La Pantomima
Una de las acepciones de la palabra pantomima es: "Farsa, acción que pretende hacer creer algo que no es verdad". Pues, bien: eso es precisamente lo que montó la extrema izquierda en la calle y al interior del ex Congreso el domingo recién pasado con motivo de la ceremonia de instalación de la Convención Constituyente.
Se trató de una comedia para hacer creer al país que existen presos políticos que hay que liberar; violaciones a los derechos humanos de quienes fueron y han sido legítimamente reprimidos y detenidos en los actos de violencia demencial a los que, sin piedad, han sometido al país y su población a partir del 18 de octubre de 2019; para convertir en víctimas a los victimarios de la calle y La Araucanía y presentarlos como mártires de una causa revolucionaria; y para desprestigiar a la autoridad y policías que cumplieron con su deber en defensa de nosotros los ciudadanos y así tener la cancha libre para volver a agredirnos, ahora con motivo del proceso constituyente en marcha.
Y la representación fue con "bombos y platillos". En la calle marchas, discursos, carteles, banderas coloridas y la consiguiente violencia desatada para provocar la necesaria intervención de Carabineros que les permitiera luego acusar de represión. Ya al interior de la Convención continuó la puesta en escena con la manida consigna de los derechos humanos, una inventada represión de manifestantes a las afuera del recinto, la exigencia de liberación de los inexistentes "presos políticos", el grito de consignas de viejo y nuevo cuño y un minuto de silencio para recordar a los que quisieron recordar y olvidar a las víctimas del terrorismo callejero y de La Araucanía; para culminar con el anuncio de una declaración que excede con largueza sus atribuciones.
El objetivo declarado se cumplió plenamente: "rodear la Convención para seguir ejerciendo presión de nuestras demandas" y el mensaje se sintió claro y potente: Por la fuerza nos harán caso, no importa lo que ustedes piensen, tendrán que hacer lo que nosotros queramos, y si no aceptan, aquí estamos con la violencia sobre vosotros.
Como se aprecia: el matonaje convertido en método de acción política y forma de amedrentamiento sobre los constituyentes para someterlos, y sobre el país para someternos.
Las preguntas que surgen, luego del espectáculo al que hemos asistido, son varias: ¿puede funcionar un órgano constituyente bajo la presión de la violencia y el miedo? ¿Serán entonces legítimas sus conclusiones? ¿Tendrán los constituyentes la fuerza moral suficiente para no sucumbir y entregarse a los designios de sus verdugos? ¿Podrá y tendrá la autoridad la fortaleza para enfrentar esta asonada revolucionaria o claudicará en su deber, dejando al país y sus ciudadanos sin defensa y entregados a su propia suerte?
Pero las preguntas más acuciantes no están referidas al tenor de los hechos que hemos presenciado ni al rol de las autoridades que nos gobiernan, las preguntas están referidas a nosotros mismos y nuestra percepción de la gigantesca pantomima montada por la extrema izquierda estos dos últimos años en su camino al poder: ¿Tenemos los chilenos la capacidad de entender lo que está pasando, o la farsa y su relato nos ha obnubilado la mente y el temor nuestra posibilidad de reaccionar? Y si comprendemos a cabalidad el peligro totalitario que se cierne sobre nosotros, ¿tendremos la valentía de salir una vez más en defensa de nuestra Patria, o la comedia bien montada nos ha hundido en la confusión y el miedo?
A veces, como tantos, me pierdo en el quehacer diario y mis clases, la familia o la lectura me dan algo así como un bálsamo para seguir el día a día.
Pero al levantar la vista y contemplar la pantomima, su comparsa, su violencia y su bien montado relato, y un país que parece aletargado en la pandemia y el consumo, mi espíritu se inquieta y ruego por estar equivocado al presentir que se vienen horas muy difíciles para nuestro país.
Por Francisco Bartolucci Johnston,
abogado