El advenimiento de la tercera ola covid
El retroceso a fase 3 de Preparación de Quilpué, Papudo y Petorca debe obligar a la población y a algunas autoridades a tomar conciencia. Las variadas señales del colapso de los servicios de urgencia y la escasez de camas UCI no han sido suficientes para hacerle entender a los rezagados que vacunarse es imperativo.
El Ministerio de Salud anunció ayer el retroceso a fase 3 de Preparación de Quilpué, Papudo y Petorca, junto a otras tres comunas del resto del país, además del aún más preocupante regreso a fase 2 de Transición de otras dos localidades de la Región de Los Lagos, a partir de las 05.00 horas de mañana, sábado 30 de octubre.
En paralelo, se anuncia el arribo a la Región de Valparaíso por el próximo fin de semana largo de unos 150 mil vehículos, lo que ha generado una alta expectativa en los gremios de la hotelería, gastronomía y turismo, pero también ha provocado una comprensible preocupación en los círculos sanitarios respecto de los eventuales efectos que ello tendrá en la inminente tercera ola y el alza de contagios de covid en la zona.
La alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán, se queja de que las medidas del Gobierno central no han tomado en cuenta los esfuerzos de la comuna, tales como la Mesa covid preventiva, la campaña #ProtégeteQuilpué y la mantención de los equipos de trazabilidad que el propio ministerio había ordenado terminar, acusando, además, la ausencia de diálogos para mantener estrategias interconectadas y la falta de vacunas.
El ministro Enrique Paris, por su parte, reaccionó inmediatamente, discutiendo que el Gobierno no haya cumplido con la entrega de inoculaciones. "No nos pueden echar la culpa a nosotros de que no tengan vacunas, hay que agilizar y optimizar la estrategia de vacunación", aseveró, poniendo sobre la mesa la entrega de más de 9 mil millones de pesos a las agrupaciones. "Obviamente que hay municipios que están más retrasados, comunas más retrasadas y regiones más retrasadas, nosotros les pedimos un esfuerzo", agregó.
Lo cierto es que la tercera ola ya está acá. El retroceso de Quilpué es solo la primera señal de que el relajo de la ciudadanía y sobre todo de las autoridades comunales ha sido mayúsculo. No es precisamente el caso de Quilpué, por cuanto mucho de lo que dice la alcaldesa Melipillán es cierto: su municipio ha hecho los esfuerzos para postergar lo máximo posible el alza de contagios. Pero hablamos de otras como Valparaíso, en la cual hasta se han estimulado las reuniones masivas sin ningún tipo de protocolo de seguridad, como fue el pasado pasacalle del Festival de los Mil Tambores o las manifestaciones masivas con ollas comunes y asambleas incluidas, en las cuales han participado desde el alcalde de Valparaíso hasta varios candidatos a diversos cargos en las próximas elecciones generales del 21 de noviembre.
Las variadas señales del colapso de los servicios de urgencia y la escasez de camas UCI en el sistema hospitalario de la Región y del país no han sido suficientes para hacerle entender a los rezagados que vacunarse y mantener las medidas de seguridad no son opciones, sino imperativos morales en los tiempos que corren.