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COP 26, aterrizando sueños

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Claramente, el enfoque actual al problema del calentamiento global tiene un defecto importante: no es operativo. A este ritmo, los objetivos de los acuerdos internacionales no se podrán cumplir".

¿Quién hubiese pensado que después de casi 30 años de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático la brecha entre dichos y hechos sigue sin cerrarse, y que el calentamiento global continúa en ascenso?

Claramente, el enfoque actual al problema tiene un defecto importante: no es operativo. A este ritmo, los objetivos de los acuerdos internacionales no se podrán cumplir.

Salvo la disminución de emisiones de CO2 en 2020, resultante de la reciente crisis económica, a fin de año las emisiones se mantendrán en los mismos niveles pre-pandémicos, reflejando los niveles prácticamente estancados por más de los 20 años anteriores.

La última reunión de COP (el vehículo que monitorea anualmente el progreso), marcó por primera vez una grata -aunque tímida- dosis de realismo. Atrás quedaron los pronunciamientos retóricos sobre los peligros humanitarios y las declaraciones autocomplacientes celebrando nuevas metas y promesas de recursos.

Hubo un reconocimiento moderado de que estamos en camino peligroso, y que los planes delineados podrían producir una trayectoria por sobre las metas acordadas, y por tanto se revisarán los compromisos para fines de 2022 para limitarlos a un calentamiento que no sobrepase 1,5° C, como fue acordado originalmente.

Un esfuerzo de esta dimensión requiere un cambio de proporciones históricas para las políticas energéticas y una inversión de al menos $ 16,5 billones. Dichas magnitudes requerirán una profunda transformación en las prácticas de producción y transporte, inversiones en energías renovables y eficiencia, así como la captura y almacenamiento de carbono.

Presionando más, arrojando dinero o nuevas promesas de financiamiento para metas ambiciosas y distantes, como ha sido la práctica a la fecha, no generarán avance.

Como la mayor parte de la demanda de energía y emisiones se generará por el crecimiento en las economías emergentes (especialmente en Asia), la atención deberá volcarse fuera de la OCDE.

Ello requerirá más atención a (i) las implicaciones institucionales y políticas económicas, dadas las capacidades organizacionales menos desarrolladas en dichas regiones; (ii) un enfoque más agudo hacia la economía, eficiencia, eficacia y simplicidad, para lograr más resultados con menos recursos; y (iii) la movilización del sector privado para desarrollar nuevas tecnologías, con abordajes más comerciales que aseguren viabilidad económica, respuestas eficaces y resultados tangibles.

Para que estos esfuerzos sean más vigorosos, deberán anclarse en mecanismos de incentivos que faciliten el ambiente de inversiones y provean seguridad energética, ya que las energías renovables son dependientes y por tanto vulnerables a factores climáticos, y sus costos aún son relativamente elevados.

Para ello se deberá "nivelar la cancha" entre fuentes energéticas tradicionales y renovables, reconociendo el costo de emisiones, descontinuando los subsidios a fuentes tradicionales, y evitando la multiplicidad de fondos asignados que distorsionen los incentivos.

Cualesquiera que sean las fórmulas y métodos de cobro de CO2 (desde impuestos o Mecanismos de Ajuste de Fronteras de Carbono que propone la Unión Europea, hasta que haya un mercado de carbono en funcionamiento), se podrá avanzar más rápidamente en el cambio de la matriz energética.

Estamos aún distantes de tal objetivo ya que, sólo en los países del G20, la aplicación de precios del carbono alcanza el 48% de los sectores contaminantes, y el precio medio apenas llega a los $20 por tonelada emitida vs. $70 que se estima para evitar que la temperatura sobrepase los 1,5°C.

Será difícil avanzar más rápido, ya que esto inevitablemente aumentará el costo de vida, limitando el crecimiento económico. Por ello, se deberá desarrollar programas de transición y adaptación que den holgura para tener soluciones que tomarán tiempo, sin afectar a los que no puedan enfrentar cambios con la velocidad y costo que se planteen a corto plazo, asegurando la transición global que se busca. 2

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Un paseo por la costa

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A propósito de tomas ilegales y falta de viviendas en nuestra región, entre la descripción del lugar, surge la crítica por el surgimiento de ranchitos en torno a la estación de ferrocarriles, práctica común de la época, y las malas condiciones de vida que éstas presentaban".

