El nudo gordiano de Quintero y Puchuncaví
Con cada episodio de contaminación surgen nuevos planes y medidas que, a poco andar, se revelan insuficientes ante la magnitud del problema.
La crisis ambiental que viven las comunidades en Quintero y Puchuncaví se está transformando en una prueba desafiante, tanto para el Ejecutivo a nivel nacional, que planteó metas ambiciosas para las llamadas "zonas de sacrificio", como para los liderazgos regionales, que por años pelearon por un rol protagónico, decisivo, en la solución de las causas de este tipo. En reuniones oficiales, declaraciones a la prensa y encuentros con los vecinos, todas las autoridades involucradas han planteado su voluntad de llevar adelante las medidas definitivas para terminar con los episodios de contaminación o, al menos, reducir al máximo el riesgo de vivir en una zona de intensa actividad industrial, donde se recibe, almacena y distribuye gran parte del combustible y las sustancias derivadas que permiten el funcionamiento de la maquinaria económica del país.
Debido a los episodios ocurridos el año 2018, el entonces Gobierno del Presidente Sebastián Piñera elaboró un extenso plan de descontaminación: congeló el parque industrial, prohibiendo la llegada de nuevas empresas de alto riesgo; subió los estándares de funcionamiento a las plantas con mayores emisiones; activó una red de monitoreo en manos de la Superintendencia del Medio Ambiente para que hubiera mayor transparencia en sus resultados; elaboró nuevas normas y comprometió inversiones relevantes para la reactivación económica del alicaído turismo de la zona. Hubo un largo trabajo que duró varios años, pero la historia es cíclica. Cada episodio gatilla nuevas medidas y compromisos que, a poco andar, se convierten en nudos difíciles de resolver. Las responsabilidades políticas se disuelven en el cambio de autoridad y los planes a medio hacer quedan muy pronto en evidencia: son soluciones parciales e insuficientes ante la magnitud del problema.
Según una historia que tiene mucho de leyenda, Alejandro Magno pasaba por la zona de Frigia, camino al Asia, cuando se topó con el desafío planteado por el rey Gordias, quien había hecho un nudo tan fuerte y retorcido que nadie podía desarmarlo, pese a que el Oráculo había predicho la conquista de todo Oriente para quien lo hiciera. Alejandro trató por horas -días, en otras versiones-, pero ya impaciente por la complejidad del problema, sacó su espada y de un golpe cortó el nudo en dos. Muchos dicen que su muerte prematura a los 33 años, en el camino para conquistar las naciones de Oriente, se debe a que no respetó la solución adecuada del nudo gordiano.
El macroproblema ambiental que aqueja a Quintero-Puchuncaví y Concón es el nudo gordiano más difícil que deben resolver las autoridades regionales -con Rodrigo Mundaca a la cabeza- y uno de los más relevantes para el Gobierno del Presidente Boric. El dilema es, justamente, si la mejor opción es avanzar en una solución tan profunda y lenta que el nudo parece no desatarse nunca o tomar un camino más drástico y brutal, como lo hizo Alejandro, cuyas consecuencias, imprevisibles muchas de ellas, pueden ser peores que el problema que solucionan.