Cuando el olvido se hace imposible
Antes de publicar "Soldados de Salamina" (Random House, 2001) y hacer estallar el ambiente literario español, el extremeño Javier Cercas (Ibahernando, 1962) era un filólogo más conocido por sus clases en la Universidad de Gerona y sus reportajes en el diario El País, que por el oficio de escritor. Pero la historia del frustrado fusilamiento del ensayista Rafael Sánchez Mazas, uno de los precursores del fascismo hispano y cercano al dictador Francisco Franco, le permitió construir una historia de formato testimonial y acelerado ritmo narrativo, capaz de generar interés y reflexión, adhesión y crítica.
La estrategia de Cercas fue un éxito más allá de lo pensado y la verosimilitud del relato levantó polvareda entre los propios historiadores, expertos en el doloroso periodo de la Guerra Civil española. El Premio Nobel Mario Vargas Llosa hizo un comentario tan elogioso del libro, que alzó al hasta entonces sencillo escritor de provincias al nivel de nueva figura de la escena cultural hispana y lo reveló como un talento capaz de renovar la mirada y abrir debate sobre un capítulo del Siglo XX que se consideraba cerrado.
El oficio de escribir libros y publicarlos, explicó Cercas en una entrevista a la televisión española, tiene en parte ese objetivo: provocar en la sociedad una reflexión que le permita enfrentarse a la cruda realidad que la rodea. "Somos como aves carroñeras … o alquimistas, que transforman las crisis y las catástrofes en belleza y certidumbre".
Metido allí, en la carroña de la historia, deambuló más de una década. En 2009 publicó "Anatomía de un instante", un ensayo periodístico relatado en tiempo real, sobre el golpe de estado español del 23 de febrero de 1981. Sus siguientes novelas, "Las leyes de la frontera" (2012), "El impostor" (2014) y "El monarca de las sombras" (2017), metieron sus narices, otra vez, en historias vinculadas con la Guerra Civil y la transición posterior al franquismo.
Al cerrar el ciclo, un Cercas cansado, pero siempre filoso, reconocía que esta fórmula de "escribir novelas sin ficción" estaba agotada. Se sentía al borde de la defunción literaria, escaso de ideas y sin nuevos caminos que seguir. En ese intento de eludir la muerte creativa, el catalán - amigo del chileno Roberto Bolaño, al punto que lo incluyó en "Soldados de Salamina" - volvió sus ojos a la ficción pura y, entre todo lo que vio, apareció un personaje: un policía de pocas palabras, pasado tortuoso y tan agudo en sus ideas como violento cuando se enfrenta a los tipos que dominan el crimen organizado, el terrorismo o los hilos de la política. En resumen, un héroe de novela negra, un detective capaz de ensuciarse las manos para dar a cada quien lo que le corresponde, que eso es la Justicia, tal cual la entiende Javier Cercas en "Terra Alta" e "Independencia", los dos primeros libros de lo que el autor anticipa puede ser una serie de cuatro o cinco volúmenes, quién sabe.
En "Terra Alta" (Premio Planeta 2019), ambientada en el año 2021, se describen los inicios del joven Mosso d'Esquadra Melchor Marín, las duras historias que lo empujan a salir de Barcelona para arrinconarse en la comarca de La Tierra Alta. El poblado es pequeño y tranquilo, el lugar adecuado para rescatar a Marín de un presente demasiado agitado y peligroso, pero allí lo espera una investigación del infierno: los propietarios de la mayor empresa del lugar, Gráficas Adell, aparecen asesinados tras haber sido sometidos a atroces torturas. El crimen desata una serie de desconfianzas, presiones y espantos que llenan un relato trepidante y complejo, cuyo cierre es demoledor y da pie para la apertura de "Independencia" (2021).
