Preocupante alza de pobreza en la Región
La última Encuesta Casen muestra un duro retroceso en la lucha por la erradicación de la pobreza en ingresos y la pobreza extrema. Aun cuando Chile ha resistido la crisis de mejor forma que sus vecinos, la reactivación de la economía es una de las principales urgencias sociales y así debe ser priorizada en los convulsos tiempos que vive el país.
La última Encuesta de Caracterización Socio Económica (Casen) en Pandemia 2020, elaborada por el Observatorio Laboral del Ministerio de Desarrollo Social y Familia (Mideso), entregó anteayer los resultados de sus estudios del devastador impacto causado por la emergencia sanitaria en la sociedad chilena, los cuales arrojaron un retroceso de cinco años en la reducción de la pobreza.
De acuerdo con sus expertos, el índice de pobreza por ingresos en la Región de Valparaíso (por debajo de los $ 172 mil mensuales) llegó a la friolera de 11,3%, un alza de casi el 60% respecto de la última medición del año 2017 (7,1%) y medio punto por sobre la media nacional, que esta vez marcó un también triste 10,8%.
De la misma forma, la pobreza extrema en la zona (con ingresos mensuales por debajo de los $117 mil) alcanzó el 4,9%, más de tres puntos por encima de 2017 (1,6%) y 0,6 puntos por sobre la media país (4,3%).
Una preocupante alerta fue levantada por el académico de la Universidad de Valparaíso, José Irrazabal, para quien el indicador real debe ser incluso peor, por cuanto los bonos del Gobierno han provocado una distorsión que debiese ser corregida una vez que estos se dejen de pagar. Para Irrazabal, cuando esto ocurra y de no mediar una fuerte reactivación de la economía, la pobreza podría subir hasta 5 o 6 puntos porcentuales. Ello, tomando en cuenta las 174 mil personas desempleadas que muestran las últimas estadísticas del INE.
La realidad es dramática. Coindice también con Irrazabal la directora regional de la Fundación de Superación de la Pobreza, Florencia Hepp, para quien el primer quiebre en la baja sostenida de la pobreza desde el regreso a la democracia es una señal que el país no puede pasar por alto. Más aún si los grupos afectados son los más vulnerables, golpeando a nuestro conocido índice de Gini, aumentando la desigualdad y alejándonos de aquel paraíso OCDE que se nos prometió a fines de la primera década de este siglo.
Con todo, hay también quienes ponen paños fríos a estas cifras. Los números históricos de la Región, si bien a la baja desde 2006 con un pequeño bache en 2011, no eran precisamente halagüeños. Si asumimos que hace solo diez años el número se empinaba por sobre el 24,5%, la disminución de la misma ha ido por el camino correcto, entendiendo que una crisis sanitaria de las proporciones de las que hoy vivimos no tiene parangón en la historia inmediata. Advierte asimismo el Mideso que los cambios metodológicos asociados a la modalidad de levantamiento por la pandemia debe resguardar las comparaciones con las estadísticas de años anteriores y que el país ha resistido de mejor forma al duro impacto de la crisis en comparación con sus vecinos regionales.
Finalmente, la reactivación de la economía es una de las principales urgencias sociales y así debe ser priorizada en los convulsos tiempos que vive el país.