LA PELOTA NO SE MANCHA Acabar con el 0 a 0
POR WINSTON POR WINSTON
El pasado viernes, 3.641 espectadores fueron testigos de un nuevo empate de Everton por 0 a 0, esta vez contra Palestino, antes ya lo había hecho contra Audax Italiano. Esos más de tres mil espectadores se fueron con la frustración de no haber visto ni un miserable gol durante cerca de las dos horas que estuvieron en el estadio Sausalito, ni a favor ni en contra. Según las estadísticas, hubo 23 disparos al arco, 9 para los locales y 14 para los visitantes, aunque la realidad dista de esa cuantificación. Hubo algunos intentos frustrados por hacer el gol, pero quizás lo más emocionante debió haber sido un gesto casi imperceptible para el público, un codazo del defensor argentino Julio Barroso por el que se fue expulsado. Por eso y con justa razón, este Diario tituló sobre este encuentro: "Una noche de bostezos".
Si el fútbol o soccer nunca pudo entrar a competir con los principales deportes en los Estados Unidos tiene que ver con esta razón. Para el público norteamericano resulta incomprensible que pueda existir un deporte en el que un enfrentamiento concluya sin un ganador. Por esta razón, cuando volvieron a resucitar la liga de fútbol local, además de llenarse de estrellas, incluyeron una tanda de penales como la del hockey, aunque sin muy buenos resultados. Para los reyes del espectáculo es inconcebible un show sin ganadores ni perdedores. Como en la canción de Abba que ha vuelto a poner de moda Vicentico: "Solo hay un ganador, y al lado un perdedor, la historia es siempre así", el fútbol, en cambio, queda fuera de esta lógica.
Yo sé que muchos expertos, especialistas y directores técnicos frustrados saldrán con la vieja cantinela de que un 0 a 0 puede ser tan entretenido como un 3 a 3; que hay que dejar de centrarse en los goles y analizar el fútbol desde un punto de vista táctico; que la paridad sin goles es signo de perfección defensiva o de habilidad y profesionalismo de los arqueros, etc. A los bielsistas, sampaolistas, guardiolistas, klopistas y peinetistas solo les puedo decir esto: a quienes vemos el fútbol desde la simpleza con que uno observa cualquier otro espectáculo, el empate a cero es un abuso a nuestra paciencia, una invitación a no ir más al estadio o un impulso electromagnético para que el dedo índice cambie de canal a cualquier otra alternativa menos soporífera.
Hay que reconocer que este ha sido una preocupación permanente para la FIFA, ha hecho varios cambios y planeado otros para aumentar los goles: modificar la volatilidad del balón, hacer saques laterales con el pie, sancionar con más severidad las faltas a los delanteros, permitir goles con el hombro o cambiar la rigurosidad posicional del fuera de juego, son algunos ejemplos, pero nada de eso ha evitado la paridad en cero. En Chile, en la década de los noventa, se inventaron los penales largos que, pese a entretener a los hinchas, no llamaron la atención de la señora FIFA.
Aunque asumo que la lista de problemas de la FIFA y de nuestra Asociación Nacional de Fútbol es tan larga como difícil de resolver, deberían dedicar un poco de sesos a este problema. De alguna forma, hay que acabar con este insulto al espectáculo de los empates sin goles. La opción más simple es castigar a ambos equipos sin puntos si se da este resultado o solo otorgar un punto al equipo visitante, obligando al local a luchar contra un resultado que equivaldría a una derrota.
Yo les ayudo con algunas opciones, aunque menos ortodoxas: devolver el precio de la entrada a los hinchas cuando esto ocurra, sacar al arquero cuando falten diez minutos para el término del pleito, tiros libres sin barrera o con todos acostados, sancionar económicamente a los delanteros que no hicieron la pega, suspender la licencia de los directores técnicos ratones, etc. En fin, si no lo hace la ANFP, ojalá que la nueva Constitución consagre, de una vez por "todes", el fin del empate a cero como un derecho fundamental del "hinche".