A sus plantas rendido un león
Como en la clásica estrofa del himno nacional argentino, esta vez toca hablar de derrotas, pero no de enemigos, sino que de las propias.
La triste y bastante menos que mediocre campaña de Santiago Wanderers en el presente torneo de la Primera B del fútbol profesional chileno ha incidido, cómo no, en el ánimo de los habitantes de Valparaíso, los cuales si bien no están precisamente habituados a triunfos resonantes ni jornadas gloriosas, sí exigen -y con razón- no estar en el lugar que hoy se encuentran: a solo dos puntos del descenso directo a la Segunda División (un eufemismo para no llamarla Tercera) y con la brújula completamente extraviada para lo que queda por delante, en lo que debiera ser un año más en los potreros.
La severa crisis institucional sufrida por el club durante el campeonato profesional del año anterior, cuando descendió de división de forma anticipada y tras pasarse buena parte del año en el último lugar de la tabla, tuvo como salida la llegada del nuevo controlador, el empresario microbusero Reinaldo Sánchez. Pero tempranamente se incurrió en severos conflictos con los jugadores (Sebastián Ubilla, Mauricio Viana, Moisés Villarroel), y se recurrió al técnico que lo dirigiera en su última estrella del año 2001, Jorge Garcés, con una pésima racha inicial de resultados que lo relegó a las últimas posiciones de la tabla. De esta forma, y desde la salida de Miguel Ramírez en 2021, los caturros sumaron una seguidilla insufrible de técnicos en muy poco tiempo (Ronald Fuentes, Víctor Rivero, Moisés Villarroel, Emiliano Astorga, Domingo Sorace, Jorge Garcés, John Valladares y Miguel Ponce), con ninguno de los cuales logró ni ha logrado establecer una línea de juego ni definir cuál debía ser el ADN futbolístico del equipo.
En el actual torneo oficial ha disputado catorce partidos, con seis derrotas, seis empates y solo dos triunfos (Puerto Montt y Recoleta). Clasificó a dieciseisavos de final de la Copa Chile tras golear al equipo amateur de La Higuera, certamen en el cual jugará con Curicó en la segunda quincena de junio.
Los cinco partidos dirigidos por Miguel Ponce, un técnico joven de muy buen currículum (un triunfo, dos empates y dos derrotas) han vuelto a poner a los verdes en una de las situaciones más humillantes de su larga y rica historia futbolística. Por ello, han arreciado las críticas contra el citado Reinaldo Sánchez y dos de sus directores, el expresidente Rafael González, y el ingeniero comercial Gianni Rivera, a quienes la hinchada sindica como los grandes responsables de no involucrar a "gente de fútbol" en las decisiones.
Cabe precisar que desde la llegada de la Sociedad Anónima a Valparaíso, Wanderers ha probado casi todas las estrategias de dirección (técnicos extranjeros, locales, noveles, de recorrido, gerentes técnicos de la talla de Jaime Pizarro o Juan Gutiérrez) y, salvo por dos peregrinas buenas campañas que lo llevaron al subcampeonato de 2011 con Emiliano Astorga o a la conquista de la Copa Chile con Nicolás Córdova en 2017), el balance es más agrio que otra cosa.
Sabido es que en una actividad tan veleidosa como el fútbol, no existen las recetas probadas. Pero se echa de menos una mayor vinculación con los ídolos de antaño (David Pizarro, por ejemplo), una apuesta más decidida por las divisiones inferiores del equipo en vez de traer un jugador de 41 años lesionado (Jaime Valdés), transparencia en el despido de empleados emblemáticos (la "tía" Rosa) y en las acusaciones de abusos dentro de la Corporación, como finalmente también la humildad de pedir ayuda cuando saben que la necesitan.