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La importancia del buen dormir

ESPECIALISTA SEÑALA QUE UNA MALA HIGIENE DEL SUEÑO PUEDE GENERAR DESDE DIFICULTADES ATENCIONALES HASTA ALTERACIONES EN EL SISTEMA INMUNITARIO SI SE EXTIENDE POR MUCHO TIEMPO. PUEDE GENERAR DESDE DIFICULTADES ATENCIONALES HASTA ALTERACIONES EN EL SISTEMA INMUNITARIO SI SE EXTIENDE POR MUCHO TIEMPO.
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Según el informe "Un año de covid-19", de la consultora Ipsos, el 51% de los chilenos indicó que su calidad de sueño empeoró en 2021 debido a la pandemia, y un 57% aseguró tener muy mal dormir o mal dormir.

El sueño ocupa aproximadamente un tercio de nuestras vidas y resulta imprescindible para la supervivencia. Por lo mismo, la privación del buen dormir tiene consecuencias negativas que pueden llegar a ser fatales.

"Cuando dormimos menos tiempo del que necesitamos, podemos experimentar dificultades atencionales y para la consolidación de nuevos aprendizajes, problemas de memoria y para la toma de decisiones, alteraciones anímicas, irritabilidad, dificultades en la coordinación, etc", señala Laura Río, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y docente-colaboradora del Máster Universitario en Neuropsicología Clínica de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).

La profesional agrega que "se ha comparado el estado de privación de sueño con un estado de intoxicación alcohólica. Además, la somnolencia y el deterioro cognitivos asociados a la privación de sueño provocan un incremento en el número de errores, accidentes laborales y de tráfico".

La cantidad de horas de sueño que necesita dormir cada persona es variable. "Un recién nacido duerme una media de 16 horas, mientras que en las personas ancianas la media se sitúa entre 5 y 6 (lo que hace necesario, generalmente, un periodo de descanso diurno o siesta)", explica la especialista. "Si bien es cierto que las personas adultas necesitan de media entre 7 y 8 horas al día, existen lo que llamamos 'cortas dormidoras', que tienen suficiente con 6 horas, y 'largas dormidoras', que necesitan entre 9 y 10 horas para estar bien", añade.

"Los efectos de la privación de sueño son mayores a medida que aumenta el tiempo. En el caso de una privación prolongada, se han observado alteraciones del sistema inmunitario o en las respuestas de dolor, alteraciones metabólicas y endocrinas y un incremento de la probabilidad de sufrir trastornos cardiovasculares y de salud mental, entre otros", detalla Río.

ESPASMOS

Muchas veces experimentamos la sensación violenta de caer mientras nos quedamos dormidos. Es el llamado espasmo mioclónico o sacudida hipnagógica, fenómeno que no debe preocuparnos y que responde a una contracción muscular involuntaria, fuerte y repentina.

El término hipnagógico alude a la transición entre la vigilia y el sueño, ya que el espasmo se produce porque el cerebro todavía mantiene cierto estado de alerta y se producen cambios en variables como el tono muscular o la frecuencia cardíaca. Así, las sacudidas podrían responder a un intento del cerebro por seguir controlando el cuerpo.

Si bien esta experiencia aparece con más frecuencia en la infancia, se ha constatado en personas de todas las edades y se ha asociado a etapas de estrés psicológico o fisiológico, consumo de estimulantes como la cafeína o a hábitos de sueño poco adecuados.