Reencuentro en las aulas: La presencialidad ya está aquí
Foco de un duro conflicto político y gremial que llegó hasta los tribunales y el Congreso, el regreso a clases se vive de otra forma y a otro ritmo en los colegios, donde la pandemia no solo impactó aprendizajes, sino el desarrollo emocional de los niños y adolescentes.
"Mi mayor preocupación era el recreo. Cómo controlar el recreo con niños inquietos, que quieren estar juntos y jugar a la pelota", dice la directora de la Escuela Blas Cuevas de Valparaíso, María Elizabeth Bendel, interpretando seguramente la inquietud de muchos congéneres frente al regreso gradual y voluntario a las clases presenciales, en este caso desde mayo.
"Pero las cosas se fueron dando y yo diría que los niños pequeños tienen muy claro el tema de los aforos y de las protecciones, el uso de mascarillas y el lavado de manos", agrega. Aquí el retorno a la presencialidad fue por acuerdo de los 17 profesores que trabajan en el establecimiento, incluido un docente que no obtuvo permiso médico para volver y continúa trabajando desde su casa.
En 60 de los 66 planteles dependientes del Servicio Local de Educación Pública de esta comuna, y en el 90% de los 120 colegios de la región asociados a la Confederación Nacional de Colegios Particulares Subvencionados se están realizando clases presenciales en combinación con telemáticas.
Un sentido de urgencia seguramente marcado por el Diagnóstico Integral de Aprendizajes, efectuado a comienzos de año por la Agencia de Calidad de la Educación, que revela la magnitud del impacto de la pandemia: un 92% de los establecimientos de la zona registró un nivel de aprendizaje menor que el promedio nacional, con un 60% de logro.
De los 93 alumnos de la Escuela Blas Cuevas, 54 van de lunes a viernes. "Tenemos la suerte de contar con un establecimiento de tres pisos, y pudimos hacer una distribución por pisos, con ingresos en horarios diferidos. También hay recreos diferidos en dos o tres patios para que no se mezclen los cursos", detalla la docente.
Con un 96% de la matrícula correspondiente a niños vulnerables, por gestión de la escuela se logró que todos tengan desayuno con leche caliente y sándwich. No ha habido contagios en el plantel, aunque sí niños que han debido hacer cuarenta por contactos estrechos en sus familias.
UN ESPERADO reENCUENTRO
La profesora Linda Arjel tiene a su cargo un primero y segundo básico fusionado. "Nos dieron las opciones de hacer las clases presenciales en la mañana y online en la tarde, o la modalidad presencial y online a la vez. La mayoría de los profesores tomamos la híbrida", explica.
Califica como sencilla la experiencia del regreso a la presencialidad en comparación con la del año pasado, cuando ni siquiera existió la modalidad online y los docentes debían preparar guías y actividades basadas en proyectos. Considera que el proceso de enseñanza-aprendizaje es mucho más fluido en presencialidad. "Además, los alumnos estaban deseosos de volver de compartir y conversar con otros niños, y yo también", expresa, y plantea que más dificultades existen cuando los niños en casa no se conectan y los profesores tienen que preocuparse de esas situaciones. Muchas veces se debe a que no estén las conexiones adecuadas pada establecer el contacto con la escuela, que ha sido uno de los principales problemas en todo el país.
"Yo prefiero que los niños vengan presencial. Siento que en la casa aprenden poco y nada, aunque puedan conectarse, pero es solo ese periodo de conexión en donde quizás realizan una actividad de aprendizaje con sentido y estructurada, como debe ser una clase, y después de eso no hay nada más. Mientras los niños en la escuela tienen clases de 8 a 12 horas, reciben refuerzos, guías, trabajos, revisión, corrección, lo que no se puede dar de la misma manera online".
La apoderada Pamela Iturrieta, quien además de desempeñarse como auxiliar de la escuela es paramédico, tiene a sus hijos Belén (13) y Alen (6) en clases presenciales en los colegios Patricio Lynch y Blas Cuevas respectivamente. Dice que la modalidad online no le funcionó. Por su formación maneja los protocolos de autocuidado rigurosamente y eso le da confianza, pero lo que más reafirma su decisión es ver que sus niños han mejorado en lo emocional y en el aprendizaje.
"El niño estaba con mi papá, pero él no maneja redes sociales, entonces perdía muchas clases virtuales, pero mi hija lo ayudaba cuando terminaba sus tareas, y así estuvimos hasta que empezaron las clases presenciales. Ahora están los dos en sus respectivas escuelas. Usamos locomoción colectiva para trasladarnos y hasta ahora no nos ha pasado nada", recalca.
liceo técnico de valparaaíso: el director manuel díaz, la subdirectora maribel jara y la alumna rocío barria en uno de los talleres, área prioritaria para terceros y cuartos medios.
Equipo Reportajes
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