Nuevo Plan Regulador para Viña del Mar
Vecinos de la Ciudad Jardín pidieron a la alcaldesa congelar los permisos de obras para, dicen, proteger el patrimonio natural. Cualquier proceso de reformulación del plan regulador debe ser abierto a la participación de los vecinos, pero también debe anclar su elaboración en sólidas bases técnicas desarrolladas por especialistas.
Aunque la agenda pública tiene pocos espacios para temas distintos a la contingencia electoral o constituyente, hay distintos procesos que se habían detenido con la pandemia y que la elección de nuevas autoridades comunales reactivó con fuerza, para bien de las distintas ciudades de la zona. Uno de ellos corresponde a la reflexión sobre las reglas urbanas que delimitan el desarrollo y crecimiento de una ciudad, un instrumento técnico que se conoce como Plan Regulador Comunal (PRC). En los últimos años, varias urbes lograron materializar una actualización de su PRC, pero en el caso de Viña del Mar el proceso quedó trunco, en parte porque hubo un atraso en el proceso de participación ciudadana y la pandemia conspiró para resolver mejor ese aspecto, pero también en parte porque los cuestionamientos a la gestión de la alcaldesa Virginia Reginato le impidieron generar un consenso amplio que asegurara su aprobación.
Conocedores de esta historia, un grupo de vecinos reunidos en la Coordinadora Viña del Mar Ambiental se presentaron esta semana en el frontis del municipio para exigir un nuevo Plan Regulador Comunal (PRC) en la Ciudad Jardín. La petición no se reduce a la reactivación del estudio en curso, sino que la alcaldía que encabeza Macarena Ripamonti reformule "desde cero" el proceso. Dicen que el estallido social y el informe de la ONU sobre cambio climático modificaron las condiciones bajo las cuales deberían escribirse las normas urbanas viñamarinas y estiman que para garantizar un desarrollo adecuado de estas etapas se requiere un congelamiento de todos los permisos de obras, para "salvar lo poco y nada que va quedando del patrimonio ambiental en Viña".
La premisa inicial es correcta: Viña del Mar necesita una actualización urgente de su plan regulador, que data del año 2002 y desde entonces ha sufrido al menos 10 modificaciones y precisiones. Sin embargo, es importante recordar que el medioambiente es uno de los valores que el nuevo instrumento debe preservar, pero no el único. En los últimos veinte años, Viña del Mar ha crecido en su trama urbana más allá de lo pronosticado, pero las relaciones internas en la comuna se han complejizado al punto de transformarla en una pequeña metrópolis de 350 mil habitantes, con todos los inconvenientes que acarrea ello. Cualquier proceso de reformulación del plan regulador debe ser abierto a la participación vecinal, pero también debe anclar su elaboración a sólidas bases técnicas de especialistas en urbanismo, gremios viñamarinos, asociaciones de raigambre en la ciudad, académicos, etc. En su respuesta a los vecinos, la alcaldesa Ripamonti informó que la Secpla instruyó una mesa de trabajo con la Unidad de Asesoría Urbana para abordar el tema, aunque no precisó los plazos que tienen para definir el rumbo final de uno de los temas trascendentales que enfrentará Viña del Mar, uno que podría definir este periodo de cuatro años que encabeza Macarena Ripamonti.