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La hora de los monstruos

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"Mi simpático amigo, usted es joven y tiene un carácter apasionado. Escuche a un hombre que supo lo que significa el desprecio de aquellas cosas que no estamos en condiciones de comprender, y las cuales, gracias a Dios, están separadas de nosotros por una cortina oscura e impenetrable", dice uno de los dos hombres. Ambos están sentados en una calle, en la oscuridad de una noche de Moscú en algún momento de fines del siglo XVIII. El primero, más viejo y más experimentado a su pesar, está tratando de convencer a su joven amigo de que los vampiros existen.

La escena es parte de "El vampiro", que junto con el relato "La familia del vurdalak" compone un díptico imperdible de la literatura dedicada a esos no muertos sedientos de sangre. Los dos están firmados por Alekséi Konstantínovich Tolstoi, primo en segundo grado del autor de "La guerra y la paz".

Mucho antes de que los vampiros fueran reducidos por la literatura de moda y películas cada vez más malas a simples víctimas de una infección viral, eran seres que portaban una maldición y que temían de manera visceral a ciertos símbolos sacros. Y este Tolstoi menos conocido legó a la posteridad dos de las mejores historias del género.

La primera comienza en una fiesta muy animada en Moscú, durante el cual el protagonista, Runevski, se topa con un hombre algo excéntrico que manifiesta estar sorprendido. ¿El motivo? "Me extraña ver upires en el baile de esta noche", le dice su interlocutor, y a continuación le señala a una pareja de asistentes. Se trata de un hombre y una mujer mayores que, asegura, son muertos vivientes en el proceso de elegir víctimas.

Este estrambótico inicio de "El vampiro" da origen a un relato que mezcla intriga y aventuras, mientras el protagonista trata de convencerse de la veracidad de las acusaciones y busca proteger a una joven de la que se ha prendado. La historia va y viene a través del tiempo, mientras se cuenta el origen de la familia a la que pertenece uno de los supuestos vampiros, y en algún momento conocemos un episodio ocurrido a miles de kilómetros de distancia que podría echar luz sobre lo que sucede.

"La familia del Vurdalak" es, en comparación, una historia mucho más simple. En los días posteriores al Congreso de Viena tras las guerras napoleónicas, un grupo de amigos se reúne en la casa de una princesa en la capital del imperio austrohúngaro para conversar y compartir historias. Cuando ya todo parece dicho, un anciano noble francés toma la palabra y relata una aventura que vivió en su juventud en una alejada aldea de Serbia. Allí vio cómo una maldición asediaba a una familia y a la pequeña aldea en la que vivían.

Aunque más breve, "La familia del Vurdalak" es un relato tremendamente efectivo y es, a ciencia cierta, uno de esos pocos cuentos que cumplen a carta cabal con lo que se espera de una historia de terror: produce miedo.

La obra de Alekséi Tolstoi fue eclipsada en gran parte por la memoria de su famoso primo y el turbulento inicio del siglo XX ruso pareció dejarlo un poco en el olvido. Hasta que en los años 50 el crítico y erudito francés Roger Caillois incluyó el relato en su clásico "Antología del cuento fantástico", lo que reavivó el interés por este autor ruso. Como sus propios personajes, "La familia del vurdalak" regresó de los muertos para ocupar un lugar de privilegio entre los cuentos de terror. Nada mal para un hombre que falleció en la miseria y, según se cuenta, asediado por la adicción a la morfina.

"Nada más lejos de la estilización romántica es este enorme y bestial vurdalak, surgido de las supersticiones ancestrales, del que emana el más puro terror primitivo", escribió Jacobo Siruela, otro gran erudito especializado en relatos fantásticos y de terror, que incluyó el cuento de Tolstoi en su antología "El vampiro". No duda en calificar a este monstruo como "el más auténtico e intemporal" de los que pudo reunir.

Tal vez en este gran detalle está el corazón de la naturaleza aterradora de este cuento. Los protagonistas de "El vampiro" se mezclan con las personas, parecen personas, y llevan una existencia que pretende ser normal. En el caso de "La familia del vurdalak", hay un padre que se adentra en el bosque y advierte a su familia que si tarda más de diez días, no duden en clavarle una estaca de álamo en el corazón a su regreso. El protagonista nos cuenta lo que él vio en ese hombre cuando vuelve de su excursión, casi al filo del plazo señalado: "El viejo se detuvo y recorrió a su familia con la mirada propia de unos ojos que no alcanzan a vislumbrar la luz, apagados y hundidos". Estamos en presencia de algo abominable.

Los vurdalaks y los upires se originan en mitos y leyendas de los pueblos eslavos y de los Balcanes. Desde esa zona de Europa los chupasangres, empujados por el romanticismo, conquistaron su espacio en la literatura al difundirse las historias que se contaban sobre ellos.

La "Enciclopedia del ocultismo", de Lewis Spence, publicada en 1920, consigna que en ciertas zonas de Serbia se cree que si un perro o un gato saltan por sobre una persona recién muerta -o si un pájaro vuela sobre el cuerpo-, hay riesgo de vampirismo. Según la misma fuente, en un pueblo de Bohemia se recopiló la historia de un pastor fallecido que "visitó" a varias personas, que fenecieron antes de ocho días. Aterrados, los lugareños desenterraron el cuerpo del pastor y le clavaron una estaca en el corazón. Para su sorpresa y horror, el muerto se rió de ellos y, poco después, se las arregló para sacarse la estaca y seguir con sus tropelías. Este tipo de historias comenzaron a llegar a Europa occidental.

El fundador formal de este subgénero es el inglés John William Polidori, quien en 1819 publicó "El vampiro". Tolstoi dio a la imprenta "La familia del vurdalak" en 1839. En 1872, Sheridan Le Fanu publicó "Carmilla", y en 1897 apareció "Drácula", del escritor irlandés Bram Stoker, considerada la piedra angular de las historias vampíricas. Su archifamoso conde, por cierto, habita cierto castillo en los Cárpatos, en plena "madre patria" de los upires.

Drácula era un ser sofisticado y con planes de largo plazo, como instalarse en la principal metrópolis del mundo. Muy lejos de los simples apetitos de un vurdalak, que se conformaba con observar "con ojos de hiena" a su posible presa, un viajero solitario y cansado en medio de ninguna parte.


El Samurái DE LOS LIBROS

Título: "El Vampiro/ La familia del vurdalak".

Autor: Alekséi K. Tolstoi.

Editorial: Alianza.

Extensión: 366. Páginas: 172.

Precio: $ 17.330.