EN LA VIÑA DEL SEÑOR El rinconcito de la consentida
POR GABRIELA CHOMER GABRIELA CHOMER
La presencia permanente del empresario Iván "Pulga" González en el tercer piso del edificio consistorial de la avenida Argentina, donde se encuentran ubicadas las oficinas de la Dirección de Administración y Finanzas del municipio porteño, alertó a los funcionarios de dicha repartición de que algo extraño estaba pasando. Las consultas por pagos pendientes eran demasiado reiteradas e incluso se llegó a acuñar el dicho "más catete que el 'Pulga'".
Desde ese instante, comenzaron a generarse varias investigaciones informales para saber de qué se trataba realmente el asunto. La primera pista fue que el señor González era el dueño de Maquinarias González EIRL, cuya principal función es el arriendo de maquinaria pesada y remoción de escombros. Incluso en su página web (maquinariasgonzalez.cl) informa que tiene como clientes destacados a la "Alcaldía Ciudadana" de Jorge Sharp y al mismísimo Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.
La segunda pista apuntaba a que los servicios prestados por la empresa de González eran en su mayoría por requerimiento de la oficina del encargado de Emergencias Municipales, liderada por Ezio Passadore Soto, bombero al igual que González.
Pero lo más concluyente fue que al revisar los trabajos que había efectuado la empresa en cuestión, todos habían sido contratados por Passadore de manera directa y sin pasar por ningún proceso de selección: los montos involucrados superaban los $ 100 millones.
En vista de todos esos antecedentes, se decidió designar a una mujer directiva de la Ilustre Municipalidad porteña a cargo de un sumario administrativo en contra de Passadore, de manera de poder analizar los diferentes ribetes que podría tener este asunto.
En el transcurso de la investigación se probó que jamás existió un procedimiento de contratación, pero además que el proceso se ejecutaba a precios sumamente altos, por sobre la competencia y en claro perjuicio económico del municipio. Adicionalmente, se reflejó que no había control alguno en los servicios prestados, ya que todas las unidades desconocían las contrataciones y la modalidad de trabajo, lo que hacía imposible poder fiscalizar los trabajos contratados. Sin embargo, la defensa de Passadore siempre apuntó que al tratarse de "emergencias" eso se podía hacer y que, finalmente, él era el responsable de fiscalizar los trabajos.
El sumario cursado castigó a Passadore con la destitución de su cargo, pena máxima para una sanción, pero además esta lleva aparejada una inhabilidad de 5 años para ejercer cargos públicos.
Como aún la misma no está firmada por el alcalde Jorge Sharp, Passadore sigue en su cargo, esperando ver qué ocurre con su apelación. Mientras tanto, y desde la vereda del frente, el histórico Ricardo Valdés aún guarda las esperanzas de volver a ser una vez más el encargado de Emergencias de Valparaíso.
No es todo. En un mensaje a su grupo de WhatsApp de Bomberos, Passadore lanzó una suerte de defensa mezclada con algo de triste resentimiento con nuestro Diario.
"Se me responsabiliza por realizar contrataciones directas en contexto de emergencias climáticas y sanitarias en 2020, cuando estaba lo peor de la pandemia. No son delitos financieros, así que para tristeza de mis detractores no habrá ni PDI ni Fiscalía ni imágenes policiales. Son faltas administrativas. Ahora viene una etapa de apelación, que espero sea positiva, pero el escenario se ve complicado. He recibido las más maravillosas muestras de cariño de los trabajadores municipales, de los más sencillos, humildes y que están diariamente en la calle tratando de hacer una ciudad mejor. Seguramente esto saldrá en la prensa con un afán de hacerle daño a la Alcaldía, pero yo no le daré motivos al Mercurio (¡!) para seguir golpeando a esta gestión. Estoy muy agradecido al alcalde y de estos maravillosos años protegiendo a Valparaíso (...).
Raya para la suma, como decimos en el campo, a Passadore lo sumarió su propia Alcaldía y no precisamente El Mercurio de Valparaíso. Ahora, un secreto a voces era que su suerte estaba echada desde el mismo día en que se puso creativo y les ofreció a los Bomberos la escultura de Mario Irarrázaval de la avenida Argentina para que la vendieran por kilo, desatando la lógica y hasta justificable ira del alcalde.