Revisando el diario porteño de La Unión de hace un siglo, encontré un relato del viaje realizado por un periodista a los balnearios de Papudo y Zapallar.

La crónica me pareció interesante, porque aborda varios temas sobre los cuales podemos cuestionarnos. El primero tiene relación con la permanencia de ciertas tradiciones, la más obvia, aprovechar el verano para salir de vacaciones y la búsqueda de balnearios que resulten novedosos para la élite, alejándose de aquellos que se vuelven populares. Luego surgen otros temas, como algunas problemáticas permanentes que nos afligen, como la falta de viviendas y las malas condiciones de vida y, por último, los medios de transporte.

Vamos a la crónica. El año 1922, la Compañía Sudamericana de Vapores organizó un viaje con un selecto grupo de porteños, con el fin de que disfrutaran de los beneficios del vapor Huasco y, de paso, conocer los prósperos balnearios de Zapallar y Papudo.

Después de tres horas de viaje desde el puerto de Valparaíso, lo primero que llamó la atención de los visitantes fue la vista de Zapallar. Desde la cubierta, se podían apreciar: "hermosas construcciones de las arquitecturas más variadas, en medio de árboles frondosos".

En contraste, al llegar a la costa, criticaron la ausencia de un muelle en Papudo que les permitiera desembarcar con tranquilidad sin tener que hacer peripecias para no caer al mar.

Pese a este detalle, el cronista del diario La Unión destacaba de este lugar: "Experimentamos la más agradable de las impresiones al ver cómo ha progresado la pobre caleta de años atrás convertida en el más pintoresco de los balnearios, gracias a la influencia bienhechora del ferrocarril".

A modo de ejemplo, describía el periodista: "Ya en tierra, y saliendo del muelle y del lugar que ocupan los barracones que sirven de bodegas, fue de admirar la diligencia gastada por las autoridades al convertir esa playa en hermoso sitio de veraneo: grandes lanchas, bongos de pesca, casetas de pescadores y más allá otras bañistas, presentan el más hermoso panorama al viajero; a la derecha las construcciones modernas, la Iglesia, el Castillo, los chalets, el edificio del hotel, todos de arquitecturas variadas, hacen exclamar a algunos extranjeros que nos acompañan".

Entre las cosas curiosas que uno puede encontrar en este relato, aparece la presencia de fotógrafos ambulantes que "hacen su agosto" retratando a las familias que iban a veranear. Claro, a un siglo de distancia, no había smartphones ni cámaras portátiles que pudieran inmortalizar el momento con las selfies. Asimismo, sorprendió la existencia del Club de Lawn Tennis de Papudo con nada menos que tres canchas.

A propósito de tomas ilegales y falta de viviendas en nuestra región, entre la descripción del lugar, surge la crítica por el surgimiento de ranchitos en torno a la estación de ferrocarriles, práctica común de la época, y las malas condiciones de vida que éstas presentaban.

Dice el periodista: "Nos interesamos por conocer las viviendas y el más amargo desaliento se apoderó de nuestro espíritu (...) cómo se permite vivir a tantos infelices sin sujeción a ningún principio higiénico y ¿por qué no decirlo? sin ningún sentimiento de humanidad".

La pobreza de estos ranchitos contrastaba con una próspera industria hotelera dispuesta a recibir a los veraneantes, siendo el Gran Hotel, el Royal Hotel y el Hotel Papudo los más importantes.

La visita a las playas era complementada con una cena y un baile de gala en el mismo Huasco, en una fiesta que se extendió hasta las cuatro de la mañana. Al día siguiente, algunos visitantes aprovecharon la mañana para ir en auto a la playa de Zapallar, antes de emprender el regreso al puerto de Valparaíso: "con mar tranquilo y con pintorescas carpas instaladas por las familias de la sociedad santiaguina que allí gozaban de la tranquilidad de la vida junto al mar".

No hay claridad respecto al éxito o continuidad de estos viajes en el tiempo, pero sin duda hemos ido restringiendo las posibilidades de transporte al bus y al automóvil. Hace un siglo, con menos recursos, pero más imaginación, existían otras formas entretenidas de llegar a otros lugares a disfrutar del verano. 2

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