Proyecciones de una jornada patrimonial
Las actividades de este fin de semana deben dejar una huella que permita avanzar en una conciencia colectiva que asegure el respeto a los valores tradicionales. Hay conductas personales y colectivas que son una expresión, quizás involuntaria, de una falta de respeto y menosprecio a los tan proclamados valores patrimoniales.
Será este un fin de semana dedicado a los patrimonios con numerosas actividades que buscan dar a conocer y resaltar valores culturales que se mantienen en el tiempo. Se han programado en la Región de Valparaíso más de 200 actividades que van desde conferencias hasta recorridos por sitios de interés de nuestras ciudades y campos.
Estarán presentes en esta jornada de dos días la gastronomía tradicional, la música y la visita a muchos lugares o construcciones características, algunas bastante maltratadas. También se ofrece la posibilidad de recorridos virtuales por puntos de interés de todo el país. Está presente también ese patrimonio natural que exige en estos tiempos particular atención ante la amenaza del cambio climático y la huella de maltrato que deja el ser humano en el mar y en la montaña.
El objetivo principal de esta jornada y de otras sucesivas debe ser formar una conciencia colectiva de lo que es patrimonio y de su significado como resultado la creatividad humana, individual y colectiva a través del tiempo. Son dos días en que se entrega a toda la comunidad la oportunidad de empaparse en la materia a través del conocimiento directo de los valores que son tradición y cultura en múltiples expresiones. Especialmente para los niños es una oportunidad para descubrir e interesarse en esos valores.
Pero lo importante es que la formación de esta conciencia colectiva, de grandes y chicos, se mantenga en el tiempo y la inquietud patrimonial se exprese no solamente en el conocimiento de lugares o de costumbres, sino que principalmente en un respeto al patrimonio. ¡Y caramba que se echa de menos ese respeto!
Hay conductas personales, de la vida diaria, que son una expresión, quizás involuntaria, de esa falta de respeto. A su vez, hay conductas colectivas, con diversas justificaciones, que también encierran menosprecio a los tan proclamados valores patrimoniales. Esta realidad lamentable se expresa, particularmente, en el caso de Valparaíso y su Sitio de Patrimonio Mundial. Se habla de invertir en la preservación patrimonial y más que nada de una estructura y una política sobre la materia. Son necesidades efectivas, pero en lo que se debe insistir, como la mejor inversión, es en la educación para el patrimonio, de tal modo que en todos los niveles de la formación escolar esté presente la materia y se incorpore su conocimiento y estudio, buscando dar al patrimonio un sentido de propiedad que permita desarrollar una identificación personal que se traduzca en ese respeto que se echa de menos.
Será muy entretenido en estos días recorrer ciertos sitios y escuchar su historia o asistir a alguna conferencia, pero esos recorridos o esas charlas deben dejar una huella, una marca permanente más allá de la mera curiosidad que debe dar respuestas y continuidad con presencia permanente en nuestros procesos educativos.