carretera o de avión es varios miles de veces mayor que una muerte por un impacto cósmico. ¿No es esto otro consuelo?