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los profesores y profesoras y en los propios estudiantes", y sostiene que el énfasis "debería estar en el quehacer del aula y en los aprendizajes a lograr, en un año en que se busca contribuir al logro de una 'normalidad' en los procesos educativos".

Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Educación 2020, coincide con la académica al señalar que "éramos de la idea de que en un año como este, en que se están tratando de reactivar los aprendizajes, reconstruyendo vínculos y abordando los desafíos en el área de bienestar socioemocional y convivencia escolar, no era pertinente tensionar al sistema educativo con pruebas censales, asociadas a altas consecuencias en nuestro país".

No obstante, agrega, "valoramos que al menos se hayan reducido de las 11 pruebas planificadas para este año, a 4, y sin consecuencias para los establecimientos educacionales".

Evaluar y planificar con datos, no con intuiciones

Distinta es la mirada de Pedro Díaz, presidente nacional de la Federación de Instituciones de Educación Particular (FIDE), quien expone que la institución "es muy partidaria de que exista este tipo de mediciones externas para los establecimientos educacionales".

En ese sentido, subraya, "estamos muy alineados a la propuesta del Consejo Nacional de Educación, puesto que si no aplicamos este tipo de evaluaciones, corremos el riesgo de no contar con información objetiva al momento de evaluar los aprendizajes en pandemia y tener que basarnos en meras percepciones e intuiciones".

En la misma línea, Hernán Saldaña, quien es secretario de la Coordinadora de Colegios Particulares Subvencionados (CCPS), expresa que "siempre es bueno conocer los avances que van teniendo los estudiantes en su año escolar y que esas mediciones sean externas a los establecimientos; a nosotros nos parece que el SIMCE debiera continuar", a la vez que destaca la decisión de mantener, "a lo menos, las mediciones de Lenguaje y Matemáticas para cuarto básico y segundo medio, ya que siempre han sido los dos ejes que permiten planificar hacia adelante".

Opina que esta medición es muy importante porque le servirá a cada establecimiento para saber cómo está. "No es tan relevante la eventual comparación que se haga entre uno y otro colegio, ya que tenemos claro que las situaciones de los establecimientos son muy diferentes, sobre todo después de la pandemia. Lo más importante de esta medición es que nos permite planificar con mayor precisión qué hacer para el próximo año".

Hay otras formas de monitorear

También hay opiniones diferentes sobre las posiciones del Mineduc y el CNED, en el sentido que según el primero el SIMCE aumentaría el estrés de alumnos y profesores, y según el segundo es necesario para dimensionar el impacto de la pandemia en los aprendizajes.

"Sin lugar a dudas es importante tener datos para el monitoreo de la política pública, y poder priorizar ciertos territorios donde se requiere especial apoyo, pero pensamos que eso se podría haber realizado con evaluaciones muestrales sin necesidad de tener las consecuencias no deseadas que implica una evaluación como el SIMCE en un año que dista mucho de ser normal, como el que vivimos", argumenta Alejandra Arratia.

"Lamentablemente, este tipo de pruebas, en especial en un sistema con altas consecuencias como el nuestro, genera un estrechamiento de la experiencia formativa, limitando las oportunidades de aprendizaje sólo a las áreas y cursos que son evaluadas por la prueba, lo que ciertamente tiene un impacto negativo para los procesos de revinculación educativa y para la formación integral de las y los estudiantes", observa la directora ejecutiva de Educación 2020.

La académica Marta Castañeda considera "que el aumento del estrés en las comunidades educativas es real. Respecto del impacto de la pandemia en los aprendizajes de los estudiantes, existen otras formas de conocerlo, no solo midiendo los niveles de conocimiento de los estudiantes, sino escuchando a los profesionales de la educación, a través de distintas instancias".

"El punto no es si hay una posición correcta o una incorrecta, el tema es cuál es el objetivo y qué se persigue con la aplicación. La evaluación es necesaria, sin embargo, la oportunidad de evaluar también debe considerarse", complementa.

Una carga de estrés manejable

En el mismo aspecto, Hernán Saldaña apoya la posición del CNED. Dice que "hay que considerar que siempre que una persona se somete a una medición hay cierto nivel de estrés. Es posible que este sea un poco mayor, ya que muchos estudiantes se deben sentir poco preparados, pero creemos que el estrés se puede manejar por parte de los establecimientos, explicándoles a los alumnos que esta prueba tendrá un objetivo solamente informativo".

Pedro Díaz reitera el apoyo de FIDE a este tipo de instrumentos, "porque es una herramienta que nos permite medir cómo están nuestros alumnos, cuánto han aprendido y cómo continuamos para adelante. Toda política pública, en la que se invierten miles de millones de dólares, debe ser medida y evaluada y eso se hace obteniendo el dato duro, que en este caso, nos entrega el SIMCE".

Plantea que la herramienta permite tanto tener datos fidedignos de la realidad de los aprendizajes como que los colegios puedan tomar decisiones para mejorar. "En lo que sí estamos de acuerdo con el Ministerio es que no es una herramienta para hacer rankings. Fue muy dañino cómo la prensa fue manejando esta información".

Evaluación es intrínseca al proceso educativo

¿Se puede pensar en procesos de enseñanza aprendizaje sin evaluación? ¿O que el estrés sea privativo de la educación y no extensible a buena parte de las actividades humanas?

"Creo que la pregunta apunta a dos cosas diferentes", plantea la directora del Departamento de Pedagogía de la UPLA. "La evaluación es intrínseca a todo proceso de enseñanza aprendizaje, saber qué ha aprendido cada estudiante y cuáles son sus fortalezas y debilidades. De eso no hay duda, es parte de la tarea docente diaria".

