Parte campaña para la gran elección 2021
Con la inscripción de candidatos se abre un intenso periodo en el que las emociones ligadas a la política dominarán la agenda pública. El inicio de la campaña plantea varios desafíos al sistema político. Uno es el descontento instalado con los partidos, un fenómeno que lleva varios años y que se acentuó durante el estallido social.
Con la inscripción de las listas que competirán en noviembre por los 16 cupos de diputados y los 28 puestos de consejero regional (la región no elige senadores en esta oportunidad), partió el periodo de campaña electoral, según indica el cronograma de elecciones generales 2021 publicado por el Servel. Con su nombre inscrito en la papeleta -aún falta la exhaustiva revisión de antecedentes que le permitirá al Servel confirmar cada nominación-, los aspirantes iniciales se transforman en verdaderos candidatos, ya no interesados en movilizar la maquinaria de un partido o juntar las firmas necesarias para sumarse como independiente, sino preocupados por encantar a un electorado que ya fue tres veces a las urnas este año de manera oficial y que ya sufre de cierta fatiga política, pese a la importancia de los comicios que vienen.
El acto mismo de la inscripción deja heridos en el camino, como lo muestra el audio que envió ayer el exseremi de Salud, Francisco Álvarez, quien criticó en duros términos al senador y actual presidente de RN, Francisco Chahuán, por sacarlo de la lista para poner a la exdiputada Carmen Ibáñez, a contrapelo de la decisión adoptada por el Consejo Regional del partido. Peores son las dudas que existen sobre la mala inscripción de los candidatos del Frente Amplio a cores. El impasse, de ser confirmado por el Servel, deja sin opción a la coalición de Apruebo Dignidad para retener al menos los 5 cupos que tiene en el Consejo Regional de Valparaíso.
El inicio de la campaña plantea varios desafíos al sistema político. Uno es el descontento instalado con los partidos, un fenómeno que lleva varios años y que se acentuó durante el estallido social, al punto de que es posible anticipar para los próximos meses un acto de magia singular: la desaparición de los nombres y logos de las colectividades del material de propaganda. Esta es la consecuencia final de la demolición que han sufrido las colectividades, asediadas por los cuestionamientos a la democracia representativa, el hiperpersonalismo y los movimientos sociales devenidos en grupos con aspiraciones electorales.
Aunque se sube a las tesis planteadas por otros especialistas, el académico argentino Mario Riorda le apunta medio a medio cuando habla de que la comunicación política está dominada por la emoción y, por tanto, los candidatos gastarán muy poca energía en el trabajo de convencer racionalmente a sus electores -los programas son secundarios- y estarán mucho más concentrados en fomentar la empatía y gatillar emociones a quienes pide el voto. Las grandes damnificadas de este fenómeno son las ideas y, por extensión, los electores que buscan una autoridad en su formato más tradicional, es decir, que sea capaz de argumentar sus ideas y proponer un plan de acción que permita mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.