Ataque frontal contra el crimen organizado
Luego de la balacera en Meiggs, el Gobierno anunció cambios a la ley para mejorar la persecución de las mafias vinculadas al comercio ilegal. Cualquier esfuerzo por desbaratar las grandes bandas de crimen organizado será insuficiente si no cuenta con la acción decidida y resuelta de los alcaldes y sus concejos municipales.
La conmoción provocada por el enfrentamiento que dejó varias personas heridas a bala -una de ellas en riesgo vital, el resto ya de alta por lesiones leves- en el Barrio Meiggs de Estación Central derivó en varias declaraciones de personeros de Gobierno sobre la grave situación de violencia que se vive en varias partes del país, aunque ninguno hizo una descripción tan descarnada del tema como el propio Presidente Gabriel Boric, quien en un gesto de sinceridad política -en un tema, la seguridad pública, que suele acomplejar a la izquierda- advirtió que la "naturalización" de hechos delictivos y la posesión de armas es una situación inaceptable a la cual el Estado debe poner atajo lo antes posible.
"No podemos permitir que las armas se sigan naturalizando en la sociedad chilena", dijo el Mandatario, quien agregó que "tenemos que trabajar en conjunto con Carabineros y no vamos a permitir ningún tipo de asociatividad con bandas criminales". Ayer, al anunciar cómo se materializarán estas intenciones, el Gobierno anunció un camino legislativo que pasa por reformular el concepto de crimen organizado para perfeccionar la persecución penal. Agregará a ello cambios a los mecanismos de incautación, con el objetivo de golpear este tipo de entes delictivos directamente en el patrimonio, reduciendo su capacidad operativa y restringiendo su expansión logística, una de las características principales del crimen organizado.
El Congreso debe tomar estas iniciativas con sentido de urgencia y su implementación deberá considerar una asignación de recursos adecuados, porque existe poca consciencia sobre la escala y envergadura que han alcanzado las organizaciones dedicadas a ilícitos asociados al comercio irregular.
Las investigaciones que surjan del incidente, así como las medidas concretas para ajustar la persecución penal de las bandas organizadas deberán tener también un enfoque regional, porque el flagelo ya está ampliamente expandido en vastas zonas del país, con especial profundidad en las grandes metrópolis, como el Gran Valparaíso. En parte por la indolencia de los municipios -que han terminado desbordados por un problema que los excede en sus capacidades y atribuciones-, en parte por la falta de inteligencia policial y la carencia de herramientas penales adecuadas, el dilema social-urbano que planteaban hace quince o veinte años los comerciantes ambulantes ha crecido y se ha complejizado al punto de ser inabarcable para las autoridades de mero alcance local. Sin embargo, también es importante enfatizar que cualquier esfuerzo por desbaratar las grandes bandas de crimen organizado que están detrás del comercio irregular será insuficiente si no cuenta con la acción decidida y resuelta de los alcaldes y sus concejos municipales. La tranquilidad perdida a punta de balaceras se restaurará, en gran medida, con la recuperación del espacio público inutilizado por el copamiento que hacen los ambulantes en las principales veredas por donde transita la gente. Ese trabajo tampoco puede esperar.