"En política, tanto más fácil es tu acceso al poder, tanto más decepcionante será tu acción de gobierno"
El reconocido filósofo español y profesor de la Universidad del País Vasco, Daniel Innerarity, vino a Chile para inaugurar el año académico de la Universidad de Valparaíso, ser parte de Puerto de Ideas Antofagasta y, en ese contexto, conversar de diferentes temas, tales como los esfuerzos que tendrá que hacer la política para que la ciudadanía vuelva a confiar, el peligro de que la inmediatez le gane al futuro y también de la Convención Constitucional.
En una época en que todo lo que sean mediaciones resulta sospechoso, comenta Innerarity, los partidos y los políticos, los medios de comunicación, los sindicatos, incluso los profesores, tendrán que dar un segundo esfuerzo para ponerse al día y volver a ser entendidos como una necesidad. "Yo mismo, como profesor, debo aportar un valor distinto a mis alumnos y no solo limitarme a entregarles datos", dice. El problema para este filósofo no es que a la gente le falte información, sino comprensión, y en lo político pasa igual.
- El cambio climático, la revuelta social de octubre de 2019 en nuestro país, la pandemia, la crisis migratoria, la guerra y pareciera que siempre hay algo más y que no dejaremos de sorprendernos.
- Es que las cosas relevantes en la sociedad contemporánea pasan solo en un nivel latente, larvado, para nada ostentoso. Esos son los verdaderos cambios que, de repente, dan lugar a un fenómeno de crisis brutal y recién ahí nos preguntamos ¿y esto, de dónde salió? Si hubiésemos tenido una atención de la realidad diferente, no nos sorprendería el triunfo de la extrema derecha, el nivel amenazador del cambio climático, los problemas migratorios o la propia guerra entre Rusia y Ucrania.
- Pero la inmediatez vende e impacta mucho más que la perspectiva amplia.
- Todo conspira para que vivamos así, focalizados en el instante, distraídos en el presente. Desde las urgencias económicas que muchas personas tienen, la lógica de los medios de comunicación, los periodos electorales, pero también esa volatilidad general con que las cosas que irrumpen con gran fuerza enseguida pierden validez. Así es como surgen liderazgos que luego se empalidecen con una velocidad que nos deja perplejos y, con ello, las promesas que pronto dejan de cumplirse. Es increíble el poco tiempo que tardan las personas en decepcionarnos, especialmente en el mundo de la política.
Principio de realidad
- Después de poco más de un mes, y luego de un par de fracasos y errores, el país pasa por cierto clima de decepción con respecto al gobierno más votado de la historia de Chile.
- Es que, tal y como está hoy configurada, la política es una trituradora de expectativas e ilusiones. Pasa porque los políticos, para acceder al gobierno, tienden a inflar las expectativas y a prometer más de lo razonable. Luego, en el palacio, chocan con el principio de realidad y las limitaciones, que los llevan a no hacer más que decepcionar. Todo el que esté en política debe medir muy bien su rapidez de acceso al poder, con el hecho de que tanto más fácil y rápido es tu acceso al poder, tanto más decepcionante será tu acción de gobierno.
- Resulta un tanto contradictorio que en este tiempo, en el que pareciera ser más simple conocer las diferentes realidades que existen, los políticos hablen desde burbujas y cada vez más desconectados.
- Hay un cierto comportamiento de las élites, como de cualquier otro grupo humano, que por muy plural que se crea responde a la misma cultura política de desconocimiento de los que están fuera de ese grupo y que da lugar a enormes errores. Un gobernante debe tener sensores en la sociedad, así como en los sitios más recónditos y fuera de su palacio, dado que los instrumentos de autoengaño abundan y, junto con ellos, la falta de percepción de lo que pasa en la realidad.
Olfato político
- ¿Sirven de algo las encuestas?
- Para nada. Más bien esto se trata de tener olfato político y, sobre todo, de procurarse opiniones que vengan de las antípodas. Por eso la política democrática es tan razonable al dar voz a todo el mundo, al menos teóricamente, permitiendo que si hay un gobierno, haya una oposición; que si hay una derecha, haya una izquierda; sin prohibir la libertad de expresión. Sin esa circulación de opiniones se cometerían gravísimos errores.
