Sicario y homicidio en ocupación de terrenos
El juicio oral por el asesinato del empresario Alejandro Correa debe ir a la raíz de la rentable explotación de la falta de viviendas. En los terrenos usurpados a la víctima se ha consolidado una población con viviendas levantadas con buenos materiales. Todo ello evidencia una inversión y un pago entre los ocupantes y los loteadores.
Ha transcurrido más de un año y medio desde que ocurriera el brutal homicidio en que perdió la vida el empresario Alejandro Correa en la puerta de su domicilio en Concón. Fue el 18 de mayo de 2020 cuando el sicario colombiano Víctor Gutiérrez Londoño llegó hasta la residencia de Correa y lo ultimó de un tiro.
La investigación determinó que se trataba de un crimen por encargo, para lo cual el autor intelectual del hecho, Renato López, quien está detenido, contrató al sicario colombiano. Por este hecho también se encuentran en prisión Claudio Riveros, quien trasladó al homicida y luego escondió el arma letal, y Melisa Palma, pareja de Gutiérrez,
De acuerdo a la conclusión de la Fiscalía, el asesinato, caratulado como homicidio calificado, fue planificado y ejecutado luego que el empresario Correa denunciara la usurpación de terrenos de su propiedad en Quilpué. La Fiscalía presentará pruebas documentales de los pagos que hizo López a Gutiérrez. Además, durante el juicio, que se iniciará el 31 de este mes, comparecerán 39 testigos y 16 peritos.
Entretanto, en los terrenos usurpados, propiedad de la víctima, se ha consolidado una verdadera población, con más de 100 lotes de 450 metros cuadrados ocupados por viviendas levantadas con buenos materiales. Todo ello evidencia una inversión y también, indudablemente, debe haber mediado un pago de los ocupantes actuales a los loteadores.
En esa operación irregular, de importantes alcances económicos, las denuncias de Alejandro Correa resultaban molestas y se llegó al extremo de ordenar su eliminación. Este caso revela cómo se está explotando la necesidad habitacional, pues aparece aquí toda una organización que no solo midió y cercó terrenos, sino que también utilizó maquinaria pesada. Todo ello significa, insistimos, inversión que, necesariamente, busca rentabilidad.
Aparece aquí también otra expresión de la violencia instalada en nuestra sociedad y que se hace presente con inquietante frecuencia, como ha ocurrido en los últimos días. Además, este caso muestra los resultados del descontrol de la inmigración ilegal que conlleva la repudiable figura del sicario.
En este juicio, además de peritos, deben comparecer testigos, cuyas declaraciones son clave y es imprescindible que se eviten presiones sobre quienes testimonien, considerando la violencia demostrada por los acusados en el caso. Es muy posible que aún existan cómplices en libertad, cuyas identidades se deberían establecer a través del proceso en marcha.
En este juicio oral, donde aparece la violencia en su peor forma, es esencial que el trabajo de la justicia logre llegar hasta el fondo del caso, tanto para sancionar a los culpables directos como para establecer los alcances de una organización criminal que explota las necesidades habitacionales.