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Nueva alfabetización: competencias digitales

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para el Siglo XXI

Qué duda cabe que la pandemia ha ido ocasionando en Chile y en el mundo restricciones a las libertades personales junto con profundos dolores y complicaciones en muchas personas. Pero como toda crisis, ha generado nuevas oportunidades en diversos órdenes de cosas; sobre todo en lo referido a nuevas formas de estudiar, de consumir y concebir nuevas formas de organización laboral, sólo por mencionar algunos elementos. Es cierto que estos cambios ya se venían anunciando con antelación, pero esta crisis los acrecentó y será muy difícil volver atrás.

Todo lo anterior tiene a las tecnologías digitales y, en particular a Internet, como centro de las interacciones entre las personas, provocando nuevas necesidades de nuevos lenguajes, conductas y competencias que les permitan a las personas generar flujos de comunicación desde las acciones más domesticas a las más complejas.

Resulta obvio que la capacidad de penetración de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) alcanza a la mayor parte de la actividad humana planteando nuevas necesidades formativas. Este efecto ha propiciado que sólo los ciudadanos más cualificados se beneficien con el acceso a oportunidades económicas y laborales cada vez más favorables que ofrece la Red. Las competencias digitales están marcando las diferencias entre las personas, los grupos sociales, las empresas e inclusos los países.

En este sentido, la incorporación de las TIC ha acrecentado las diferencias ya existentes entre países y grupos sociales. Actualmente se habla de la división o brecha digital. Esta expresión muestra cómo se va estableciendo una separación entre países y personas que carecen de los conocimientos y de las tecnologías requeridas para el desarrollo de una "sociedad de la información".

Por un lado, la nueva economía organiza la distribución de recursos priorizando las ocupaciones con alto contenido digital y, por otro, muestra el incremento de la precarización laboral y el paro cuando las tecnologías no son utilizadas. Aun así, frente a este proceso de fragmentación de sociedades en función del dominio de las nuevas competencias digitales, los cambios derivados poseen también un efecto positivo. Se trata de las posibilidades de superación de estas situaciones de desigualdad a través de la formación y uso extensivo de las tecnologías.

Por lo tanto, la formación de las nuevas generaciones (como de las existentes) no puede quedar al margen de la sociedad digital, pero no se trata sólo de proporcionar acceso a las TIC, sino de formar para una utilización funcional y adecuada a los rápidos avances que las tecnologías nos imponen exponencialmente. La sociedad digital ha creado nuevas formas de alfabetización, superando a la funcionalidad de leer, escribir y comprender textos, sino que más bien apunta al logro de competencias operativas y reflexivas en el mundo digital. El acceso a la información globalizada, los sistemas de participación en la red, la comunicación a través de los medios electrónicos, son elementos de importancia para el desarrollo socialmente integrado, requiriendo un proceso de alfabetización de competencias digitales permanente y avanzado.

Para muchos autores la alfabetización digital es amplia y se refiere a la capacidad para identificar y evaluar la información utilizando cualquier herramienta que se considere apropiada -como las proporcionadas por las TIC- y aprender a «leer» la información dentro de este contexto sociocultural.

En este sentido, Gilter (1997) considera a la alfabetización digital como el conjunto de habilidades sociocognitivas mediante las cuales se puede seleccionar, procesar, analizar y comunicar el proceso de transformación de información a conocimiento; en nuestro caso, entenderemos la alfabetización digital en un sentido amplio, considerando las siguientes características:

• Capacidad para realizar juicios de valor informados acerca de la información que se obtenga en línea, que se iguala al «arte del pensamiento crítico», la llave para «hacer valoraciones equilibradas que distingan entre el contenido y su presentación».

• Destrezas de lectura y comprensión en un entorno de hipertexto dinámico y no secuencial.

• Destrezas de construcción del conocimiento; construir un «conjunto de información fiable» proveniente de diversas fuentes, con la «capacidad de recoger y evaluar tanto el hecho como la opinión, de ser posible sin sesgo».

• Habilidades de búsqueda, esencialmente basadas en motores de búsqueda en Internet.

• Gestión del «flujo de multimedia», utilizando filtros y agentes; creación de una «estrategia personal de información», con selección de fuentes y mecanismos de distribución.

• Concientización acerca de la existencia de otras personas y una disponibilidad facilitada -a través de las redes- para contactar con ellas y debatir temas o solicitar guía y/o apoyo.

• Capacidad para comprender un problema y seguir un conjunto de pasos para resolver esa necesidad de información.

• Valoración de las herramientas del sistema, como apoyo a los formatos tradicionales del contenido.

• Precaución al juzgar la validez y exhaustividad del material accesible, a través de los enlaces de hipertexto.

En el marco anterior, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) ha venido realizando un diseño e implementación de diversas políticas y acciones que apuntan al desarrollo de las competencias digitales en sus estudiantes y profesoras/es. Uno de los dispositivos más destacados es la instalación e implementación desde el año 2005 de una plataforma virtual que permite acompañar a la docencia presencial, pero que posibilitó a los profesores/as y estudiantes desarrollar competencias digitales que les permitió adaptarse a la pandemia en forma más fluida y eficiente. Asimismo, se implementaron salas de aprendizaje colaborativo digital, centros de recursos tecnológicos y hoy operan más de 90 salas de aprendizaje híbrido en el conjunto de la Universidad, entre otros tantos recursos digitales.

Todo este equipamiento no es suficiente en sí mismo, se requiere al menos de dos elementos claves, a saber, un modelo educativo institucional que proyecte una mirada formativa para el siglo XXI; y fundamentalmente, una formación en competencias digitales para profesores/as y estudiantes, que en definitiva permitan dotar a los futuros profesionales de herramientas operativas y cognitivas para enfrentar la sociedad digital del futuro.

por David Contreras Guzmán

Profesor escuela de

Pedagogía y director

aula virtual pucv