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El académico explica, sin embargo, que en general, se han tomado precauciones ante estos fenómenos. "Salvo excepciones, en la zona costera, los edificios cercanos al mar se han cimentado a profundidades a salvo de socavaciones y a distancias relativamente seguras. Por ejemplo, en Viña del Mar, muchos de los edificios ubicados en la Avenida Borgoño se han cimentado sobre roca, quedando asegurados contra una socavación", sostiene.

Morales, por su parte, agrega que "las marejadas y cómo estas afectan la morfología del borde costero, es actualmente un tema bastante monitoreado y estudiado. En ese sentido, si la pérdida de material del borde costero revierte algún riesgo en el futuro para las estructuras cercanas, estamos en condiciones de tomar acciones de manera oportuna", dice, citando como ejemplo las obras que comenzó el MOP para mitigar las marejadas en la Avenida Perú.

"Hay que considerar, además, que, a diferencia de los terremotos, para las marejadas hay pronósticos y una categorización muy clara. Va desde M1 a M5, en función de la cual se deben tomar medidas inmediatas, como, por ejemplo -en un caso extremo- la evacuación de la costa debido a que las estructuras podrían verse dañadas o destruidas", señala el director de Ingeniería Civil UV.

El factor sismológico Otra diferencia entre las costas de Valparaíso y las que hay en Florida tiene relación con que esta última no es una zona sísmica, por lo que los temblores que llegan a percibirse son extremadamente infrecuentes en comparación con lo que ocurre en Chile. Pero ¿representa esto un mayor riesgo, o implica mayores resguardos en cuanto a estándares de construcción? ¿Existen garantías de que es segura el desarrollo de ca vez más proyectos inmobiliarios en terrenos arenosos?

Para Alejandro Morales, la respuesta a esta última pregunta es un sí. "Los suelos arenosos no son malos por definición. En la medida que se realizan buenos estudios de mecánica de suelos, quedan muy bien caracterizados en cuanto a sus propiedades, lo que permite un diseño adecuado de las estructuras, en particular de las fundaciones. En general, en suelos arenosos, los edificios tienen lo que se llama una losa de fundación, y este sistema dada su envergadura reduce notablemente la presión sobre el suelo", expresa.

"En el terremoto de 2010, se reportó una serie de daños en las estructuras y edificios de la región. Pero en general, fue en bordes de muros, columnas de estacionamientos, vigas y/o dinteles. Las fundaciones no fueron tema, así que no veo razones empíricas para dudar de su seguridad, ya que han tenido un comportamiento satisfactorio. Además, no es menor el hecho de que el daño fue extensivo en edificios posteriores al año 1985, cuyos espesores de muro son usualmente menores a los de edificios previos", agrega.

Miguel Petersen coincide. "Antes del año 2011, y sobre la base de la norma sísmica chilena NCh433, no se han detectado fallas de socavación o subsidencia de las fundaciones en los edificios chilenos diseñados y construidos en terrenos arenosos en ciudades como Valparaíso, Viña o Concón". "Las edificaciones más nuevas, después del terremoto del 27F, se han proyectado con una nueva normativa sísmica, por lo cual los elementos resistentes son superiores", añade, sumando a esto las exigencias que suma cada Dirección de Obras Municipal.

"Los colapsos en Chile son poquísimos, y las fallas estructurales vistas en terremotos usualmente corresponden al propio envejecimiento de la estructura, que por los sismos se fisura y agrieta, produciéndose la oxidación del fierro y el debilitamiento. Por esto podría ser aconsejable, al igual que en Miami, normar para que las edificaciones de más de 40 años y sobre cinco pisos tuvieran, como el ser humano, un chequeo estructural cada ciertos años de vida", recomienda.

Compleja restauración En abril, dos meses antes de la tragedia en Surfside, la asociación de condominios de las Torres Champlain había aprobado, finalmente, un presupuesto de 15 millones de dólares -más de 11 mil millones de pesos chilenos- para completar las reparaciones requeridas bajo el proceso de recertificación correspondiente, dada la antigüedad del inmueble. Los propietarios, por departamento, hubieran tenido que pagar montos que iban desde los 60 millones en un plazo de 15 años.

Según precisa Petersen, "5 millones de dólares es lo que cuesta en Chile un edificio nuevo de unos 10 a 12 pisos". El especialista estima que, en términos porcentuales, la reparación de estructuras antiguas en Chile tiene un valor similarmente elevado, "por lo que los propietarios de departamentos, locales u oficinas dañadas que carezcan de seguros apropiados pueden verse impedidos de pagar, y las reparaciones finalmente no se harían o se harían en forma 'cosmética' sin aumentar los factores de seguridad".

