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son símbolos de la lucha por la justicia. Tal vez la obra más famosa del siglo XX es Guernica, el mural de Picasso, que es un cuadro en contra de los que quisieron acabar con la República que había sido elegida libremente. La verdad tiene también una moral. Verdad y belleza están juntas, pero son distintas. Para llegar a eso tiene que haber libertad.

"memoria visual de una nación"

- ¿Qué reflexión le genera pasar por la estación del Metro Universidad de Chile y contemplar su mural de 1.200 m2 "Memoria visual de una nación", que ven millones de personas?

- Me produce satisfacción. Fue muy ambicioso hacer la historia de Chile, trabajamos cinco años; va a quedar como un hito y ojalá la gente siempre conserve algo en la retina. No es solo un homenaje a la belleza, están también las injusticias, las nueve escenas de los conflictos, que nos recuerdan que hemos pasado por periodos muy oscuros. Al mismo tiempo hay un homenaje a nuestros ancestros. Se me ocurre que es un aporte para toda persona, para que reflexionemos sobre la historia de nuestro país y no repitamos los errores que hemos cometido.

- ¿A usted como artista y como fotógrafo qué emociones o sensaciones le generaba o le sigue generando Valparaíso, la ciudad que inmortalizó el lente de Sergio Larraín?

- Yo conocí bastante a Sergio, un visionario, un místico. Desgraciadamente yo no conozco tanto Valparaíso como debería ser. Cuando termine esta pandemia voy a introducirme más en la cultura del Puerto. He ido muchas veces, pero Valparaíso es más que una ciudad, tiene tanta historia, tanto terremoto, incendio, tanto resurgir también. Es un país dentro de un territorio reducido. Un poco como París, que mide 12 k por 14 k, pero cuánta historia hay en ese territorio. Desentrañar el alma de Valparaíso no es fácil. Esos mismos grafitis, unos sobre otros, revelan distintos modos de pensar. Es una ciudad difícil de entender.

- Usted pasó en La Sebastiana el año nuevo del 73, el último de Neruda, ya muy enfermo. ¿Cómo recuerda esa noche?

- Para mí fue bastante triste porque yo estaba invitado con mi señora y nos quedamos en su casa. Íbamos a celebrar el año nuevo y recuerdo que en esta reunión, que él celebraba con el famoso Coquetelón, Pablo se sintió mal y Matilde dice que se iban a retirar, pero nos pidió que siguiéramos en el festejo. Por supuesto nadie quería quedarse y se terminó. Mi señora y yo nos fuimos a acostar y a la mañana siguiente la hermana me entrega un sobre con esa característica tinta verde que él usaba. Adentro había un poema y eso me emocionó enormemente: estando enfermo escribió un soneto para nosotros. Fue triste, pero al mismo tiempo emotivo por la amistad, que es una forma de amor, y que en ese momento prevaleció. Esa fue la última vez que lo vi.

ESCUCHAR PARA LLEGAR A ACUERDOS

- En otro terreno, ¿cómo cree que lo ha hecho la Convención Constitucional y qué espera de la nueva Constitución?

-Ojalá prevalezca el sentido de la justicia, no el egoísmo ni querer mejorar un sector en detrimento de otro. A veces me entra un pesimismo en el sentido de que tantas personas diferentes puedan llegar a acuerdos, pero por otro lado un optimismo de que a medida que se desarrolle esta Convención se den cuenta de que para llegar a acuerdos hay que escuchar, no denigrar al otro. Hay que respetar. Ojalá ese sea el camino. Siempre leo a Agustín Squella, una persona culta y muy sabia, y me pregunto ¿cómo es que no han escuchado a este hombre? A veces las voces meritorias no tienen tribuna. Prevalece a veces la ignorancia, pero peor que eso, las ansias de poder. Y como dijo Voltaire, el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.

- Ha dicho que la India está en su corazón por la diversidad de su creación artística, pero lo más importante es porque ha desterrado la violencia. En esa línea, ¿le preocupa Chile?

