Una historia desconocida (1)
Han pasado ya más de 40 años de este hecho, y el presente relato solo pretende rescatarlo para la memoria histórica de nuestra Marina, para el recuerdo de todos aquellos a los que nos tocó participar en un momento muy importante de nuestras vidas en que nos vimos comprometidos a defender los intereses de la Armada y de la Patria, estando dispuestos a cumplir con nuestro deber hasta donde se nos exigiera.
Creo que nunca se ha conocido a cabalidad, por parte de quienes estuvimos a bordo del AOG 54 "Beagle", lo que comenzaré a relatar. Solo espero que, a futuro, este recuerdo sea enriquecido con las muchas vivencias personales de cada uno de los que tuvimos la responsabilidad de actuar en esos días.
Antes de ir a lo que guardo aún en mi memoria, quisiera expresar como base fundamental, el reconocimiento expreso a la actitud y decisión que encontré en cada hombre de la dotación de este noble buque, lo que marcó y fortaleció mi desempeño como su comandante desde el momento que pisé sus cubiertas y en los días que siguieron, al recibir y acatar mis directrices y órdenes con una confianza y una completa entrega al duro requerimiento efectuado conforme a la misión a cumplir, y siendo para la mayoría o para la totalidad de ellos, la primera vez que me veían.
Lo anterior, me atrevería a decir, es la principal característica del marino chileno. Cuando la Patria y la Nación lo requieren, no se pregunta ni se duda; se cumple lo dispuesto, basado en principios y valores aprendidos y vividos a cada momento en la Institución, conforme al legado de nuestra historia y de nuestros héroes. ¡Así lo demuestra la historia patria!
Alrededor del mediodía del 16 de diciembre de 1978, acompañado por el agregado naval a la embajada de Chile en Lima, entramos en la oficina del capitán de puerto de Talara para informarle que venía a tomar el mando del AOG 54 "Beagle" de la Armada de Chile, y zarparía de acuerdo al plan de viaje presentado a esa autoridad marítima por intermedio de la agencia marítima que lo atendía y representaba, al realizar un transporte de 1.800 m3 de gasolina desde ese puerto hasta Chile, contratado por la Empresa Nacional del Petróleo, Enap.
Se consideraba el zarpe a la brevedad, apenas el buque estuviera listo para hacerlo. Después de poner algunas dificultades y trabas, el capitán de puerto dio su conformidad ante la presión ejercida por el agregado naval, al no poder cuestionar, entre otras cosas, la capacidad profesional de quien se hacía cargo de la nave.
La situación antes descrita se había gestado el día anterior, cuando encontrándome en una práctica de la ceremonia de graduación del curso de Estado Mayor en la Academia de Guerra Naval, que se efectuaría en la mañana del día 16 de diciembre, fui notificado para concurrir de inmediato al Comando de Transportes Navales, dependiente de la Comandancia en Jefe de la Primera Zona Naval. No podía imaginar la razón por la que era requerido con urgencia, como tampoco podía imaginar la verdadera razón de tanto apuro.
Ya en el comando de transportes y en presencia de su comandante, este indicó que no conocía la razón de mi presencia en el lugar y que había sido instruido que, apenas llegase a su oficina, debía ir sin demora a presentarme al despacho del subdirector general del personal de la Armada. A esa altura, y no encontrando aún nada muy reprobable en mi examen de conciencia, inicié mi desplazamiento, tranquilo y sereno, dispuesto a lo que viniera.
En la oficina del subdirector del personal, a quien conocía de muchos años, en forma muy breve y directa me informó de la compleja situación que afectaba al AOG 54 "Beagle", que había quedado sin comandante ni segundo por haber sido ambos detenidos por autoridades peruanas por una presunta participación en actividades de inteligencia. Debido a que yo había sido designado para tomar el mando del buque para el año 1979, se me designaba para asumir la responsabilidad de ir a buscarlo al puerto de Talara, en Perú, y traerlo de regreso al país.
Ahí conocí la situación vivida por su comandante, quien, acompañado de su segundo y el ayudante del agregado naval, fueron acusados por la Fuerza Aérea del Perú de haber sido sorprendidos en actos de espionaje en las cercanías de una base aérea, siendo expulsados del territorio peruano y creando una compleja situación diplomática.
Fui instruido de viajar a Santiago a la brevedad, con equipaje personal y los elementos necesarios para la comisión, debiendo presentarme ahora en el Estado Mayor General de la Armada (EMGA), donde se me entregó un completo informe de la situación que estaba viviendo el buque, instruyéndome sobre la premura de iniciar su retorno y de lo que se podía esperar durante su desplazamiento desde Talara hasta el ingreso a aguas de jurisdicción nacional.
