Silenciosamente, el alcalde Jorge Sharp continúa participando activamente del proceso constituyente por intermedio de su movimiento Territorios en Red y la presencia en la propia Convención de su exsecpla, Tania Madriaga.

En la larguísima elección desarrollada en una decena de votaciones, durante las últimas 48 horas, el alcalde porteño se jugó decididamente por el representante de los escaños reservados del pueblo diaguita Eric Chinga, postulado por la Coordinadora Plurinacional y Popular.

"500 años de colonialismo deben parar. Ahora es el momento. Por eso los pueblos deben seguir presidiendo la Convención. ¿Por qué no pensar en un diaguita, pueblo que luchó por no desaparecer, para representarnos a todos? ¡Plurinacionalidad ahora!", escribió en sus redes sociales durante las últimas horas. "(...) precisamente de eso se trata; o no nos tomamos en serio la plurinacionalidad o quedará como una caja de fósforos como señala la Machi Linconao", agregó.

Según Jorge Sharp, Chile y la Convención estuvieron anteayer frente a un problema "estratégico" y no de generosidad de la Coordinadora Plurinacional, asumiendo que gran parte de los constituyentes optaban por "construir mayoría con otros sectores, a costa de invisibilizar a un importante sector popular, territorial e indígena que se la jugó en la calle por el proceso constituyente".

Así, llama la atención, por ejemplo, que Madriaga -la aliada de Sharp en la CC- mantuviera su voto por Chinga a rajatabla, aun cuando otros como el comunista Hugo Gutiérrez cerraban filas en torno a Cristina Dorador. De la misma manera, también fue bastante llamativo que el descuelgue del Frente Amplio frente a la opción de María Elisa Quinteros, no fuera asumido por la antropóloga, quien pareciera haber participado de la articulación pretendida por Sharp y Rodrigo Ruiz en torno a convertir al "municipalismo" en un "canal hacia los territorios".

¿Qué busca, finalmente, el sharpismo? ¿La izquierda de la izquierda? Hasta el minuto, se asoma un movimiento de nicho que agrupa minorías étnicas, grupos marginales y un sello con guiños al Movimiento brasileño de los Sin Tierra y con fuertes semejanzas a la frustrada izquierda social cristiana de Ecuador que terminó condenando al gobierno de Rafael Correa por su "lógica burguesa".

Así las cosas, el municipalismo será, sin lugar a dudas, uno de los grandes focos de desafío que tendrá el futuro Gobierno de Gabriel Boric. De hecho, precisamente mientras el TER se sumaba a la presidencia de Quinteros, once alcaldes -entre ellos, Sharp, Javiera Toledo de Villa Alemana y Freddy Ramírez de Concón-, además de numerosos concejales, ingresaron ayer a la Convención una iniciativa popular de norma constitucional para Gobiernos Locales y Democracia Plurinacional Participativa. ¿Acaso no dijo Boric que pretendía salir de La Moneda con menos poder del cual entraría?

Bueno, aquí tiene su primera prueba de fuego.

Chile ha estado en la palestra de los medios de comunicación internacionales desde el triunfo electoral del Presidente electo, Gabriel Boric, que cuando asuma será el Mandatario más joven de Chile en dos siglos. En anteriores artículos he analizado algunos aspectos de la economía chilena, pero siempre es interesante conocer las opiniones de dos destacados expertos de la economía global y por ello he creído pertinente rescatar las miradas de Martin Wolf, comentarista jefe de economía del Financial Times, y de Joseph Stiglitz, Nobel de Economía en 2001 y ex economista jefe del Banco Mundial, entregadas en sendas entrevistas en dos relevantes periódicos de circulación nacional en la última semana del 2021.

Un primer punto interesante que aborda la entrevista a Wolf es la complejidad de una agenda transformadora y menciona que "Boric va a necesitar mucha suerte, va a tener que demostrar mucho juicio, tendrá que construir y sostener coaliciones poderosas y tendrá que ser muy realista, desarrollando un sentido agudo para priorizar". Y advierte de las dificultades que pueden provenir "de los perdedores, de un realismo básico y de la decepción de sus partidarios" que podrían "crear una situación política muy volátil y esa, a su vez, es económicamente desestabilizadora". Un segundo punto que me pareció muy interesante es sobre los riesgos y oportunidades en los procesos de transformación y Wolf plantea que "la oportunidad radica en crear una sociedad socialdemócrata estable, próspera, más equitativa, en el largo plazo más dinámica y más feliz. Eso se puede hacer".

En la entrevista a Stiglitz, ante una pregunta de cómo Chile puede hacer una transición desde una economía ortodoxa de libre mercado a una de bienestar sin disrupciones, plantea: "Permítanme enfatizar que una economía de bienestar socialdemócrata del siglo XXI, que es la dirección que está tomando Chile, sigue siendo una economía de mercado. Las áreas donde se enfocan las reformas son en las cosas que no están funcionando bien, al menos para una gran parte de la población. Los cambios propuestos -uno podría llamarlos "reformas"- ofrecen el potencial de incrementar el desempeño económico general como la justicia social y económica".

Ante otra pregunta de cómo se podría llevar una reforma de pensiones sin causar problemas en el mercado de capitales, Stiglitz plantea que "las reformas de pensiones consisten en reglas rigiendo las contribuciones y los pagos, los flujos de entrada y salida del sistema y quién administra los activos existentes. Tales cambios ocurren todo el tiempo, tanto en los sistemas públicos como en los privados, y con un poco de previsión, las cosas pueden avanzar sin problemas. Esto especialmente cierto para Chile ahora, porque el sistema actual no está funcionando para los chilenos tan bien como podría".

Ambas entrevistas son obviamente más extensas, pero nos plantean desde sus miradas los desafíos más urgentes que la realidad nos muestra para la política chilena para los próximos cuatro años. Finalmente, para reafirmar dichos desafíos destaco una frase que un destacado intelectual porteño, Ernesto Ottone, ha planteado en un artículo reciente la plena vigencia de una conferencia de Max Weber en 1919, cuando señalaba que "una ética de la convicción y una ética de la responsabilidad no son elementos contrapuestos, sino complementarios".