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Baburizza abre sala de Juan Francisco González

MUSEO. Se trata uno de los proyectos insignes del recinto para este año.
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En marzo el director ejecutivo del Baburizza, Rafael Torres, anunció, a través de este Diario, que uno de los grandes proyectos que tenía el Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso para este año era la apertura de la sala Juan Francisco González.

En aquel momento explicó que la iniciativa recogía "una sugerencia que durante un buen tiempo nos han hecho especialistas de la posibilidad de concentrar la obra de un autor tan importante como González en un solo espacio".

La iniciativa se enmarca en el convenio de colaboración entre museo y la Empresa Portuaria Valparaíso, y se inauguró oficialmente esta semana en el segundo piso del Palacio. En ésta se podrán apreciar diez cuadros de uno de los cuatro Grandes Maestros de la Pintura Chilena como "Los nogales", "Torres de Santo Domingo" y "Muchacha melipillana".

Se trata de obras que, además, dan cuenta de diversos momentos del artista, lo que "permite entender mejor su trabajo", pues "hay una lectura mejor al poder verla toda junta", comentó Torres en la mencionada entrevista.

Un importante legado

Juan Francisco González nació en Santiago en 1853, y a los 16 años comenzó sus estudios en pintura. Llegó a Valparaíso en 1884, momento en que fue contratado como profesor de dibujo en el Liceo de Hombres, cargo en el que permaneció por 11 años, y en 1890 se instaló en Limache, época de gran productividad para su obra.

Y a pesar de haber tenido maestros como Ernesto Kirchbach y Juan Mochi, fueron sus viajes a Europa los determinantes para su estilo, siendo seducido por el impresionismo. Sus numerosas pinturas de flores, frutas, paisajes y retratos, generalmente en pequeño formato, se caracterizan por la intensidad de los colores, el estudio de la luz natural, así como por la expresión y la soltura del trazo, a diferencia de los ideales pictóricos característicos de ese periodo. Tanto su obra como la influencia que ejerció sobre las promociones de artistas que le sucedieron, lo llevaron a ser reconocido como uno de los Grandes Maestros de la Pintura por el crítico de arte Antonio Romera (1908-1975).

De allí la importancia de contar con esta sala, a cuya apertura asistió el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, así como el gerente general de EPV Franco Gandolfo. El primero destacó que "ésta es una forma de seguir una línea de trabajo que el museo y EPV han desarrollado en los últimos años, que es de abrir el museo a la comunidad, hacer que se mantenga vivo".

"Para la Empresa Portuaria Valparaíso es muy importante este tipo de alianzas, a través de las cuales el puerto y la ciudad, en este caso a través de la cultura y el arte, se vinculan en apoyo a la difusión hacia la comunidad. Este museo es un ejemplo de ello, por lo que estamos muy contentos y agradecidos de que nos inviten a continuar participando en esta unión que ya lleva más de 6 años", acotó Gandolfo.

Premiación

Junto con abrir la sala, se realizó la premiación del "Los Colores del Puerto", en el que participaron niños y niñas entre 5 a 12 años con el fin de retratar en sus obras una visión personal sobre el puerto de Valparaíso, sus embarcaciones, trabajadores y/o habitantes.

Es así como hasta el museo llegó Vicente García (12 años), ganador del concurso, quien obtuvo el primer lugar y agradeció el premio. El segundo puesto fue para Catalina Montecinos (10 años), quien fue representada por su abuela y el tercero para Valentina Herrera (12 años), que estuvo acompañada por su familia.

Rafael Torres sostuvo que "creemos en las alianzas. Nos parece que son fundamentales para hacer un mejor camino que va en beneficio de la comunidad. Sin duda, hoy el convenio entre el municipio y EPV para ir en favor del museo, es una herramienta totalmente favorable de desarrollo, productiva y concreta, que nos ha permitido cumplir dos expectativas que teníamos: una, premiar a los niños del concurso 'Los Colores del Puerto' y poder inaugurar una sala que hemos dejado abierta a la comunidad. Este es un convenio virtuoso que esperamos que siga en esa senda que le hace tan bien a la ciudad".