El "Beagle" se encontraba en esos momentos al mando del subteniente Carlos Fica Cisternas, oficial ejecutivo más antiguo a bordo, con su dotación completa y sin mayores novedades, listo para iniciar su navegación.
Debo recordar que durante esos días la situación general del país era bastante crítica por las tensiones que se vivían con Argentina y los demás países vecinos, encontrándose las fuerzas propias en las áreas de despliegue o en sus proximidades en la zona austral y a lo largo del territorio nacional.
Informado de la situación por parte del subjefe del EMGA y del jefe del Servicio de Inteligencia, fui enviado a presentarme, junto con el comandante del "Beagle", capitán de corbeta Sergio Jarpa Gerhard, al Comandante en Jefe de la Armada, almirante José T. Merino, para recibir, directamente de él, y conforme a su expresa disposición, las instrucciones particulares y pertinentes para el cumplimiento de la comisión.
En nuestro desplazamiento hasta la residencia del almirante pude escuchar de parte de mi amigo y compañero de curso la narración completa y detallada de lo vivido por él en el Perú.
De acuerdo con las informaciones entregadas por el Servicio de Inteligencia, existía la clara posibilidad que fuerzas peruanas intentaran interceptar y abordar el buque ante un posible rompimiento de hostilidades entre Chile y Argentina en la zona austral y como una forma para Perú de crear la situación que les permitiera incorporarse al conflicto.
Las instrucciones del almirante fueron muy breves y claras: "Ningún peruano pisa la cubierta de tu buque. Ya sabes lo que tienes que hacer...". Mi respuesta fue también muy breve. ¡Sí, almirante! ¡Lo tengo claro!
En esa misma oportunidad el capitán Jarpa, luego de una conversación muy franca y dura, le solicitó al almirante regresar a Valparaíso a bordo y al mando de su buque. Habiendo escuchado sus razones, el almirante me ordenó que recalara a Arica, recibirlo a bordo y hacerle entrega del mando a contar de ese momento para cumplir la petición planteada.
También en esa oportunidad, el almirante Merino sostuvo una conversación telefónica con el ministro de Marina del Perú, almirante Jorge Parodi, en la que le expresó su apreciación sobre los hechos acaecidos en Talara y le pidió su apoyo para que el "Beagle" regresara sin más inconvenientes a su puerto base en Chile. Esa conversación fue grabada y reproducida, tiempo después, en una revista peruana.
Llegué a Lima tarde esa noche. Me esperaba en el aeropuerto el agregado militar, coronel Claudio López Silva, acompañado del Agregado aéreo, coronel Vargas del Campo.
Después de los trámites necesarios para ingresar al Perú, nos dirigimos a la casa del coronel López y allí les informé lo que conocía acerca de lo que estaba ocurriendo en Chile en esos días y de lo sucedido con el AOG "Beagle". Ellos no habían tenido ningún tipo de información detallada de los hechos por los cuales se acusaba a oficiales chilenos. Por su parte, el coronel Vargas, de la Fuerza Aérea, quien había asistido a la ceremonia de graduación de oficiales de la Fuerza Aérea del Perú esa noche, solo se había percatado del trato frío y distante hacia él al ser ignorado por parte de los presentes, desconociendo la razón de esta actitud.
Temprano, en la mañana del sábado 16 de diciembre, íbamos camino al aeropuerto para tomar el avión que me llevaría hasta Talara, donde llegué alrededor del mediodía. Allí me esperaba el agregado naval, capitán de navío Jorge Contreras, quien había viajado al lugar para coordinar y acompañar al buque durante su permanencia y faenas en el puerto peruano.
Luego de dejar claros los asuntos de la documentación requerida por la autoridad marítima para el zarpe del "Beagle", me dirigí a bordo para iniciar los preparativos y movimientos, asumiendo el mando efectivo del buque, quedándose el agregado naval en tierra y en contacto con la autoridad marítima, para apurar y asegurar el pronto despacho de la documentación oficial.
De acuerdo con el libro bitácora del AOG "Beagle":
"El día 16 de diciembre de 1978, a las 13:50 hrs. llega a bordo el capitán de corbeta don Hugo Bruna Greene, asumiendo el mando a partir desde ese momento. Como primera medida, dispuso efectuar una llamada general en cubierta y dar inicio al plan de zarpe de la unidad".
* Este relato continuará en la edición de El Mercurio de Valparaíso del viernes 6 de agosto.
* primera parte de artículo publicado en la edición número 982 (volumen 138, año cxxxvi) de la revista de marina editada por la academia de guerra naval
shogun
Oficial de Marina (en retiro)
Piloto Naval y Mando a flote
por hugo bruna greene