"Papa caliente" en la crisis habitacional
Ante el aumento de las tomas y los eventuales desalojos, la autoridad no adopta decisiones por razones humanitarias. En el caso de Valparaíso, resulta impresentable la baja ocupación del plan de la ciudad, totalmente urbanizado y con posibilidades de desarrollar viviendas en mediana y baja altura a costos razonables, incluyendo el valor del suelo.
Las tomas se han convertido en una "papa caliente" para la autoridad. Caso concreto es la ocupación ilegal de terrenos en Miraflores Alto destinados a la construcción de un centro de salud de alta resolución, para el cual hay hasta presupuesto. Se le saca el cuerpo al desalojo por consideraciones humanitarias.
Un nuevo problema aparece ahora en una quebrada situada entre Nueva Aurora y Placeres, límite de Valparaíso y Viña del Mar, hecho denunciado por vecinos y donde ya opera maquinaria pesada. La Gobernación Provincial hizo la denuncia a Carabineros, en tanto la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, informó que se envió un equipo municipal a fiscalizar la situación.
El creciente problema de la tomas derivado de la crisis de vivienda que afecta al país tiene muchos alcances.
El más delicado, que exige investigación a fondo, es el eventual lucro que se está haciendo con las necesidades de miles de familias, llegando la situación a tener alcances delictuales, como es el homicidio de un propietario de terrenos ocupados. Otro problema es la calidad de esos espacios. En el caso de la toma de Miraflores se trata de un lugar de buena calidad.
En tanto, los terrenos de la quebrada limítrofe son de condiciones dudosas, expuestos a derrumbes e incendios.
Estas realidades son reflejo de la falta de vivienda y son también oportunidad para criticar las políticas oficiales que no logran resolver la situación. El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, recordó que se propuso al Gobierno la creación de un banco de suelos; la recuperación de inmuebles del sector Almendral y el plan de la Ciudad Puerto; la generación de un fondo de ampliación y recuperación de viviendas y la inversión en la regularización de campamentos dotándolos de servicios básicos.
En el caso de Valparaíso, resulta impresentable la baja ocupación del plan de la ciudad, totalmente urbanizado y con posibilidades de desarrollar viviendas en mediana y baja altura a costos razonables, incluyendo el valor del suelo. Hay sectores de cerros donde también es posible la expansión habitacional.
El problema de los recursos es real, nunca son suficientes. Pero también hay una cuestión de gestión en la entrega de los beneficios, que por su dilatada tramitación desalientan y estimulan la toma que aparece una solución sencilla, pero que termina convirtiéndose en problema para ocupantes y también para la autoridad de turno. ¿Será posible resolver los nudos que frenan soluciones expeditas y el uso más eficiente de los recursos existentes? Mientras no se dé respuesta a esas interrogantes las tomas seguirán adelante con su feo rostro de lucro y con obligados costos de recursos públicos en lugares peligrosos donde la solución habitacional termina siendo insegura y precaria.