Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Servicios
  • Espectáculos

20 de enero y el triunfo en Yungay

E-mail Compartir

Mientras Perú estaba inmerso en las guerras civiles, el presidente boliviano Andrés de Santa Cruz tomó el control del país, lo que generó la huida de sus principales opositores. Gran parte de estos exiliados llegaron a Chile a promover la guerra contra Santa Cruz".

Esta semana se conmemorará otro aniversario, el número 183, del triunfo del Ejército Restaurador contra la Confederación Perú-boliviana en la localidad peruana de Yungay. Aunque escribo casi todos los años sobre este tema, en esta oportunidad, prometo agregar un dato novedoso y que guarda relación con una publicación reciente realizada por "el suscrito" en conjunto con el Centro de Estudios Barros Arana y la Universidad Adolfo Ibáñez.

Se trata de la reedición del Diario Militar de campaña escrito por Antonio Placencia en 1840 y cuya única edición se fue perdiendo con el tiempo. Siendo riguroso, el nombre original de la obra era bastante más extenso: "Diario Militar de la campaña que el Ejército Unido Restaurador abrió en el territorio peruano el año 1838 contra el General Santa Cruz", título que hoy volvería loco a cualquier editor.

Se trata de un librito pequeño de no más de doscientas páginas, con algunos mapas y grabados del que seguramente no se hicieron muchas copias, pero que tenía un inmenso valor por ser un relato directo de lo que había sucedido en la guerra de Chile contra la Confederación escrito por uno de los oficiales del ejército vencedor.

Nos referimos al coronel Antonio Placencia, un español que peleó por el bando peruano a favor del Ejército chileno que acabó con la Confederación Perú-boliviana. Sí, lo dije bien, el problema es que no resulta fácil entender.

Retrocedamos un poco. Mientras Perú estaba inmerso en las guerras civiles, el presidente boliviano Andrés de Santa Cruz aprovechó la crisis para tomar el control de Perú, lo que generó la huida de sus principales opositores. Gran parte de estos exiliados llegaron a Chile a promover la guerra contra Santa Cruz. Expulsar al tirano era la consigna de lo que iba a significar para Perú, según estos expatriados, su segunda independencia. Esta empresa coincidía con la del ministro Diego Portales, que apoyó la causa peruana, aunque claro, pensando en el perjuicio comercial que significaba para los chilenos la unión de Bolivia y Perú, más que en la libertad de los vecinos.

Por esta razón, se bautizó a la fuerza como Ejército Restaurador y no simplemente como Ejército de Chile porque además de los nacionales había un grupo reducido de oficiales y cerca de un centenar de soldados peruanos.

Fue esta fuerza la que, después de distintas escaramuzas, el control de Lima durante algún tiempo y un par de acciones notables, llegó a enfrentarse en el campo de Yungay donde destacaba el cerro Pan de Azúcar como una defensa inexpugnable.

El relato de esta batalla, ocurrida un 20 de enero, es uno de los más impresionantes del diario de Placencia. No exagera el coronel español cuando señala que desde el inicio de la independencia no se había visto una batalla tan sangrienta ni mortífera como la de ese día: "El campo y todo el camino hasta Manco está sembrado de cadáveres y despojos, y la humanidad se estremece al considerar el cúmulo de tantas víctimas sacrificadas por la ambición de un solo hombre", en alusión a Santa Cruz.

Esto queda corroborado cuando el coronel relata que dos días después de la victoria, se quemaron 1237 cadáveres, sin estar incluidos los 600 que quedaron en el cerro Pan de Azúcar ni los 227 que se encontraron en el camino, lo que da un total de 2064 fallecidos. Cifra que contrasta con los 215 cadáveres del Ejército Restaurador que, en cambio, sí fueron enterrados.

La imagen de los cuerpos inertes y mutilados pudriéndose en el cerro Pan de Azúcar, a merced de las aves carroñeras y del sol, resulta digna del infierno de la Divina Comedia de Dante y nos lleva a cuestionarnos respecto a la violencia y crudeza de la guerra.

Estas escenas desgarradoras se repetirían varias veces cuarenta años más tarde en el mismo escenario, aunque ya sin alianzas entre chilenos y peruanos, sino, por el contrario, dos pueblos peleados a muerte que olvidaron que, durante varios años, habían sido hermanos. 2

"

Refundar sin incendiar

E-mail Compartir

Esta semana marcó en algo lo que será la primera hoja de ruta del Presidente electo. El tema será cómo hará 'conversar' y cómo generará sinergias entre la moderación y la necesidad de seguir hablándole a su base electoral, que exige cambios y ya no tiene paciencia para esperarlos".