"Sin duda, en este caso se habla de mucho dinero, y efectivamente el costo de las reparaciones puede influir en su ejecución", concuerda Morales, quien sin embargo asegura que "es muy importante entender que no hacer las mantenciones necesarias de forma oportuna sólo encarece todo, además del riesgo que implica". Cree que, en ese punto, "como profesionales tenemos mucho que aprender en cuanto a la comunicación de riesgo: debe ser clara, simple y con un lenguaje adecuado según el público objetivo", observa.

En el caso de Miami, comenta, el costo de reparación estimado en 2018 -año en que se publicó el informe que detectaba importantes fallas estructurales- era de poco más de 9 millones de dólares. Sin embargo, la comunidad nunca logró llegar a un acuerdo sobre la necesidad de ejecutar las obras. Finalmente optaron por postergar la restauración, aludiendo al alto monto que implicaría hacerse cargo de la factura.

Tomar las precauciones La recomendación del académico de la Universidad Santa María apunta a hacer un cuidadoso seguimiento del estado de las edificaciones. A nivel local, por ejemplo, sugiere "estudiar cómo implementar un decreto municipal que lleve a la administración de edificios antiguos de más de cinco pisos a tener que chequear la estructura al cabo de ciertos años de uso -40 o 50 años- o después de que se produzca un terremoto severo".

"Se han hecho muchos estudios, especialmente por parte de universidades, que zonifican sísmicamente, miden frecuencias naturales, analizan la profundidad de la roca basal o la profundidad de la napa de agua, etc. Todo esto aquí mismo, en las ciudades de Valparaíso, Viña y Concón. Pero obviamente nunca es suficiente, pues siempre pueden aparecer nuevos problemas, como taludes, vibraciones, licuación y otros", explica.

El experto de la Universidad de Valparaíso propone algo similar: "que se incluya de forma mandatoria la inspección periódica de estructuras, por ejemplo, después de eventos sísmicos importantes o cada 5 o 10 años en zonas con ambientes particularmente severos".

"Creo que es tiempo de empezar a tener estas conversaciones, y un buen punto de partida sería considerar inspección periódica para infraestructura crítica como hospitales, cuarteles de bomberos, o puentes", dice.

De igual forma, reitera que es fundamental que los moradores de los edificios no minimicen y pongan atención a señales". "Un diagnóstico oportuno, realizado por un especialista y tomando las medidas adecuadas, sin duda contribuye a la salud de las estructuras y a la seguridad de sus moradores", concluye. 2

"Si la pérdida de material del borde costero revierte algún riesgo, estamos en condiciones de tomar acciones oportunas".

"Siempre son un peligro las grandes marejadas cuando la estructura se funda en arena y 'al lado' de la línea de playa".

"Los sismos pueden levantar o hundir el terreno varios metros: es una amenaza mucho más aleatoria y sorpresiva".

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Borde costero regional: una "amenaza" distinta a la de florida

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Patricio Winckler, académico de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, indica que, en cuanto a su tipología, las costas de Florida tienen poco en común con las costas chilenas. "Aquí en Chile, las costas arenosas son mucho más escasas: en general, la gran mayoría son más bien rocosas. Pero claro, hay excepciones como Arica, La Serena, o incluso el caso de Viña del Mar". "Cuando construyes sobre costas arenosas, lo que haces es sobrecargar el terreno con edificaciones. Además, en Florida, hay dos factores que tener en cuenta. Primero, este hundimiento o subsidencia, y segundo, el aumento del nivel del mar. En varias ciudades del mundo, esos efectos combinados pueden empezar a causar daños más frecuentemente sobre las estructuras, aunque probablemente, no tan exagerados como en Miami", comenta. Aunque asegura que la subsidencia también puede producirse en las costas arenosas de Chile, el docente e investigador explica que "en cuanto a las variaciones de terreno que se producen en Chile, son mucho más frecuentes las asociadas a terremotos. Los sismos pueden levantar o hundir el terreno varios metros, y eso depende mucho de la distancia con las fosas oceánicas, que en el fondo es una amenaza mucho más aleatoria y sorpresiva", dice. "Volviendo a Viña del Mar, aquí tenemos toda una cubierta urbana con bastantes edificios, pero sin embargo no se ha generado una subsidencia importante del terreno, aparentemente. Las marejadas, si bien pueden dañar las estructuras a largo plazo, son incapaces por sí solas de provocar un colapso de ese tipo. Cabe decir, eso sí, que aún faltan muchos estudios en esta materia", advierte. Como conclusión, el experto asegura que "en comparación con la subsidencia de las estructuras de sus costas, los efectos tectónicos en Viña del Mar y otras comunas costeras de la región deberían ser mucho más importantes. Es cosa de ver lo que ocurrió en Valdivia, en donde toda la ciudad se hundió más de dos metros y su borde costero, de un minuto a otro, cambió completamente". 2