El acuerdo entre empresas privadas y públicas para restablecer el modo ferroviario como medio de transferencia de carga para el puerto de Valparaíso es un aporte valioso al crecimiento de las operaciones del terminal local.

En el convenio participaron las estatales Empresa Puerto de Valparaíso (EPV) y Ferrocarriles del Estado (EFE), propietaria de Merval, y las privadas Fepasa, operadora ferroviaria, TPS, concesionaria portuaria y la naviera danesa Maersk. Mediante esta alianza ha comenzado a operar un sistema de transporte ferroviario de contenedores refrigerados con frutas procedentes de un terminal situado en la estación de Quinta, comuna de la Provincia de Curicó.

Estos contenedores se cargan en un convoy ferroviario con destino al puerto de Valparaíso, estableciendo un servicio que se inició el sábado pasado y que mantendrá tres despachos a la semana para llegar posteriormente a una frecuencia de 20.

El primer viaje que ingresó en horas de la madrugada del sábado al puerto estaba compuesto por 25 carros con carga equivalente a la de 27 camiones viajando por las carreteras. Las tres frecuencias semanales podrían significar del transporte anual de hasta 180 mil toneladas y se contempla en otras etapas la transferencia en los viajes de retorno de carga importación hacia diversos centros de distribución y consumo.

Esta alianza significa un esfuerzo logístico de importancia en el cual la coordinación es fundamental por el uso de las mismas vías del Metro Regional de Valparaíso en horas en que cesa el servicio de pasajeros. Hay, además, limitaciones de altura de los convoyes establecida necesariamente por los tendidos de alimentación aéreos del servicio de Merval entre Limache y Valparaíso y por capacidad misma de los numerosos túneles existentes a los largo de la ruta ferroviaria. Para el presidente de EFE, Pedro Pablo Errázuriz, esta operación regular de carga es "una tremenda noticia", por lo que espera que "a futuro se sumen nuevos exportadores e importadores".

Desde el punto de vista del puerto de Valparaíso, la reanudación de una modalidad histórica, como es la ferroviaria, significa dar mayor flexibilidad al terminal con un acceso que se suma al carretero, aportando en lo general al comercio exterior. Además, con una mirada ambiental, el modo ferroviario de alta capacidad de carga y con el uso de vías propias resta movimiento a las carreteras y disminuye la contaminación derivada de la gasolina o el petróleo.

Finalmente, junto al avance que significa la llegada de estos trenes de carga al puerto, hay que insistir en la necesidad de concretar un moderno enlace ferroviario con la capital destinado al servicio de pasajeros, teniendo a la vista las ventajas de esa modalidad como medio de transporte. Replicando a Errázuriz, estamos a la espera de esas "tremenda noticia".

Celebro el camino escogido por el CRUV, ratificado en días pasados por la empresa Copec y reforzado por la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, de abrir un gran debate público, ampliamente participativo de la comunidad viñamarina, y por cierto de la comunidad nacional, sobre el futuro del paño ocupado por las petroleras en Las Salinas.

Del destino de esos terrenos depende en forma muy importante lo que ocurra en Viña del Mar, tanto desde el punto de vista turístico como de su conectividad con Reñaca, así como sobre el futuro del Barrio Santa Inés y la forma de cómo se planteará la relación de los cerros con el plan y el desarrollo urbanístico, medioambiental y cultural de la ciudad.

Por ello, la forma de cómo se resuelva el saneamiento de esos terrenos es importante para Chile, dada la relevancia de Viña como capital y centro turístico nacional e internacional, y sobre todo para consagrar un estilo y una política pública regionalista y descentralizada que debe consolidarse entre la academia y universidades con sus entornos, regiones y ciudades.

Celebro especialmente el rol que el municipio quiere darle a la comunidad en la solución de este conflicto, pues ella es una parte esencial e indispensable del mismo, en paridad con la del conocimiento y de la ciencia. Soy optimista de que los resultados que se obtendrán de la mesa amplia de diálogo y conversación solucionarán sabia y armónica el dilema que enfrentan hoy los diversos protagonistas que deben intervenir con un rol relevante y decisorio, verdaderamente incidente, como lo han exigido con justicia los actores de la comunidad.

Era principalmente este factor el que no se cumplió en la convocatoria e instancias que convocó el anterior Gobierno Regional, pues en ellas, como lo planteamos en su oportunidad, no se escuchó de verdad a los ciudadanos, barrios y entidades amplias que tienen una palabra que decir, sin desvalorizar a ninguno, pues cada cual, en su ámbito, son relevantes. Mientras más rica y diversa sea la participación, mejor será el resultado.

Asimismo, como lo señaló el rector de la PUCV, Claudio Elórtegui, debe considerarse como una parte sistémica de la solución de este trascendente desafío, tanto la remediación ambiental como el futuro uso del suelo. Son problemas distintos, pero la respuesta es integral.

En efecto, nada se sacaría en limpio si la solución de saneamiento ambiental no estuviera ligada íntimamente con un uso del suelo que mire con sentido de bien general y horizonte de largo plazo el futuro turístico y cultural de la ciudad y del país, y el bien de la generaciones que nos van a suceder, tanto ambiental como funcionalmente en el destino que se le dé a esos valiosos y escasos terrenos.

En suma, la más amplia intervención de la comunidad, tanto científica como de la sociedad civil, junto a los órganos públicos responsables -municipio, institucionalidad ambiental, nuevo Gobierno Regional, hoy en plena expansión de sus facultades como motor de descentralización- serán garantía para que el interés público prime sobre el interés privado en un tema tan trascendente para Viña, para su relación con Valparaíso, del borde costero regional y de los dilemas ambientales del país, como los que se están jugando hoy en Las Salinas.

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