DEBATES & IDEAS Valparaíso no puede esperar
GONZALO IBÁÑEZ SANTA MARÍA,ABOGADO
Le agradezco a Gonzalo Ilabaca la paciencia que demostró al leer mi artículo "Valparaíso, una puñalada por la espalda" y al redactar las observaciones que le hace en su reciente columna: "Valparaíso, la ciudad pendiente". Queda así iniciado un diálogo acerca de nuestra ciudad, paso previo para adoptar las rápidas decisiones que ella requiere. En este propósito quiero declarar que el título de mi trabajo anterior se refería a la consecuencia directa de la decisión judicial que ordenó la paralización de la ampliación del Terminal 2 y para nada a la intención de quienes presentaron el recurso respectivo, entre otros, Gonzalo Ilabaca, ni de quienes lo fallaron. Esa intención, no me cabe la menor duda, ha sido siempre la mejor.
Dicho lo cual, me permito afirmar que si hay una evidencia que debe presidir este diálogo es la de que Valparaíso no puede esperar más. Esto fue lo que me motivó a escribir mi anterior artículo y la que me mueve ahora a reafirmarlo, por lo menos en su parte sustancial. No soy experto en construcción de puertos como para ofrecer una alternativa concreta al proyecto que ahora está en cuestión ni para analizarlo técnicamente. Pero sí tengo claro cuánto Valparaíso necesita la expansión que le produciría la construcción de ese proyecto para mantener su competitividad dentro de los puertos nacionales y continentales, tanto por lo que ello le significa para su propio progreso cuanto porque nuestro comercio exterior, en un país decentemente gobernado, no puede hacer sino crecer como lo ha hecho durante los últimos 45 años. Y porque la población porteña lo necesita con urgencia, toda vez que de la actividad portuaria depende más de un tercio de los empleos de la ciudad.
Todos hemos podido apreciar cómo Valparaíso se ha desmoronado de manera continua durante los últimos quince años, precisamente porque su principal actividad económica se ha estancado por este retraso en dar el paso de crecimiento que tanto necesita. Por cierto, no es la única razón de su decadencia. Entregado, como está, de pasto al vandalismo, nada en Valparaíso puede prosperar. Así hemos visto cómo se ha esfumado la entusiasta actividad turística de hace algunos años y cómo nunca ha podido prosperar el propósito de convertirlo en una de las capitales de la educación superior dentro de nuestro continente. Tampoco creo, por otra parte, que la construcción de este nuevo Terminal pueda constituir una especie de remedio universal a los problemas que enfrenta Valparaíso, pero sí que puede ayudar mucho.
Llevamos quince años deteniendo el único proyecto de expansión portuaria que se ha presentado, sin que aparezca ningún otro ni siquiera para discutirlo. Con el debido respeto, como persona ajena a la especialidad, me es casi inevitable concluir que no existe otro proyecto al cual se pueda recurrir, salvo algunos cuyos costos siderales los excluye de toda factibilidad concreta. Pero, por cierto, quedo abierto a la posibilidad de considerar otros que puedan presentarse.
Gonzalo Ilabaca culpa del fracaso en presentar alternativas a las autoridades centrales de gobierno, lo cual me parece injusto. Las obras que se han hecho por parte de ese gobierno no pueden no tenerse en cuenta a la hora de juzgarlo de cara a las necesidades del puerto: la construcción de la Ruta 68; la construcción del Troncal Sur Viña del Mar-Calera; el soterramiento del tren en su cruce por Viña del Mar y, sobre todo, la construcción de una obra ciclópea como es la del Acceso Sur al puerto, comprometen nuestro reconocimiento y gratitud, que dirijo especialmente al ex intendente Gabriel Aldoney y al ex ministro Carlos Cruz. La falla ha estado mucho más en nuestras autoridades municipales que no han sabido dotar a la ciudad del liderazgo que requiere para salir adelante. Y ello, durante ya más de 30 años.
El principal patrimonio de una ciudad es su vitalidad. Mantenerla y fortalecerla deben constituir, por lo tanto, las principales preocupaciones de sus autoridades y habitantes. Es importante tenerlo a la vista para considerar y juzgar la opinión de un experto en sitios patrimoniales, negativa para el proyecto de ampliación del Terminal 2. Además, creo personalmente que las afectaciones que este proyecto pueda tener sobre el patrimonio urbanístico son solucionables. La discusión se ha dado, sin embargo, de manera más bien conceptual, por lo cual se hace muy difícil seguirla ¿Será posible disponer de una maqueta física, en tres dimensiones, del proyecto que nos permita advertir visualmente sus aspectos críticos y así poder formarse una idea propia al respecto y de cómo, llegado el caso, poder corregirlos?
En fin, aunque Ilabaca no se refiere a ellos, quiero insistir en que el freno al proyecto de ampliación del Terminal 2 no es, por desgracia, el único. A él corresponde añadir el freno que se ha puesto al proyecto de ocupación comercial del sector Barón y al de desarrollo del sector de Las Salinas en Viña del Mar antaño ocupado por petroleras. La persistencia de los distintos frenos que impiden que estos proyectos avancen y se concreten, impulsa a la conclusión de que, detrás de ellos hay, más que propósitos patrimoniales, una verdadera ideología disfrazada de patrimonialismo.
En conclusión, Valparaíso no puede esperar más. O crece o simplemente termina de morir.