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DEBATES & IDEAS Lukas, el dibujante de la ciudad

POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL
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Siempre he creído que quienes más aman un lugar, son aquellos que los han elegido por motu proprio. Instalarse a vivir en un sitio determinado, es una muestra de dedicación y compromiso con el territorio que se adopta como propio. Ello pasa mucho con Valparaíso, ciudad atractiva y atrayente.

También estoy convencido de que los porteños más furibundos, esos que viven, sufren y aman la ciudad con una fuerza casi huracanada, provienen en su mayoría de otras latitudes. Ejemplos actuales de lo anterior, la historiadora del arte y el patrimonio, Macarena Carroza; o el hoy ministro Juan Carlos García, arquitecto de profesión, entre otros, que han elegido Valparaíso como lugar de vida, con todo lo que ello conlleva.

Lo mismo ocurrió con Renzo Pecchenino, el inolvidable Lukas, nacido -como hoy- un 29 de mayo de 1934, en Ottone, pequeño pueblo italiano, pero que vivió Valparaíso, con una pasión y dedicación, mil veces superior a la de muchos naturales.

En el libro Apuntes Porteños, obra capital y verdadera biblia de la ciudad, Lukas dice una frase que sin duda es casi un mantra: "Todos los arquitectos de Chile, deberían dar examen en Valparaíso".

La cita no solo encierra su cercanía con la disciplina, recordemos que estudió algunos años en la PUCV, la carrera de arquitectura, que debió dejar tras el fallecimiento de su padre, sino que también da señales claras de las condiciones que Pecchenino le reconocía a la ciudad, es decir, especial, única, valiosa, significativa; al fin de cuentas era su lugar, al que le dedicó gran parte de su trabajo.

No solo vivió aquí, también trabajó toda su vida en la ciudad, en distintos lugares, pero siempre en Valparaí so y con él en la mente y en el dibujo.

Hay varias teorías acerca del seudónimo, pero lo cierto es que Lukas, es un nombre grabado a tinta en la memoria porteña. Sin duda es parte de esa galería de notables como Carlos León, Sara Vial, Ennio Moltedo, Alan Browne y Aldo Francia, por mencionar algunos, que han sido y han construido la memoria porteña. Lukas fue y es una referencia cuando se piensa en Valparaíso. No se puede abordar sin pasar por su obra, principalmente su levantamiento en dibujos, de tantas escenas particulares de la ciudad, como esas "escaleras que no conducen a ninguna parte", también en el libro citado al inicio.

Renzo Pecchenino caminaba todo el día por la calle Esmeralda; iba al café, se juntaba con amigos, conversaba del quehacer diario, tomaba nota, y luego esto mismo quedaba extraordinariamente plasmado en el "chiste", en el diario. Sus chistes, no eran más, ni menos, que la observación ingeniosa y aguda de la vida diaria de los porteños, que pocos han sabido recoger mejor que Lukas.

¿Qué pensaría Lukas del Valparaíso de hoy?, es una pregunta que muchas veces me he formulado. Quizás sabría encontrarles sentido a muchas cosas que hoy nos cuesta entender. Sería crítico de otras tantas, pero sería sobre todo un defensor acérrimo de su amado Valparaíso. No le gustaría creo yo que le dijeran "Valpito", por bien intencionado que ello sea, pero que parece apocarlo, restarle; no le gustaría el rayado desenfrenado que ataca nuestros lindos edificios, que ya es una plaga crónica; no le gustaría la desesperanza ni el desánimo que a veces nos inunda, cuando siempre se puede ver el vaso medio lleno. Todo el tiempo estuvo disponible para apoyar las iniciativas que buscaban mejoras para la ciudad, porque la quería de verdad, con ese amor de quien la eligió.

Cuánta falta nos hace su humor, su análisis, su pasión. Tuvo unas condiciones excepcionales, que permitieron que se convirtiera en una figura tan importante. A pesar de ello, a veces parece caer en el olvido. Ojalá ello no ocurra, es muy necesario mirar a Valparaíso, con los ojos de Lukas, ahí encontraremos las razones de nuestra nominación patrimonial, las razones del orgullo del porteño pionero, las razones de una forma de ser tan particular; con Lukas podemos hacer un viaje mágico por la ciudad del viento y el mar, encontrando tanto lugar extraordinario al alcance de nuestras manos, y que a veces, muchas, pasamos por alto.

Lukas fue muchas cosas, desarrolló muchas actividades, pero creo que la más señera, la más importante para nuestra historia, fue la de ser el dibujante de la ciudad, una capacidad extraordinaria, que, hasta hoy en día, nadie ha podido igualar.