Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Servicios
  • Espectáculos

LA TRIBUNA DEL LECTOR Hora de descansar (no me hablen de la Convención)

POR AGUSTÍN SQUELLA NARDUCCI
E-mail Compartir

Un poco. Al menos un poco. Concluimos nuestras votaciones antes de lo previsto y ahora queda solo la ceremonia del 4 de julio. Como bien imaginan los lectores y electores de este querido Distrito 7, eso, descansar, es lo que necesita todo constituyente después de un año de trabajo, especialmente tratándose de uno que durante todo ese tiempo estuvo sustraído a su ambiente natural, que es el académico y no el político.

De verdad, me sentí casi como viviendo una vida ajena, la de otro, no la propia, pero tampoco es que en algún momento hubiera pensado que la cosa iba a ser muy diferente. Los espacios políticos son distintos de los académicos: en estos se desatan nudos y en aquellos se cortan. Se cortan en votaciones, desde luego, porque las discusiones no pueden eternizarse, y los votos se cuentan y no se pesan. Así es la democracia. Y para mí, tuvo y sigue teniendo mucho sentido haber participado en la Convención.

Descansar un poco, unos cuantos días, para recuperarme a mí mismo merced al expediente de no hacer nada, absolutamente nada, salvo retomar las rutinas que suelo seguir en mis dos ciudades -Viña del Mar y Valparaíso-, las que he echado de menos al verme obligado a pasar la mayor parte del tiempo en Santiago, que podría transformarse en mi tercera ciudad, si bien tendría que hacer muchos méritos para ello. Poligamia urbana, eso es lo que me pasa por no quedarme quieto en un solo lugar.

Cuento con que en el distrito, y aun entre mis propios votantes, habrá tanto del Apruebo como del Rechazo. Es natural. Sin contar a los indecisos, que yo prefiero llamar "responsables", porque quiero creer que para tomar su decisión podrían estar esperando a tener a la vista el texto oficial y definitivo de la propuesta constitucional que será conocido el 4 de julio

Yo he hecho una opción, puesto que conozco la propuesta y participé en ella, pero no es mi ánimo pastorear a nadie a que también la adopte. Los ciudadanos no quieren ser influenciados y menos conducidos aquí o allá, sino informados para examinar por sí mismos la propuesta constitucional y formarse su propio y libre parecer.

Es en ella donde hay que fijar ahora la atención -la propuesta constitucional- y no ya en el proceso previo ni en la conducta y dichos y de nosotros los convencionales. Hay que dejar atrás el proceso (no digo olvidarlo) y el no poco material que dimos a veces los convencionales, por todo lo cual, en lo que a mí respecta, ofrezco mis disculpas. También era algo iluso esperar otra cosa: el país está dividido hace rato, es decir, mucho antes de la Convención, y no es esta ni su propuesta la que nos separa, sino que más bien reflejan la división existente.

Nos tomamos muy literalmente aquello de la "casa de todos" y la expectativa de una unidad que es casi imposible alcanzar en una sociedad abierta como la nuestra, en la que prevalece una diversidad de contrapuestas creencias, ideas, sentimientos, maneras de pensar, modos de vida, interpretaciones del pasado, deseos para el futuro, e intereses.

De manera que si en los próximos días me encuentran en un café, caminando junto al mar, o sentado en las tribunas del Sporting Club, por favor, no me hablen de la Convención.

Tampoco me hablen de Santiago Wanderers. Eso al menos de momento, porque tendré luego que ayudar a difundir y examinar la propuesta constitucional para colaborar a que ojalá todos podamos apagar la luz de nuestra habitación la noche del 4 de septiembre con la convicción de que ese día votamos informada y responsablemente y no según la voz de la tribu de que formemos parte o que provenga solo de nuestros intereses personales.