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LA PELOTA NO SE MANCHA

Castrilli, un Sheriff de plástico

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Antes de comenzar esta columna, me gustaría aclarar que soy un profundo admirador del pueblo argentino. Me encanta su cultura, sus librerías, sus comidas, sus asados, la pasión que ponen en cada una de sus discusiones y, por supuesto, su forma de vivir el fútbol. No debe haber hincha de un equipo de fútbol en Chile que no tenga sus ídolos nacidos al otro lado de la cordillera. En el ámbito local, la lista es larga, pero me quedo con Mario Vener para los wanderinos o Ezequiel Miralles para los evertonianos. ¿Cómo no quererlos?

Eso no me priva de tener una mirada crítica cuando la admiración se transforma en devoción ciega, tal como sucedió con Marcelo Bielsa, Jorge Sampaoli y, ahora, Javier Castrilli.

El éxito profesional y un abultado curriculum no son licencia para decir y hacer cualquier cosa. Bielsa se equivocó cuando le negó el saludo al presidente; Sampaoli nos "vendió la pescá" con su famoso amateurismo y ahora Castrilli está empezando a hacer de la suyas en el arbitraje chileno.

En ciencia, se habla de la "enfermedad de Nobel" cuando un reputado investigador de galardonada trayectoria empieza, con el paso de los años, a tratar de recuperar protagonismo con polémicas teorías u opiniones disparatadas contrarias a los hallazgos actuales de la comunidad científica. Algo así parece que le ha venido sucediendo al réferi argentino. Después de una dilatada carrera arbitral por la que fue apodado como el "Sheriff", luego de actuaciones donde no le tembló la mano para aplicar el reglamento contra los equipos grandes y jugadores famosos (como cuando se enfrentó a Maradona) y tras una fracasada aventura política, empezó a dedicarse a twittear sobre lo humano y lo divino desde la comodidad de su hogar.

Con la crisis arbitral de Chile a la vista, Castrilli clavó -además- su mirada en nuestro país y dio comienzo a una serie de frases laudatorias sobre nuestra selección: "Alguien sabe por qué Chile no juega con la roja…??? Tiene un contenido simbólico no menor en partidos como este…" o "El penal sancionado contra Chile por mano de Maripan NO SOLO ESTUVO MAL SANCIONADO SINO QUE SE UTILIZARON IMÁGENES NO AUTORIZADAS POR EL PROTOCOLO DEL VAR..."

La ANFP "pisó el palito" y encontró en él la solución a todos sus problemas. Apenas llegó, se subió a un avión para acompañar a la selección a Perú. ¿De verdad lo necesitaban? Yo creo que no, pero un buen hotel, viático, un ceviche, pisco sour y fútbol en vivo y en directo con un jugoso sueldo era lo que había soñado para sus últimos años, mientras trataba de condensar sus ideas para llamar la atención en la red social del pajarito.

Por todas estas razones, Castrilli, el juez de hierro que defendía a David cada vez que se enfrentaba a Goliat, dio la espalda a su propia historia este miércoles en San Carlos de Apoquindo: Roberto Tobar, su protegido desde que llegó a Chile, en un partido que captó la atención del mundo futbolero, había expulsado de forma polémica a dos jugadores de la Universidad Católica en su estadio.

El hecho tenía una doble implicancia. Primero, la UC se ha vuelto el club regalón de la ANFP, no solo porque su presidente ha sido siempre amable con la asociación, sino porque -además- le prestan el estadio a la selección y sus instalaciones en estas clasificatorias. No se puede perjudicar así a quien te recibe en su casa con los brazos abiertos. Segundo, los jugadores expulsados quedaban fuera del clásico contra Colo Colo que ha sido promocionado durante meses en todas las plataformas posibles. La sensación de que el torneo estaba arreglado frente a los albos, le restaba brillo a un partido que sirve para captar nuevos abonados.

Frente a este panorama, Castrilli recordó con estupor aquellas tardes de soledad en que mataba el día twitteando sobre off side mal cobrados, expulsiones injustas, colores de camiseta y penales truchos. Entonces, pareció olvidar sus principios y habría hecho lo que no correspondía, presionar a Tobar para que se desdijera de los cobros, reconociera sus supuestos errores y cortara por el hilo más delgado: acusar al jugador de Wanderers, a quien ni siquiera conoce, de haber simulado (solo faltó decir que había golpeado con su pera en el codo de Zampedri). No contento con eso, se dio el tiempo de acusar públicamente al jugador caturro Luis García, aunque ni siquiera era él quien había estado comprometido en la acción.

Todos felices con el Sheriff que había llegado para poner justicia, pero el western tomó un giro inesperado a favor de los poderosos. Gracias al exárbitro, los panelistas del TNT Sport podían respirar tranquilos de tener el clásico que esperaban y los dirigentes cruzados apaciguar sus crispados ánimos después de dos días de amargos lamentos. Incluso los hinchas de Colo Colo quedaron contentos: su rival no podría acusarlos de un clásico arreglado. Y lo más destacado, el exjuez de hierro podrá seguir viviendo el sueño del pibe en Chile, sacando brillo a una placa que solo hace justicia con algunos.

por winston