- ¿Opiniones de políticos que, cada día que pasa, valen menos para la ciudadanía?
- Este es un mundo en el que todo lo que sean mediaciones resulta sospechoso: me refiero a los medios de comunicación, las iglesias, los profesores, los sindicatos, los partidos. Especialmente los políticos son vistos como personajes que representan una mediación innecesaria. Como si pensáramos que la construcción de la voluntad popular se puede hacer agregando individualidades, sin pasar por estructuras rígidas como los partidos, del mismo modo que pensamos que la construcción del saber y conocimiento del mundo se puede hacer navegando por internet.
- Los profesores mismos, como mediadores, tendrán que adaptarse.
- Si hace cuarenta años el problema de mis alumnos o alumnas era tener poca información, ahora tienen demasiada, obligándonos a cambiar como profesores. Yo no puedo competir con Google y darles datos, porque eso lo encuentran en cualquier sitio. Lo que esperan de mí, según lo que interpreto, es que les establezca unos determinados criterios para tener un filtro personal que les permita gestionar esa complejidad y esa cacofonía de informaciones. El problema de la gente no es la falta de información, sino de comprensión. En lo político pasa igual.
- ¿Y cómo la política y los políticos pueden recuperar la confianza como agentes de mediación?
- Cuando el vaivén entre la euforia desreguladora y unas estructuras rígidas se reequilibre, volveremos a tener instituciones que medien, pero de otra manera. Todo el que se presente como una mediación deberá, para ser aceptable, aparecer como que aporta valor; si no, quedará fuera.
Proceso constitucional
- ¿Puede un proceso constituyente como el nuestro contribuir a la recuperación de confianzas entre la política y la ciudadanía?
- Todo proceso constituyente, si sale bien, da lugar a una estructura con vocación de estabilidad y de integración en una sociedad que, según los chilenos, viene advirtiendo en los últimos años que está muy fragmentada y llena de brechas. Una Convención debe ser capaz de establecer suturas y eso significa que, aunque la mayoría constituyente actual sea de una determinada orientación política, el horizonte tiene que ser la integración de toda la sociedad. Si no, en lugar de una Constitución estaría haciendo una ley con fecha de vencimiento. Una Constitución es un marco que, en ningún caso, representa la victoria de nadie sobre nadie. Hay que pensar siempre en algo que dure, que dé estabilidad y que sea reconocido por unos y por otros.
-¿Qué lecciones daría a los políticos?
- Que deben ser conscientes de que los ciudadanos aprendemos la lección y que somos menos crédulos de las promesas que se hacen en tiempos electorales. Que el político debe ser un generador de confianza y eso solo se puede hacer prometiendo cosas imposibles, o bien explicando las limitaciones de la realidad. Insisto, los políticos no deben buscar la confrontación abierta con el adversario como principio de autodefinición. Se puede hacer de otra manera.
- ¿Puede dar algún ejemplo de una práctica política que a usted le dé confianza?
- Recuerdo que en medio de la pandemia, el ministro alemán de Sanidad dio una rueda de prensa que me pareció magistral. Explicó las certezas que el gobierno tenía en relación con la pandemia y, luego, se puso a hablar de sus múltiples incertidumbres. Eso genera en el ciudadano más confianza que si hubiera dicho lo sé todo, que es algo que nos daría seguridad en lo inmediato. Qué bien, tenemos un ministro de Sanidad que lo sabe todo. En cuanto descubrimos que no es así, la decepción es mayor. Prefiero un tipo de comunicación hacia la sociedad menos exagerada. Eso permitiría huir de ese vaivén de entusiasmo y decepción. Ese búmeran en que se puede convertir una promesa no razonable.
"Tal y como está hoy configurada, la política es una trituradora de expectativas e ilusiones".
"Hay un cierto comportamiento de las élites, como de cualquier otro grupo humano, que por muy plural que se crea responde a la misma cultura política de desconocimiento".