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El rinconcito de la consentida

El adiós de un histórico

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Como un verdadero balde de agua fría cayó entre sus cercanos la decisión del diputado Osvaldo Urrutia, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), de no ir a la reelección en su cargo de representante en la Cámara Baja del Distrito 7.

Pero la idea la venía madurando desde hace más de un año e incluso había configurado una especial alianza con su rival histórico, el PPD Rodrigo González, en la cual gestionaron que el Ejecutivo patrocinara el proyecto de ley que facultaba a los parlamentarios a renunciar a sus escaños en caso de competir por una opción alcaldicia, lo que se hacía extensivo a las intenciones de ambos durante buena parte del año pasado.

Para nadie es un misterio que Urrutia nunca se sintió cómodo en el Congreso y siempre se lo decía a sus cercanos. Incluso llegó a afirmar que sus mejores años fueron cuando se desarrolló como líder de la Secretaría Comunal de Planificación de Viña del Mar, también conocida como Secpla.

Y al parecer los mejores momentos para la propia ciudad fueron también esos días en los cuales Osvaldo Urrutia se movía con astucia, planificando y gestionando proyectos para la comuna. Prueba de ello son logros como el borde costero y el puente Los Castaños.

Cuando Urrutia compitió como diputado, por expresa petición de la entonces jefa de gabinete María Angélica Maldonado, lo hizo como un "servicio a la causa" de su querida "Coty", todo esto a causa del poco comprometido apoyo a la gestión de Reginato -según la propia "Manam"- del entonces diputado Edmundo Eluchans, quien no aceptaba que desde el municipio se le quisiera pautear en su cometido.

Desde la UDI local en Viña coinciden con el análisis e incluso llegan a decir que el municipio perdió fuelle con la salida de "Chupete" -como le llaman sus amigos dentro del partido- y desde ahí se empezaron a vislumbrar los primeros problemas de administración, tales como los casos de horas extra, los déficits de gestión y la exorbitante contratación de funcionarios a honorarios, especialmente de dirigentes sociales y comunitarios.

Pero desde el fallo del Tricel que sancionó finalmente a Virginia Reginato con el impedimento de cumplir funciones públicas por cinco años, llegando a destituirla de su cargo de concejala, nada volvió a ser como antes y eso llevó a la decisión final de Urrutia de no volver a postular. Lo dio a conocer públicamente el día de ayer en El Mercurio de Valparaíso, lo que gatilló el insultante trato de un pasquín electrónico (que se caracteriza por una redacción de tercero básico, su descarado pirateo de noticias y una incapacidad crónica de poner tildes de forma correcta), el cual lo tildó injuriosamente de "palo blanco de Reginato y Manam".

El nombre que siempre se pensó en su reemplazo era el de la actual seremi de la Mujer y Equidad de Género, Valentina Stagno, quien además es nieta de Reginato. Pero después del fallo del Tricel todo se derrumbó. De manera desesperada, desde la UDI local estaban pensando en llevar a Stagno como consejera regional, para que compita con Manuel Millones.

Desde el entorno del diputado, en el cual se encuentran los exconcejales Mafalda Reginato y Jaime Varas, se reconoce dolor y por mientras se está pensando en cómo el cotismo se reagrupa en Viña.

por gabriela chomer

Biopolítica y estado de excepción

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En los orígenes de la pandemia por coronavirus, en febrero de 2020, el filósofo italiano Giorgio Agamben publicó una polémica nota de prensa titulada La invención de una pandemia, recibiendo de inmediato una avalancha de críticas desde todos los sectores, tanto académicos como no académicos. La tesis de Agamben era que el coronavirus no pasaba de ser una "simple gripe" de muy baja letalidad y, por consiguiente, que las medidas sanitarias adoptadas por los Estados no estaban justificadas en modo alguno. El primero de sus planteamientos no resiste análisis y ha sido derribado por la evidencia científica, pero el segundo constituye la hipostatización del estado de excepción, un concepto biopolítico analizado en profundidad desde Schmitt hasta el propio Agamben.

Pero ¿qué es la biopolítica? Casi al final de su Historia de la sexualidad volumen 1: La voluntad de saber, Foucault acuñó las ambiguas nociones de biopoder y biopolítica para referir a "lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana". El poder convierte a zoe en su objeto de control y represión, en lugar de bios que remite a la vida en un sentido amplio.

Biopolítica tiene, entonces, dos significados: uno en que el poder concibe a la vida exclusivamente como zoe: una multitud de cuerpos domesticados para producir y rendir, bajo la apariencia de una pseudo realización personal; y otro en el que la vida se torna hacia la política (bios). Hay una política de la vida, pero ya no se trata de control y represión, sino de normalización, dosificación y administración de la vida. Allí donde el poder se ha invisibilizado y fragmentado, ha triunfado la biopolítica.

Llegamos a la figura del estado de excepción. En un famoso pasaje de su Teología Política Schmitt afirma que "soberano es aquel que decide sobre el estado de excepción" y está, por tanto, dentro y fuera de la ley. Agamben da un paso más al defender que el estado de excepción no solo implica la suspensión y restricción de los derechos, sino un estado de no-ley que se ha vuelto permanente debido a la invisibilización de la biopolítica. Esta tesis entronca con otra figura agambeniana que es la del "campo" (de concentración), que sería el dispositivo que mejor define la política actual: el mundo entero visto como un monstruoso y dantesco campo de concentración.

¿Qué hacer? ¿Hemos normalizado tanto el estado de excepción que, en realidad, se ha vuelto permanente? Donde hay poder hay resistencia. ¿Pero cómo luchar contra un enemigo invisible?

Creo que, en parte, Agamben tiene razón: el coronavirus y su paréntesis forzado nos enfrenta a la realidad de que nuestras vidas, antes de la pandemia, eran intolerables. ¿Lo seguirán siendo una vez que ésta termine? La buena noticia es que la respuesta depende de nosotros.

por fernán rioseco

académico filosofía uv