La resiliencia y el riesgo
La sostenibilidad de las organizaciones actuales implica invertir en resiliencia. En respuesta a esto, la Escuela de Ingeniería Mecánica PUCV ha investigado para evaluar el comportamiento de los sistemas.
La resiliencia es la capacidad de recuperarse ante una desgracia o ante algún evento disruptivo. El concepto de resiliencia fue acuñado por Holling, un especialista en ecología, en 1973; luego el término se extendió a otras áreas del conocimiento tales como la sicología, la ingeniería y la sociología, entre otras. Hoy en día la resiliencia ya es reconocida como una propiedad o característica necesaria para todas las personas, comunidades y organizaciones.
En Chile, un país habituado a las inclemencias de la naturaleza y con una condición tectónica a lo menos desfavorable, hacen que dicha característica sea una de las más necesarias o requeridas en todo nivel de cosas. De igual forma, la infraestructura crítica e industrial de nuestro país se caracteriza por estar compuesta por equipos e instalaciones de alto valor y gran envergadura. Los costos debidos a las interrupciones de redes servicios básicos, cortes en cadenas de suministros y en líneas de producción son inconmensurables. Chile pierde alrededor de US$2.000 millones al año debido a las interrupciones de servicios básicos, como son los cortes de agua y de electricidad. Es fundamental, por lo tanto, que todas las organizaciones, sociales y técnicas, privadas y públicas, inviertan en mayores niveles de resiliencia.
Es fundamental invertir para generar más capacidad de resiliencia. Con un pequeño costo marginal se podrían proteger nuestros activos ante cualquier adversidad. Lo imperativo es tener, hoy en día, sistemas resilientes de alto rendimiento y que estén alineados con los objetivos de sostenibilidad.
El concepto de resiliencia está relacionado fuertemente al concepto de incertidumbre. No se puede saber cuándo un evento disruptivo ocurrirá, provocando una falla o daño permanente en la industria y/o en la infraestructura. Si pensamos en el riesgo como el efecto de la incertidumbre en el logro de los objetivos, vivimos constantemente bajo esos riesgos. Puesto que estamos en un mundo globalizado, dinámico y conturbado, inmersos en un contexto VUCA (Vulnerability, Uncertainty, Complexity and Ambiguity) se deben buscar las formas de crear sistemas más resilientes y nuevas formas de medirla en todos los niveles de nuestra sociedad.
Para que un sistema desarrolle toda su resiliencia se deben considerar dos factores vitales: su estructura y los recursos destinados a su funcionamiento. Es decir, la resiliencia del sistema quedará supeditada a los niveles de inversión hechos en los sistemas. Hay reportes que declaran que, en los países emergentes, por cada dólar invertido en resiliencia, se obtendrían 4 dólares en beneficios.
Es de esta forma que nuestros gobiernos, nuestras instituciones (públicas y privadas) y cada uno de nosotros comprendamos que la resiliencia es una variable crítica. Dicha variable debe estar presente en las decisiones relacionadas con la planificación, el diseño, la construcción, la operación y mantenimiento de los sistemas de ingeniería e infraestructura.
Surgen aquí dos grandes desafíos: la necesidad de medir la resiliencia en un sistema complejo y la conveniencia de incluir la incertidumbre en las estimaciones de la resiliencia. Por estos y otros desafíos, el estudio de la resiliencia en sistemas de ingeniería es un imperativo que ayudará a posicionar nuestra infraestructura crítica en niveles superiores de desempeño.
En la Escuela de Ingeniería Mecánica PUCV hemos realizado investigaciones que, con ayuda de modelos cuantitativos, permiten evaluar el comportamiento resiliente de sistemas. La idea ha sido probar diferentes configuraciones y estrategias operacionales y así medir el nivel de resiliencia sistémica. Hemos realizado experiencias con datos reales de plantas elevadoras de agua de mar y en flotas de camiones que actúan en yacimientos de cobre; en estos experimentos ha sido posible reconocer el equipo que menos aporta a tener un sistema resiliente constituyéndose en el principal foco de los cuidados y de mantenimiento por parte de la organización. Además, con estas simulaciones hemos podido determinar dónde se deben incorporar nuevos equipos y así mejorar el nivel de resiliencia del sistema.
Creemos que estos modelos serán un aporte al proceso de toma de decisiones en las organizaciones y que redundarán en mayores niveles de resiliencia, productividad y sostenibilidad a largo plazo.