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En el timón de un proyecto que surge desde la comunidad

Antropóloga especializada en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural relata los logros y las dificultades de una iniciativa que busca mantener viva la memoria de la localidad.
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La conformación del equipo de trabajo, en términos de que los profesionales que lo integran puedan dedicarse por completo a la tarea de mantener viva la memoria de la localidad, es la meta que moviliza a la directora del Museo Histórico de Placilla, Pamela Fuentes Pradenas.

"Desde enero contamos con profesionales de distintas áreas, aunque no todos pueden estar todos los días porque los recursos son insuficientes", lo que obstaculiza la continuidad de los logros alcanzados, detalla la antropóloga y máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural, así como miembro del directorio del Comité Chileno de Museos, ICOM Chile.

El Museo fue inaugurado en 2009 al alero del centro cultural de la localidad, organización que surge a su vez en 2004, cuando vecinos y vecinas se coordinan para realizar las primeras exposiciones con fotografías y objetos familiares, muchos de ellos relativos a la Batalla de Placilla, la última de la guerra civil de 1891, librada el 28 de agosto de ese año, que deja 5.163 mil muertos y marca el triunfo de las fuerzas congresistas sobre el bando leal al gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda.

Algunas de las colecciones del Museo -emplazado en pleno campo de batalla- rinden homenaje a las víctimas de esa conflagración, "una de las más violentas y tristes que vivió nuestro país, gatillada por las grandes diferencias ideológicas que llevaron al odio y la división entre chilenos", como señala la página de la institución, que exhibe igualmente colecciones del patrimonio natural, industrial y arqueológico de Placilla.

Vocación desde la infancia

Perseverante y proactiva, Pamela dirige el establecimiento desde 2012, una labor que entronca con su vocación más profunda, que estaba latente desde su infancia, ya que de niña le encantaban los museos y bibliotecas.

"Disfrutaba siempre visitarlos con mis padres y soñaba con ser arqueóloga o paleontóloga para así dejar los hallazgos y 'tesoros' en algún museo", relata. Y menciona especialmente el de Angol, al que pasaba cuando iba al sur con su familia. "No olvido las urnas funerarias y piedras horadadas. También recuerdo haber visitado pequeños museos, cuyos directores eran los propios vecinos de Chiloé. Me parecía algo mágico e importante a la vez".

Ahora, en el de Placilla, destaca especialmente la labor de la comunidad en la consecución de las distintas metas, empezando por el edificio en que funciona, fruto de la solicitud vecinal al Ministerio de la Vivienda, que lo aportó dentro del Programa Quiero mi Barrio y que les ha permitido "mejorar en cuanto a su infraestructura, museografía, creación de protocolos y desarrollo en su programación".

Las piedras en el camino

Al momento de identificar las principales dificultades que ha debido enfrentar el proyecto, subraya que "desde siempre, lo que toda institución museológica sufre, es el tema del financiamiento", ya que para lograr su objetivo de resguardar el patrimonio de las comunidades y del país, requieren funciones altamente especializadas, como conservación preventiva y seguridad.

Pero además, agrega, deben poner ese patrimonio en valor "mediante tareas educativas o de mediación, todas las cuales son posibles no sólo a través de visitas guiadas, sino que a través de actividades con diferentes grupos como niños, niñas, jóvenes, personas mayores, también el desarrollo de programas para personas en situación de discapacidades, para todos los cuales no sólo basta el mejoramiento y adecuación de la infraestructura cultural, sino que de actividades que propendan a la inclusión en todos sus ámbitos y capacitación del personal del museo".

También observa que "hemos topado con lo difícil que es hacer valer el 'Principio de Independencia de los Museos', establecido en el Código de Deontología de estas instituciones (ICOM) a nivel internacional y que indica que 'Independientemente de sus fuentes de financiación y modelos de gobernanza, los museos deben mantener el control sobre el contenido y la integridad de sus programas, exposiciones y actividades".

En este contexto, el principio remarca que "las actividades generadoras de ingresos no deben comprometer los estándares de una institución o perjudicar a su público. El alto nivel de integridad y autonomía profesional e institucional de los museos no debe ponerse en riesgo por intereses financieros o políticos".

Logros, carencias y políticas públicas

Y en cuanto a los logros que más enorgullecen al equipo del Museo, señala que cada proyecto, por muy pequeño que pueda parecer, ha sido importante, aun cuando dos muy significativos han sido el que permitió mejorar y ampliar la infraestructura para resguardar los bienes culturales, "pero también para potenciar la experiencia de la visita".

Ello mediante la renovación de la museografía -nuevas exposiciones- y la creación de un depósito de colecciones para poder ser depositarios legales. Otro logro importante son los proyectos que han permitido conformar un equipo estable -hasta el momento- de profesionales con experiencia en el trabajo de museos.

Pero eso no le quita complejidad al hecho de carecer de un aporte estatal permanente y depender de la adjudicación de proyectos a través de fondos ministeriales para el financiamiento.

"Es un problema grande, ya que quienes hacen posible el desarrollo vital de un museo, son las personas, los equipos profesionales y humanos, que cada día hacen todo lo que está a su alcance para llevar a cabo las actividades", plantea.

Incluso, añade, realizan sus funciones "más allá del horario laboral, muchas veces incomprendidos y precarizados como trabajadores culturales, donde los honorarios son bajos y la especialización y estudios muy altos". Es por lo mismo, subraya Pamela Fuentes, "que es fundamental la creación de una Política Nacional de Museos para Chile, en que se incluya la labor museal". 2

Rosa Zamora Cabrera

rosa.zamora@mercuriovalpo.cl