- Mucho, porque recurrir a la violencia es inaceptable. El diálogo tiene que ser lo que legitima una opinión. Escuchar al otro, no con un palo o con un revólver. Todo artista es enemigo acérrimo de la violencia. Por ejemplo, el estallido fue evidentemente necesario porque despertó sentimientos frente a la injusticia en nuestra sociedad, pero yo no concuerdo con que se quemen los comercios, es inaceptable. Kierkegaard decía que a veces nuestras sociedades defienden actos de violencia porque hay un fruto hacia la justicia. Él mismo agregaba: Tal vez, pero queda en la historia y se escucha la voz de los que consiguieron algo con la violencia, ¿y qué pasa con las víctimas de la violencia? Yo me pregunto ¿qué pasa con el señor que demoró 30 años en sacar adelante su almacén y que de un día para otro se encuentra sin nada para el futuro?

- Usted ha dicho que un pintor nunca se considera exitoso y nunca se jubila, pero usted es reconocidamente exitoso. ¿No se va a jubilar?

- Creo que la satisfacción del artista es tener un ideal de ser grande en su oficio. Yo veo como exitosos a Delacroix, a Picasso, por sus obras. Que estén en museos o hayan vendido no es tan importante como haber conseguido unir belleza, moral, justicia, verdad, libertad, en una obra de arte. Felizmente hay pintores -que es lo que más conozco- que lo han logrado. Para mí, y aunque no me gusta esa palabra, el éxito como pintor sería hacer un cuadro que reúna esos elementos. Es casi imposible hacerlo, pero creo que ese es el horizonte de todo artista, que tal vez nunca se logra, pero uno camina hacia esa meta. 2

"la libertad, la voluntad de decidir, no se le puede quitar a ninguna persona"

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Otro episodio que seguramente Mario Toral incorporará a su autobiografía se remonta también a su vida en París en la época de la guerra de Argelia. Recuerda haber estado en la cinemateca de la Escuela de Bellas Artes cuando de pronto se apagó la luz y un estudiante se subió al escenario.

"¡Compañeros! -nos dijo-, los militares (contrarios a la independencia de Argelia) van a venir a derrocar a De Gaulle. ¡Nos van a dar armas en la Plaza de la Concordia!'. Salimos todos corriendo con la idea de luchar por la República y evitar el golpe, yo lo hice junto a una muchacha mexicana, Lupe. Al pasar frente al Louvre, ella perdió un zapato y siguió corriendo descalza. Me acordé del cuadro de Delacroix que se llama 'La Libertad guiando al pueblo".

"Entonces yo conecté la vida, la libertad, la independencia, con los cuadros, con la obra, en este caso de Delacroix. Por supuesto, no nos dieron armas. Los pilotos que se suponía iban a trasladar a París a los soldados para hacer caer a De Gaulle se negaron a hacerlo y el golpe fracasó. Ese episodio me hizo unir el valor del arte con el sentimiento que siempre he tenido por la libertad, la voluntad de decidir, que no se le puede quitar a ningún ser humano".

- Usted ha viajado por todo el mundo y ha tenido talleres en Uruguay, Brasil, Francia, Estados Unidos y Chile. ¿A qué atribuye esa necesidad de moverse en circunstancias que según ha dicho el arte necesita también estar estacionado?

- Es una pregunta que también me hago. Los cuadros demoran en hacerse, se necesita soledad, tranquilidad, tiempo. Y simultáneamente uno tiene la imaginación que le hace pensar que hay otros lugares, otros cuadros, otras situaciones, otras personas que piensan distinto. Siempre tuve curiosidad por conocer qué piensan otras personas, qué hacen, cómo ponen ese pensamiento en el papel, en la tela, en la radio, en la televisión. Creo que la curiosidad me ha llevado a viajar, a ir a museos; he ido a muchos en mi vida, porque ahí está la memoria. Y ahí hay una cosa muy interesante: el ser humano recuerda, pero también sabe olvidar. Si no hubiera olvido no habríamos aclamado a la atleta alemana que ganó los 400 metros en las Olimpiadas porque habríamos recordado el Holocausto. 2