
En resumen
Más de cien páginas de poemas y dibujos componen "A otra cosa mariposa" (Pequeño Dios), libro de Marcelo Mendoza, un hombre de intereses múltiples: periodista, poeta, escritor de no ficción, artista y editor, con estudios en Arquitectura, Filosofía y Sociología.
Jugar con versos un partido de dominó
1-¿Por qué eligió escribir poesía cercana y divertida? -No elijo nada. Lo lúdico me surge sin llamarlo. Hay experimentación en mi escritura, pero sin artificio, pues se me da naturalmente. Es el juego, la partida de dominó en medio del naufragio. Me es difícil ubicarme en una determinada manera poética. Me siento libre para indagar en formas amplias. Hay poetas que me influyen, pero tengo un deseo de lo mínimo, del gesto decidor. De la depuración, que nada sobre, por eso casi no hay puntuación y sólo ocupo minúsculas. Según me han dicho, hay una suerte de escepticismo punzante, pero gracioso en el libro.
2-Hay un poema de 1987. ¿Cuánto tarda la poesía? -Hay otros poemas incluso más antiguos, pero no les puse fecha. Al que se lo puse, fue porque algunos códigos del poema ya no existen (por ejemplo, las micros Tobalaba-Las Rejas u Ovalle-Negrete, el Peugeot 404, un Santiago oscuro en dictadura) y existía la necesidad de contextualizar con la fecha en que fue escrito, pese a que su lectura hoy me parece totalmente vigente. En el libro hay poemas nuevos y antiguos, pero unidos por una propuesta específica. Por ello, hay varios poemas que me gustan que quedaron fuera: no calzaban con la unidad del libro.
3-El libro contiene también sus dibujos. ¿Estos aparecen después de la escritura? -Van en paralelo. No son ilustraciones, la mayoría fue parte de la exposición "Mamífera", que hice en la galería CasaPlan de Valparaíso, en formato de grabados de gran tamaño. Sin textos. Toda mi vida me he expresado utilizando la visualidad y la escritura, ninguna de las dos está por sobre la otra. De niño, hacía revistas de historietas, y creo que el lenguaje del cómic es quizá el más perfecto para unir estos dos lenguajes en uno. Originalmente, el libro no iba a llevar dibujos, pero los incluí porque el lenguaje era el mismo.
marcelo mendoza se inició como periodista en la revista apsi.
3 preguntas
Marcelo Mendoza, poeta, editor y periodista:
archivo personal
"The Tender Bar", la nueva apuesta de George Clooney
Amazon Prime Video estrenó la última película dirigida por el actor, basada en la autobiografía del periodista y escritor J.R. Moehringer. Actúan Ben Affleck y el "Doc" de Volver al Futuro.
Un género que ha venido ganando volumen con los años es el llamado "coming-of-age" o cine de crecimiento, aprendizaje y descubrimientos. Su lugar en la producción audiovisual actual acaso se explica por la nostalgia que se ha instalado en las pantallas como ingrediente fundamental, tanto en el streaming y en la gran industria, como en ejercicios autorales e independientes de revisionismo del pasado.
"The Tender Bar", la última película dirigida por George Clooney que aterrizó discretamente en Amazon Prime Video, es un "coming-of-age" basado en la autobiografía homónima del periodista y escritor J.R. Moehringer.
Todo comienza en una carretera. Estamos en el año 1973. Una madre joven (Lily Rabe) maneja su auto junto a su pequeño hijo J.R. (Daniel Ranieri) hacia la casa del padre de ella (Christopher Lloyd). No le ha ido bien en la vida y no tiene otra opción que establecerse con su hijo en ese hogar plagado de familiares donde destaca el tío Charlie (Ben Affleck), dueño de un bar llamado The Dickens.
En el colegio, los profesores le dicen a J.R. que no tiene identidad. Y eso se relaciona, de alguna manera, con la ausencia del padre del niño (Max Martini), un DJ radial que él sigue con devoción a través del dial. El tipo es un desastre que, de tanto en tanto, se aparece para empeorar las cosas. Lo más cercano a una figura paterna para el niño será Charlie, un vividor que le da consejos de vida y le mete en la cabeza la idea de ser escritor.
La segunda mitad de "The Tender Bar" muestra a un J.R. ya adolescente que trata de ingresar a The New York Times y ganarse la vida como periodista. La película retoma también lo que ha pasado con la familia a lo largo de los años.
Crónica de la búsqueda de identidad de un escritor, homenaje a una familia disfuncional marcada por el afecto, elogio a la escritura y su poder de plasmar las vivencias como sanación ("todos estos idiotas se transformarán en personajes", le dice el tío Charlie a J.R. cuando éste es rechazado por el editor del diario), "The Tender Bar" confirma a George Clooney como un director con el corazón bien puesto, y al guionista William Monahan (ganador del Oscar por "Los infiltrados", de Scorsese) como un hábil narrador de historias.
A la lista de elogios podemos sumar a un Ben Affleck que está por sobre su desempeño promedio, a un Christopher Lloyd que demuestra ser más que el Doc de "Volver al futuro" (para ser fiel a la verdad, lo ha probado en muchas otras películas pero la condena de la cultura pop es determinante) y al pequeño Daniel Ranieri, encantador debutante que esperemos que no sea tragado y estigmatizado por la maquinaria de Hollywood como ha pasado con muchos otros infantes promisorios.
La suma de las partes no asegura, sin embargo, un gran resultado. "The Tender Bar" es más correcta que fascinante. La fórmula está demasiado acampada y sus singularidades no alcanzan a revertir los lugares comunes. A Clooney le falta identidad como cineasta. Son los riesgos de concebir la dirección como un pasatiempo más que una vocación.
Daniel Ranieri personifica al niño J.R. Moehringer, a quien un "vividor" le mete en la cabeza la idea de ser escritor.
Por Andrés Nazarala R.
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