Al estar en fase 3 la ciudad, el museo se puede visitar de martes a domingo, de 10 a 17 horas.

De carnes y charcutería ahumada Recabal

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Por Marcelo Beltrand Opazo

El origen, fuego y carne. Los antropólogos afirman que el hombre comenzó a domesticar animales para satisfacer esta necesidad desde el año 9000 antes de Cristo. El cerdo fue domesticado alrededor del año 7000 a.C. y la res por el año 6550 a.C. Hoy, la carne nos reúne en un asado, donde algo de ancestral se deja ver, todos alrededor del fuego, mirando la carne asarse. Todos, junto a la hoguera convocando a los ancestros, en reunión con los dioses.

La palabra reunión viene del latín y significa "acción de volver a ser uno", volver al lugar de origen, al nacimiento. ¿Pero cuando llegamos? ¿Cuándo estamos en ese lugar si no es con los que queremos, amamos y admiramos? Volver a ser uno, volver a estar con otros, reunirnos en torno a una copa, como coartada para que todo se conjugue y regresar al equilibrio. Uno es, con los otros, con los suyos finalmente. Ese estado de reunión es un lugar, un espacio al que hay que llegar. Y para llegar, escribió Julio Cortázar, "se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek, el cuento del gato con botas". Llegar a ese lugar donde volvemos a ser uno, uno con los otros y con uno mismo.

Cortázar nos dice que podemos llegar, que siempre llegaremos a ese lugar, pero cuál es ese lugar, ¿será cuando estamos junto a los amigo?, a lo mejor, en torno a ese fuego que reúne, esa carne ancestral.

Pienso esto mientras degusto la charcutería de Joao Recabal, asador y charcutero de oficio, quien trabaja la carne como el más preciado de los bienes: con cuidado y espero; con paciencia y tesón. Degusto junto a dos vinos: un sauvignon blanc 2020 La Cantera, de la viña Casas del Bosque, y un carmenere 2019 de la viña Santos y Reyes. Degusto una bondiola (finas fetas de lomo vetado de cerdo curado y madurado artesanalmente), lomo embuchado (lomo centro de cerdo curado y madurado artesanalmente), lomo liso ahumado (lomo liso de vacuno, macerado en vino tinto, adobado en especias y ahumado en roble), panceta ahumada (panceta de cerdo, curada y ahumada con roble), pastrami (corte magro de vacuno, curado en salmuera, adobado en finas hierbas y ahumado con roble) y unas costillitas ahumadas barbecue (costillitas de cerdo, maceradas en vino tinto, adobadas en finas especies, salsa barbecue y ahumadas con roble).

Degusto cada feta, voy maridando con cada vino y disfruto el resultado de un trabajo (de un trabajo largo de saldo y ahumado), porque contienen la sal y el ahumado que permiten comer sin siquiera una galleta o un trozo de pan, se come así directamente. El vino acá va limpiando las papilas gustativas y permite seguir con el lomo ahumado o con la panceta ahumada. Y me llama la atención cómo un sauvignon blanc y un carmenere pueden maridar perfectamente con toda esta carne curada y ahumada, porque se dan dos situaciones distintas, un maridaje con contraste y uno por complemento, el sauvignon con una acidez más alta y el carmenere con una más baja. Con los dos vinos se crean nuevos sabores en boca. Con las dos cepas se logra algo nuevo. La charcutería de Joao Recabal es el resultado de una pasión y sobre todo de un trabajo bien hecho. Desde el embazado, el corte, el salado y el ahumado, un todo que se deshace en la boca y que nos invita a esa reunión, a ese encuentro tan necesario, tan urgente.

Degusto y vuelvo a Cortázar… "En vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa saga de ser hombre"... porque finalmente es eso, una saga, un viaje en el que tenemos que llegar, llegar con otros a otros.