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- ¿Se justificaba a su juicio la creación de asambleas legislativas regionales que reemplazarían a los consejos regionales, con mayores atribuciones que las actuales?

- No creo necesario que cada región, además del Congreso Nacional, común para todo el país, tenga órganos legislativos propios. No es replicando a nivel regional lo que tenemos en el plano nacional que vamos a conseguir una buena y pronta descentralización. Corremos el riesgo de incrementar la frondosidad burocrática que tanto hace padecer a las personas que se acercan a sus municipios y gobiernos regionales. De nuevo, ¿por qué no seguir por el mismo camino en que venimos, no más que apurando el tranco y profundizándolo, en vez de acercarnos a un estado federal que no sería tal, pero al que se parecería mucho?

- Mientras todo esto pasa, hay una materia clave que todavía no tiene propuestas votadas en comisión: el sistema de pensiones, que constituye una de las principales preocupaciones de la ciudadanía. ¿Le preocupa esta situación? ¿Qué otros temas están al debe en su opinión?

- Yo espero que la nueva Constitución siente las bases para un gradual y a la vez pronto cambio de un sistema previsional que no es tal, puesto que nunca fue pensado para dar buenas pensiones. La satisfacción de un derecho fundamental -en este caso a una previsión oportuna y justa- no puede estar solo en manos de inversionistas privados que, como es lógico, buscan ante todo su propio beneficio. ¿No pasa acaso lo mismo con las Isapres? Tenemos instalada en Chile una industria de la previsión social que cumple cualquier función -lucro de sus propietarios, fuente de inversión-, pero que no cumple la función de un sistema previsional, que no es otra que la de dar pensiones justas y en el tiempo debido. ¿Qué hacen hoy los pensionados que no reciben pensiones dignas? Se endeudan y caen así en las garras de otra industria muy lucrativa, la del crédito. No puede ser que bajos ingresos por el trabajo y también bajas pensiones empujen a las personas a un endeudamiento forzado que se ha vuelto crónico.

Decoro, contención, espíritu de equipo

- La semana pasada suscribió la declaración del Colectivo del Apruebo en que instaban a los colectivos de la Convención a atender exclusivamente al objetivo de esta y no a los intereses y expectativas de cada uno en particular". ¿Ha tenido eco ese llamado?

- Poco. Muy poco. En la Convención no debería importar tanto quienes somos, sino dónde y para qué estamos. De pronto nos obsesionamos con nuestras propias biografías y con los lugares de los que provenimos. Sí, fuimos elegidos por distritos, pero en el fondo somos representantes nacionales y, como tales, debemos mirar más allá de nuestras regiones y de nuestros votantes. La edad promedio de la Convención es 45 años (si yo no estuviera sería aún menor) y puede haber en ella muchas figuras políticas promisorias. Enhorabuena por eso, pero no al precio de que se utilice a la Convención como un medio para ese fin. Aquello por lo que optamos y que tenemos ahora en las manos es demasiado importante como para que de pronto transformemos a la Convención en una sucesión interminable de puntos de prensa o, peor aún, en un set de televisión.

- ¿Qué sería lo esperable en su opinión?

- Decoro, contención, espíritu de equipo: eso es lo que deberíamos observar en el poco tiempo que nos queda. Informar desde luego a los medios, constantemente, pero de la Convención, no de nosotros mismos y de lo bien que lo estaríamos haciendo. Y algo más: en la Convención hay varios académicos, y lo que nos ha pasado es creer que porque estamos ahora en un espacio político somos ya unos consumados políticos. Y vaya los errores que cometemos a veces a partir de ese malentendido. Estar durante un año en un espacio político como la Convención, y tener incluso aspiraciones políticas para después de ese tiempo, no transforma a un académico en un político.

Es posible cumplir el plazo

- También plantearon que "lejos de pensar en solicitar al Congreso Nacional que nos lo amplíe, debemos trabajar más intensamente para terminar de votar en general y luego en particular" las propuestas. ¿Todavía es posible cumplir el plazo?

- Lo es, pero al precio de lo que venimos haciendo: largas y muy extenuantes jornadas de trabajo. Pero no queda otra. Cuando aceptamos el cargo de constituyente asumimos varios deberes, entre ellos el de hacer nuestro trabajo en el plazo máximo de un año. ¿Y qué se hace con los deberes, especialmente si tienen carácter público? Se cumplen.

- "No podemos proponer una Constitución partisana que represente a solo una parte del país: todo este debe reconocerse en el futuro texto constitucional", sostuvo en una entrevista con este diario. ¿Cómo vamos encaminados?

- Esa fue la palabra -partisana- que empleó acertadamente Gabriel Boric cuando visitó la Convención. El país no espera una Constitución partisana, dijo, y todos aplaudimos, o al menos la mayoría de nosotros. La nueva Constitución debiera ser como un gran espejo en el que todos pudiéramos vernos, unos más, otros algo menos, y algunos por primera vez, como será el caso de los pueblos indígenas, sin que nadie quede fuera de la imagen o tapado por otros. La Constitución será para la República de Chile y eso es lo más común que tenemos en medio de nuestra feliz diversidad: ser de un mismo país, ser chilenos, ser de la república de ese nombre. 2

Primacía del derecho internacional sobre el derecho interno o viceversa

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- ¿Qué opina del rechazo a la norma sobre la posibilidad de remover a los jueces?

- ¿Una norma transitoria de la nueva Constitución para formar una comisión de 11 comisarios que examinaran la conducta funcionaria de ministros de cortes de apelaciones y de la Suprema? Un disparate. Más bien se trató de una bravata de corta vida que, claro, dio algo de notoriedad a quien tuvo esa pésima idea. No lo ocultemos: de pronto algunos convencionales decimos o hacemos cosas solo para que los medios se interesen por nosotros. Y si uno de nosotros declara una mañana que llega al edificio del Congreso en Santiago a trabajar, no será noticia en el informativo de la tarde. Pero si usted se declara partidario de iniciar una caza de brujas entre los jueces…

- ¿Y de la norma que señala que las sentencias y resoluciones dictadas en el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos "permitirán revisar el efecto de cosa juzgada de las sentencias firmes dictadas por tribunales de Chile"?

- Mire, en esta cuestión hay algo muy de fondo: la primacía del derecho internacional sobre el interno de los países, o el de este sobre aquel. Nacionalistas y soberanistas extremos claman en el desierto por el desarrollo que viene teniendo el derecho internacional, y con él las cortes internacionales, porque ven en ello una amenaza, mientras que los de temperamento más cosmopolita lo consideran un hecho afortunado, un atisbo de lo que algún día podríamos tener en el planeta: una gobernanza global. ¿Recuerda usted que la Constitución del 80 incorporó a su articulado la censura cinematográfica? Pero lo raro no fue eso -una dictadura siempre censura-, sino que algo así no se cambiara sino hasta 2003. ¿Y gracias a qué terminamos con la censura? Gracias a un fallo de la Corte Interamericana a raíz de la prohibición que decretó nuestra Corte Suprema de exhibir "La última tentación de Cristo", de Martin Scorsese. Tenemos mala memoria, pero durante la dictadura también se prohibieron algunas comedias de Woody Allen. 2