Esta semana el presidente electo, Gabriel Boric ha comenzado a dibujar más concretamente lo que se configura como el primer borrador del gobierno que comienza el 11 de marzo.

Así, el domingo pasado rompió el silencio, en una entrevista que -estratégicamente- dio en el Diario Concepción, perteneciente a la universidad del mismo nombre. Una señal potente de descentralización.

En esa conversación, el nuevo mandatario dio algunas luces sobre el trabajo que está llevando a cabo con miras a su asunción, pero además, inició una semana de definiciones de los temas que marcarán su agenda, en la antesala del nombramiento de su primer gabinete, comprometido por para este 22 de enero. Y lanzó un mensaje clave: sus prioridades, al menos en una primera etapa, estarán enfocadas en el manejo de la pandemia y la seguridad ciudadana.

El primero de estos tópicos tiene que ver mucho con el cómo se genera una continuidad -aunque esa palabra le genere conflictos- con la gestión realizada por el actual gobierno, la que probablemente pase a la historia como uno de los pocos logros de Sebastián Piñera. En efecto, el control de la Covid-19 y el alto porcentaje de vacunación de la ciudadanía han sido destacados tanto interna como externamente y Boric sabe que no puede bajar los brazos en esta materia. La duda es cómo se planteará en una temática difícil y en continuo cambio, considerando que una de sus más cercanas, la expresidenta del Colegio Médico Izkia Siches, fue acérrima defensora de las cuarentenas y restricciones, en momentos en que en el mundo dichas prohibiciones van en retirada.

Pero la seguridad será otro tema. El aumento del temor ciudadano y, más concretamente, de los homicidios que ha tenido al gobierno de cabeza en estos días es precisamente una de las dificultades más complejas a las que tendrá que hacer frente Boric. A la luz de las cifras y pese a que el gobierno ha intentado mostrar una imagen de control del fenómeno, lo cierto es que ni la puerta giratoria ni la fiesta se les acabó a los delincuentes, como rezaba el slogan de campaña de Piñera, y esto será una de las grandes derrotas de su gestión.

Ahora, Boric manifestó que "el combate a la delincuencia, sin duda, va a ser central, porque la gente quiere recuperar la tranquilidad y los barrios". Pero la pregunta del millón es el cómo. Cuál será la receta mágica que permita si no disminuir las tasas de delincuencia, al menos evitar que sigan subiendo al igual que la percepción de inseguridad.

Lo anterior deberá ser conjugado con otros elementos relevantes, como su postura respecto de los presos del estallido social, tema en el que ha jugado a dos bandas. Si en un comienzo el entonces candidato planteaba que el perdón tenía que ser total, luego moderó su discurso, afirmando que "no es aceptable pensar en un indulto para todos". Ahora, se reunió con familiares de presos de la revuelta y definió como su jefe de gabinete a un experto en derechos humanos, en una apuesta coherente y positiva, pero que puede generarle ruido con quienes se vieron afectados por la violencia del 18-O.

En medio de esa temática, Boric fue sorprendido por la decisión del gobierno de Piñera de adjudicar -faltando solo dos meses para el fin de su gobierno- la explotación de litio en Chile, en circunstancias que no hay consenso político al respecto. Boric entonces se mostró duro y afirmó, tajante, que "una mala noticia", comparando el hecho con las leyes de amarre de fines de la dictadura. Además, apareció liderando a una oposición unida, de capitán a paje, en torno al tema, en una muestra más de afinidad entre la nueva generación de izquierda y la antigua Concertación.

La relevancia de mostrarse moderado también se hizo carne en estos días, a partir de su exposición ante los empresarios de la Enade, en la que apuntó a la necesidad de trabajar en conjunto y reiteró conceptos ya mencionados durante la campaña de segunda vuelta, en torno a la gradualidad con que implementará los cambios, añadiendo además la relevancia de la responsabilidad fiscal. Fue aplaudido tres veces por los asistentes según consignaron los medios.

Lo cierto es que esta semana marcó en algo lo que será esta primera hoja de ruta. Los hitos en los que se concentrará Boric una vez instalado en La Moneda. El tema será cómo hará "conversar" y cómo generará sinergias entre la moderación y la necesidad de seguir hablándole a su base electoral, que exige cambios y ya no tiene paciencia para esperarlos. O sea, cómo refundar sin incendiar la pradera. 2

"