"Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito"
Cristina Piña y Patricia Venti
Lumen
432 páginas
$17.000
Cristina Piña y Patricia Venti
Lumen
432 páginas
$17.000
La poesía atraviesa el tiempo y permanece. Uno de los íconos más presentes en la actualidad es Alejandra Pizarnik (1936-1972), poeta argentina de misteriosa escritura. Para develar su vida y obra, las autoras Cristina Piña y Patricia Venti abordaron juntas "Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito" (Lumen).
Cristina Piña es una especialista en la obra de la poeta, a la que ha estudiado por más de cuatro décadas. Ya había escrito otra biografía de Pizarnik en 1991, aun así decidió renovar su texto -contando esta vez con Venti como coautora-, motivada por la aparición de materiales relevantes: correspondencia y diarios de vida.
Piña conoció la poesía de Pizarnik cuando era adolescente: "Leí su obra a los 18 años, primero en una librería -unos pocos poemas- y quedé tan fascinada que me compré el libro "Extracción de la piedra de locura" y desde ese momento busqué apasionadamente toda su obra. En ese momento todo lo que se conseguía era "La tierra más ajena". Luego, cuando se publicaron "El infierno musical" y el póstumo "Textos de Sombra y últimos poemas". Conseguí con amigos los demás libros y los copié rigurosamente a máquina -uno a uno- pues estaba deslumbrada".
Desde el título de la biografía, se asume que se trabaja con un mito, aunque Piña lo considera un intento por "desmitificar su figura, ya que constantemente estamos vinculando su vida con su obra, como ocurre en toda experiencia poética. Mucha gente que la mitifica no ha leído su obra por lo cual no entiende el proceso completo".
Se ha considerado -en tanto su breve vida terminada por sí misma y los padecimientos mentales que tuvo- a Pizarnik una poeta maldita. La especialista le da una vuelta al adjetivo: "Es una poeta maldita en el sentido de consagrar su vida a su obra y tratar de hacer de cada acto de aquella un fragmento de su poesía, de atribuirle al poema un poder ontológico de rescate de la limitación de la vida. Su vida es incomprensible si no se la vincula con su poesía".
Venti y Piña contaron para la escritura de este libro con el diario íntimo de Pizarnik. Piña lo considera "un material escandaloso. Y bien sabemos cómo atrae ese aspecto a la gente a la que no le importa la obra".
"No es de fácil lectura", señala la experta. "Además de tener más de 1.000 páginas, es una lectura muy dolorosa y difícil de soportar. Lo digo porque a mí misma, con todo lo que ya sabía de Alejandra, me costó leerlo y en muchas partes tuve que interrumpir la lectura por el dolor que me producía", confiesa.
Una de las características propias del diario es la subjetividad que encarna, la visión única e intransferible de la realidad vivida. Al respecto, Piña nos invita a leerlo como "un diario de escritora, en el sentido de que hay mucho de proyección personal en él, con la parte de ficción que eso implica. No digo que Alejandra mienta, sino que en medio de una gran sinceridad -cuenta cosas que no la hacen quedar bien- aparecen fragmentos que remiten a autoficciones que son inevitables en cualquier diario de escritor".
Piña, que también es poeta, subraya la vigencia de la obra de Pizarnik: "Por la perfección formal que logra a partir de trabajar obsesivamente el lenguaje poético, lo que le da una precisión y una belleza deslumbrantes a su poesía. También porque sus temas -el amor fracasado, la aspiración al absoluto, la confianza en la palabra poética como rescate de la vida- son experiencias por las cuales todos o casi todos hemos pasado. Verlas tratadas con tanta belleza en sus poemas nos apela profundamente".
Justamente el poeta maldito por esencia, el francés Arthur Rimbaud, le parece a Piña su modelo fundamental, tanto en vida y obra. Sobre lo primero, acota que "él va a romper con la sexualidad impuesta por un mundo patriarcal y burgués", tal como lo hizo Pizarnik.
Respecto a la influencia puramente literaria, Piña tuvo en sus manos las pruebas: "Se puede ver en su biblioteca el libro de Rimbaud totalmente marcado y después eso se va a ver en su propia poesía, donde directamente hay fragmentos tomados de Rimbaud. Hay también una fuerte influencia en el lenguaje poético, ya que de Rimbaud va a sacar esa metáfora que pega un salto más allá de lo intentado por la poesía hasta el momento, transformando radicalmente lo escrito hasta ese tiempo".
Como buena poeta latinoamericana del siglo XX, Pizarnik viajó a París a sus veintitantos, donde vivió una serie de experiencias que podemos calificar, a lo menos, como contradictorias. Ahí construye, según Piña, el "personaje alejandrino", además de tener "contacto con grandes figuras del medio literario que le dieron proyección internacional, como Octavio Paz, sobre todo, quien la admiraba mucho. Fue también su experiencia de vivir sola por primera vez y de consagrarse en cuerpo y alma a la escritura a pesar de las pocas horas que podía dedicar a su trabajo, que no fue constante.
"Además se contactó con escritores y obras que desconocía. Con su habitual voracidad incorporó a su acervo literario experiencias fundamentales en su vida, como las diversas relaciones y enamoramientos que tuvo y una muy dolorosa como fue el aborto que se vio forzada a hacer", describe Cristina Piña.
Pizarnik volvería en 1964 a Buenos Aires, donde estuvo hasta el final de sus días.
La poeta argentina alejandra pizarnik se suicidó el año 1972.
Cristina piña es especialista en la obra de pizarnik.
Por Cristóbal Gaete
Hermán García Adrastri