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POR SEGISMUNDO

RELOJ DE ARENA

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Las corbatas presidenciales

Diego Portales usaba corbata. Viejas imágenes litográficas nos muestran su rostro serio, con un cuello postizo ceñido y una especie de corbatín. Sin duda, bastante incómodo, pero era lo que se usaba en aquellos tiempos.

El cuello postizo se podía cambiar todos los días, pero lo que no se cambiaba con frecuencia era la camisa, en tiempos sin lavadoras ni detergentes.

Y en esto de las ropas don Diego era bastante exigente, según se desprende de una carta dirigida a su amigo Fernando Urízar y fechada en Valparaíso en la cual se lee:

- "Camisetas y calzoncillos: recibí la muestra que me mando con Miller. La camiseta está mala: 1° tiene mucho escote y mi honestidad no me permite andar mostrando los pechos. 2° está muy rabona, de manera que si me cayese los calzones no alcanzaría a ocultar las berenjenas. 3° aunque no soy de las bestias más cosquillosas, pero si se mete por las verijas el botón de más abajo, me hará dar un par de docenas de corcovos. 4° las mangas están angostas y estrecho también el cuerpo de la camiseta. Nos dejaremos pues, de botonaduras y nos iremos al camino trillado: una camiseta sin cuello, ancha y larga debe ser cada una de las camisetas que me mande a hacer de las franelas ya compradas y no quiero más calzoncillos".

Intimidades del todopoderoso ministro que nos muestran al ser humano que baja del monumento y se convierte en un personaje común y corriente.

En todo caso, Portales era respetuoso de las formalidades, y de la corbata con cuellos torturantes y de las tenidas oscuras.

Parlamentarios de etiqueta

Saltando en el tiempo pasamos a los años 20 del siglo pasado, en que el Presidente Arturo Alessandri Palma, recién elegido, insiste en que a la apertura del periodo legislativo los parlamentarios asistan en traje de etiqueta. Con ello intenta darle dignidad al Parlamento y a sus muchas veces desprestigiados integrantes. Es posible que en esto de la etiqueta tengan alguna influencia las aficiones operáticas del mandatario que intentaba dar un toque de elegancia a la escena política recordando las presentaciones líricas del Teatro Municipal de Santiago.

El irreverente Jenaro Prieto comenta en un artículo publicado en el Diario Ilustrado, conservador y opositor:

- "Como la democracia y la elegancia suelen andar algo reñidas, hay personas que han creído ver en esta resurrección de indumentaria un rasgo antidemocrático del señor Alessandri… Nada más falso que semejante concepto sobre el frac. Si desde hace algunos años a esta parte, la grave y severa prenda de vestir ha sido esencialmente aristocrática, es preciso recordar que en 1810 el frac fue republicano y se opuso a las doradas y opulentas casacas de los marqueses coloniales… Venga en buena hora la resurrección del frac, y sea ella el comienzo de una nueva vida. Incorpóresele en las costumbres, concédele patente de traje cotidiano, conviértasele en uniforme bajo el nuevo régimen y, sobre todo, ábrasele mercado y permítasele atravesar los mostradores de la Caja de Crédito Prendario… El país saluda en ellos al nuevo uniforme de la democracia".

Y el 24 de diciembre de 1938, con este "nuevo uniforme de la democracia", asume la Presidencia Pedro Aguirre Cerda, radical, abanderado del Frente Popular que había derrotado por décimas al representante de la derecha Gustavo Ross Santa María, que había sido ministro de Hacienda de Arturo Alessandri Palma. Porteño, don Gustavo, aficionado al mar, se hizo construir el chalecito que hoy conocemos como Club Árabe, avenida Marina.

Don Pedro, fiel a la solemnidad del caso y consciente del cambio político que su llegada a La Moneda representaba, vestía de etiqueta, con sombrero de copa y corbata de humita. Por cierto, don Arturo, que entregaba el sillón, lucía igual tenida.

Seguramente, todos sus ministros usaban, al menos, corbata, dejando de lado sus consignas igualitarias.

La corbata ha sido en estos últimos tiempos un tema que roza el oficialismo. Al parecer, el "Manual del Progresista Consecuente" prohíbe el uso de la corbata, mandamiento que acoge el Presidente Gabriel Boric, pese a que el cuello abierto expone a todos, democráticamente, a uno de esos virus que revolotean en nuestro contaminado medioambiente. ¿Los proscribe el borrador aquel? Todos sus ministros varones, consecuentes, prescinden de las corbatas. A la fila del sincorbatismo se ponen muchos importantes empresarios. En esta escena la excepción es el titular de Hacienda, que luce corbata sin problemas y con buen gusto.

El Mandatario en tanto, se presenta con un cuidadoso descuido con buena chaqueta, de marca. ¿Alonso de Córdova? Soy aficionado a las chaquetas y parte importante de mi patrimonio es una legítima Harris Tweed, de apariencia entre deportiva y elegante, con buena caída y tejido discretamente multicolor que va bien con corbata o con cuello abierto, al estilo presidencial.

Volviendo a la corbata, ¿se ha dado cuenta usted que uno nunca olvida de cómo se hace el nudo? Es un conocimiento que se instala para siempre en quizás qué parte del cerebro, lo mismo que andar en bicicleta, atarse los cordones de los zapatos y otras destrezas más íntimas que mantiene ese disco duro.

Injusta es la condena de burguesa y quizás de neoliberal que se da a la corbata, pues, en último término, es absolutamente funcional a lo que es abrigo. Sobre la abotonadura de la camisa, que deja pasar el frío invernal, resulta ser un sello que se aprecia en los días de viento y cuando amenaza la gripe.

Jorge alessandri

Ahora, si usted sigue temeroso del sincicial o algo peor, está la bufanda. Adicto a las bufandas era don Jorge Alessandri, bajo las cuales, indudablemente, ocultaba una corbata. Compraba bufandas de alpaca, abrigadoras y elegantes, en Valparaíso, en la casa Ross, calle Esmeralda. Prendas de buen gusto para caballeros. Como tantas cosas de buen gusto de Valparaíso, lo que el viento se llevó…

Una certera imagen de "Apuntes porteños" de Lukas muestra al entonces Presidente de compras en la Casa Ross.

Ahora, si usted a través de los años ha ido atesorando corbatas, algunas de regalo de no muy buen gusto y otras que han sido compañeras de sus mejores experiencias sociales, especialmente aquellas tan exclusivas de seda italiana, no sea ingrato. No se deshaga de ellas. Total, colgaditas y silenciosas no ocupan lugar como ocurre con esas acumulaciones de carteras femeninas que se mantienen por décadas y ocultan toda clase de objetos perdidos, incluyendo hasta ese balbuceante celular que se dio por perdido y hubo que bloquear.

En una de esas vueltas que tiene la vida, la moda y la política, las corbatas se vuelven a imponer y esa de caprichosos dibujos, medio impresionista y contrastantes colores que siempre le ha gustado cobra actualidad y abre muchas puertas.