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Poesía Mapuche: Exiliados en Chile

POR COLECTIVO DE COMUNICACIÓN MAPUCHE MAPUEXPRESS.
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Recuerdos Por Erwin Quintupill

I

Mi madre y mi hermana

tejen la manta

bailan sus dedos

sus duras uñas

toman la hebra

blanca y teñida.

II

Allí

desde mis hombros

juega en el viento

envuelve mi cuerpo descalzo

saluda al sol.

Insolente, furiosa

frente a la lluvia y el viento

me abraza.

Las ovejas en fila

van hacia el corral.

Recuerdo 2: Pobreza

Madre, ñuke mía

no llores

padre ha dicho

que el maíz florecerá

que el trigo verde madurará.

Mientras tanto

vamos al sembrado

busquemos matas de yuyo

echemos las hojas

en olla caliente

y untadas de grasa olorosa

llenará el hueco de tu dolor.

***

Exiliado en Chile Por Erwin Quintupill

Nostalgia 1

Tierra

mi tierra

qué lejos te vas quedando

en silencio

te voy llamando.

Nostalgia 2

Mierda!

Qué solo me voy quedando!

Los hijos de la tierra se quedan solos

si les empujan a morir.

Qué solos nos quedamos

lejos de casa

de ti.

Hambre

Tengo hambre.

Quiero volver

Ahora que el sol se ha apagado

quiero volver

aunque allá tampoco brille

y nadie me reclame

ni los hombres, ni la tierra.

Quiero volver.

II

Que me recorra el invierno los cabellos

los pies, el barro, la humedad.

Que corra el agua en el camino

y las aguas bajen a beber.

No quiero seguir muriéndome de pena

sin que nadie me mire cuando paso

sin que nadie me salude cuando llego.

Acá donde estoy

todo ha muerto.

Y el aire no se deja respirar

y las frutas ya no saben bien

y me ríen

y me miran

y me duelen.

***

Uno que no volverá

Por Manuel Melín

Cuando mataron a Manuel

algo se rompió

de nuevo en mi interior.

(¿Sería pequeño y moreno

o tal vez tuvo ojos claros?)

Todo es verde

las hojas y los tallos.

Delgados chorillos

reflejan el cielo

y me llenan los ojos

desbocándose.

Manuel, joven como yo

y de igual vocación

en mi sangre

encabritado

moría y nacía diez veces

en cada golpe que le dieron.

***

Final

Por Manuel Melín

A los que me quitaron

el anaranjado amanecer

y sus aves que cantan

a los que me quitaron

la noche tibia

el brillo de sus estrellas

su inmensidad,

a los que me robaron

un pedazo de vida

parte del aire que requiero,

a los que se llevan a mi amor

dejándome solo,

les maldigo hasta el final del Universo.

La batalla perdida

la reinicio

por los siglos de los siglos

hasta vencer.

El cementerio del fuego

Por Javier Milanca

A mi pueblo del sur: Los Lagos.

Ellos plantaron en la greda la sutil inercia de la muerte

Dejaron que el recodo sea memoria, que el cerro sea lápida atenta

Y que el río se convierta en lluvia los últimos suspiros del delirio

Y así fue que sobre el hueso y el cráneo aterido

Se desparramó el cemento ajeno

Y el paño verde de la maleza se cubrió con la telaraña de las casas.

Pero en ciclo de lluvias lunares el fuego abraza las construcciones

hasta convertirlas en humo incierto

las lenguas rojas derriten en humo las maderas

las fotografías y las ventanas.

Es la venganza de los verdaderos hijos del arco iris

Que vuelven convertidos en seres crepitantes.

Nadie puede descifrar la premura de las llamas

en la incandescencia de la noche

Puede que de tanto incendio vuelva a reinar algún día

la soberana estirpe de las nalcas

Y los árboles vuelvan a entonar la canción de las ramas

Por sobre la pobreza de nuestros techos aplastados

Nosotros, no seremos más que el simple futuro de la nada.

Los Lagos: eres la flor de loto de un cementerio de antes

Convertido ahora en un molino de aspas tristes y humeantes

Tu razón de viejo eterno

Juguetea entre los astros de pies húmedos

Nosotros esperamos bajo las piedras mojadas

Que Pillán duerma la mona en el más allá

nos despierte en su averno

Y nos lance en la cara que toda eternidad comienza con la muerte

Y que a toda semilla también le precede la ceniza.


El Samurái DE LOS LIBROS