Pasaron cuatro años de los crímenes en "Terra Alta" y Melchor Marín es sacado de sus preocupaciones policiales en la ahora tranquila prefectura local, para volver a Barcelona, donde deberá apoyar a la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones en resolver un nuevo caso de insospechados alcances: el chantaje sexual a la alcaldesa de la Ciudad Condal, sucesora de la actual jefa comunal Ada Colau. Es tan actual el humus de contingencia con el cual Cercas alimenta la acción de "Independencia", que no será difícil para el lector identificar en varias figuras y hechos de la trama los rastros de poderosos políticos españoles y, por qué no, con algo de imaginación, a representantes de la élite nacional.
Pero imaginar a Melchor es ver a Javier Cercas, aunque el escritor afirma que no tiene nada que ver con su personaje. Algo en el fraseo catalán de Marín, en las ideas que expresa, aunque no siempre pronuncia. Su afición a la literatura, a las ironías. En esta ocasión, la historia gira en torno a la escalada independentista en Cataluña, que comenzó en 2012 y derivó en la crisis de 2017, el pasado reciente de acuerdo a la línea de tiempo que sigue la novela. De allí surgen el título del libro y buena parte del relato. El proceso de autonomía sirve como soporte de la intriga, pero la complejidad de "Independencia" abarca mucho más, porque Cercas tiene la habilidad de profundizar en los personajes secundarios al mismo ritmo que deja pequeñas pistas sobre el entuerto policial, que a poco partir se transforma en un "thriller político". A Marín lo acompaña en Barcelona su hija Cosette y lo acoge su protector, el abogado Domingo Vivales, quien a su vez entrega algunos de los pasajes más emotivos. En la jefatura de policía, el equipo a cargo de las pesquisas está liderado por el sargento Blai y el grupo que investiga la extorsión está integrado además por el inspector Vásquez, ambos viejos conocidos de Melchor Marín.
Muy pronto, el lector cae en la cuenta de que "Independencia" es un viaje a los viejos demonios del protagonista, quien tiene dudas sobre su vocación de policía, carga con la frustración de nunca haber descubierto a los asesinos de su madre y aguanta a duras penas la culpa que siente por la muerte de su esposa, la madre de Cosette, ocurrida en un atentado vinculado al terrorífico caso relatado en "Terra Alta". Todo lo que pasa está atado a ese nudo central, la historia de Melchor Marín, con una calidad poliédrica que ilumina dudas valóricas y deudas políticas, ambas tejidas con una inusual habilidad narrativa.
"La ambigüedad es consustancial a la novela, es lo esencial, porque esa ambigüedad deja espacio al lector para que haga suya la obra, la reinterprete", respondía hace unos meses el propio Javier Cercas cuando le preguntaban sobre su capacidad para mezclar personajes y hechos históricos en un relato ficticio, al punto que no es fácil distinguir dónde empieza uno y acaba el otro.
Como en gran parte de su obra, Cercas también pone aquí varias referencias literarias. Cada noche que puede, Melchor le lee a su hija Cosette un capítulo de "Miguel Strogoff", aunque reserva sus espacios personales para las páginas de "Los Miserables", cuyo protagonista es algo así como su alter ego literario. Pero la presencia más pertinente está sólo implícita a través de una frase. El argentino Jorge Luis Borges escribió en los años 60 el microcuento "Leyenda", que relata el encuentro de Abel y Caín tras la muerte del primero a mano de su hermano. Caín pide perdón por su crimen, pero Abel no recuerda nada del sangriento hecho y le ofrece consuelo a su hermano por la culpa que aún siente. El relato borgiano termina con una frase que significa todo para la novela que protagoniza Melchor Marín: "Mientras dura el remordimiento dura la culpa". Porque más allá del thriller político, "Independencia" es una historia sobre aquellas venganzas que se imponen cuando el olvido es imposible.
Título: "Independencia". Autor: Javier Cercas. Editorial: Tusquets. Extensión: 390 páginas. Venta: $ 14.000 (aprox.) en librerías.
por shogun