Mujeres y regiones en proceso constitucional
La presidenta mapuche y el vicepresidente porteño son figuras decisivas en la tarea de formular el proyecto de la nueva Carta Magna. Se deben escuchar muchas voces de personas y organizaciones y también de las regiones, quizás sesionando a lo largo del país, además de tener presente experiencias nacionales e internacionales.
La presencia regional y de la mujer fueron notas dominantes en la primera sesión de la Convención Constitucional. Sus principales directivos representan, cada uno de acuerdo a su condición, a las regiones. Elisa Loncón, elegida presidenta, destacada académica, pertenece al mundo mapuche, centrado en la Araucanía, pero con presencia en todo el país. Jaime Bassa, vicepresidente, es destacado profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valparaíso, una de las más importantes del país.
En la partida de la Convención se debe aplaudir el rol de otra mujer, Carmen Gloria Valladares, secretaria relatora del Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel), quien con notable tino y energía pudo sacar adelante la sesión inaugural en medio de tensiones y de quienes buscaban, desde las calles y desde el interior del Congreso, alterar el trascendental proceso.
Es cierto que los directivos elegidos tienen posiciones políticas definidas, pero es cierto, también, que en sus importantes funciones deben asumir una posición de imparcialidad que otorgue garantías a todos los sectores, respetando reglas previamente establecidas, para realizar un trabajo serio y ordenado que será seguido con atención y con mirada crítica por la ciudadanía.
Vienen por delante días duros de trabajo, donde estarán presentes aportes y demandas ciudadanas y también repetidas consignas como aquella de "los 30 años" o de "los presos políticos", pero no pueden olvidar los convencionales que su tarea es formular un proyecto de Carta Magna amigable, convocante y con sentido común, dejando de lado los temas contingentes sobre los cuales no tienen atribuciones y que dificultan el diálogo y los acuerdos.
Por otra parte, no se debe esperar que la nueva Constitución sea un catálogo de derechos, creando expectativas que no se pueden cumplir, lo que, finalmente, conduce a la frustración y al desencanto de la ciudadanía. En ese sentido, resulta precipitado el propósito de "refundar Chile" y "cambiar la historia de este país", expresado por la flamante presidenta Loncón en la primera sesión de la Convención.
El trabajo de los 155 integrantes de la Convención Constitucional, con un plazo máximo de 12 meses, es elaborar un proyecto de Carta Fundamental que podrá ser aprobado o rechazado por la ciudadanía en votación con sufragio obligatorio. En esa tarea se deben escuchar muchas voces de personas y de organizaciones y también de las regiones, quizás sesionando a lo largo del país, además de tener presente experiencias constitucionales nacionales e internacionales.
En su etapa final, el resultado del trabajo de la Convención Constitucional, que será sometido a la consideración popular, debe ser una propuesta que responda al sentir y a las demandas de la gran mayoría de los chilenos, un instrumento que ponga en primer lugar los encuentros y evite las confrontaciones que fracturan la sociedad.