Otra cosa, indica, "es la evaluación que promueve el SIMCE, que levanta propuestas y estructuras que no son las habituales para niños, niñas y jóvenes. El estrés no es privativo de la educación, pero tampoco las actividades humanas son medidas a nivel nacional, por lo tanto, son dos aspectos distintos que no se pueden comparar".

Alejandra Arratia: "La evaluación es parte fundamental del proceso educativo, por lo que no es posible pensar en la enseñanza sin evaluación. Lo que sí es muy importante es distinguir lo que es la evaluación interna, o de aula, que realizan los equipos docentes como parte de su trabajo día a día en la escuela, y lo que es la evaluación externa, que realiza la Agencia de Calidad de la Educación, como parte del sistema de monitoreo de la política pública, y de rendición de cuentas que existe en nuestro país".

En este último caso, subraya, "la evaluación está asociada a una serie de consecuencias, tanto en términos de incentivos como desincentivos, entre las que incluso se considera el cierre, por lo que generan una presión muy fuerte sobre el sistema escolar".

Desafíos a colegios, alumnado y profesorado

Los sostenedores de colegios consultados no ven como problemático el tema de los plazos en que se aplica el SIMCE 2022. Pedro Díaz dice que "creemos que cualquier desafío que se nos presente vale la pena afrontarlo. La asistencia puede ser uno de ellos o haber desarrollado los aprendizajes requeridos".

Hernán Saldaña remarca que no representará una mayor dificultad ya que aún se puede agregar a la planificación del segundo semestre, y que el Mineduc tiene el desafío más importante.

Sí, plantea, sería positiva una mayor rapidez en la entrega de resultados de las pruebas, y que eso ocurriera a inicios de marzo. "Esperamos que ahora que se medirán solo dos pruebas, puedan entregarse lo más pronto posible".

A la hora de identificar los desafíos que impondrá el SIMCE a los colegios, dados los plazos existentes, Marta Castañeda observa que desde la perspectiva de los docentes, podrían estar asociados a la cobertura de los objetivos priorizados y a una política de difusión y promoción al interior de los establecimientos, mientras que desde los estudiantes apuntarían a hacerse parte del proceso y ejercitar en la forma de desarrollar la estructura de esta prueba.

"Esperamos que la realización de esta prueba no implique un desvío del esfuerzo que están realizando los establecimientos para reactivar los aprendizajes y reconstruir vínculos en las comunidades educativas", recalca por su parte Alejandra Arratia. "En ese sentido, ojalá que no se generen estrategias como preparación o entrenamiento para la prueba, o destinar espacios de actividades extraprogramáticas que son especialmente significativos en un año como el actual a las áreas que son evaluadas por el SIMCE".

Suspensión de la evaluación docente

En otro aspecto, también vinculado a los procesos educativos, abordan la eventual suspensión de la evaluación docente que se tramita en el Parlamento, que fue rechazada por la Cámara y que debe ser resuelta por el Senado, en cuya comisión de Educación el Colegio de Profesores expondrá su punto de vista el miércoles 31.

De acuerdo a lo señalado por el ministro de Educación al anunciar el envío del proyecto de ley misceláneo que incorpora este punto, "está en nuestro programa de Gobierno la eliminación de la doble evaluación (…) y al igual que pasa con el Simce, lo entendemos como un elemento estresor y creemos que las condiciones no están dadas para una evaluación docente".

Para Marta Castañeda, el punto de fondo es que "la Educación en Chile no puede aparecer variando según quién esté en el Gobierno. Requiere de estabilidad. La afirmación del ministro, con todo el respeto que merece su cargo, deja entrever que las decisiones tomadas, por ejemplo, en torno a la carrera docente u otros aspectos no pueden depender de quien gobierne. Si es así, el proceso adquiriría una cuota innecesaria de incertidumbre".

"Los profesores y profesoras son profesionales. Creo que no se debe suspender la evaluación, sino adaptarla al tiempo y al momento que estamos viviendo como país", opina la académica.

La directora ejecutiva de Educación 2020 piensa que suspender este año la evaluación obligatoria "es una medida pertinente, sobre todo considerando que las y los docentes han vivido situaciones altamente complejas y desafiantes en el contexto de la vuelta a clases tras dos años de clases presenciales suspendidas por la pandemia".

Agrega que el Gobierno ha planteado, además, eliminar en un futuro la doble evaluación docente que existe hoy, "lo que creemos también va en la dirección correcta, de modo de organizar el sistema" y que el profesorado no deba duplicar la evaluación.

El presidente nacional de la FIDE remarca que "más que eliminarla, creemos que es necesario perfeccionarla, y lo que sí debe eliminarse es la doble evaluación de los colegios municipales".

El secretario de la CCPS, en tanto, indica que los profesores del área particular subvencionada "han tenido que esperar entre tres y cinco años para entrar a la carrera docente, en comparación a los profesores de colegios estatales, algo que es altamente discriminatorio", a la vez que señala que no es partidario de que se suspenda la evaluación docente, ya que "sería una tremenda pérdida porque el proceso está muy avanzado". 2

Lo más importante de esta medición es que nos permite planificar con más precisión".

Existen otras formas de conocer el impacto de la pandemia en los aprendizajes".

Toda política pública en que se invierten miles de millones de dólares debe ser evaluada".

Pedro Díaz

Valoramos que al menos se hayan reducido de 11 a 4 las pruebas planificadas".

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2018, el último año en que las pruebas se aplicaron normalmente en el país

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El año 2018 fue la última vez que el SIMCE se realizó de manera normal. Durante la crisis social también estuvo en el ojo del huracán.

En octubre de 2019 rindieron las pruebas los escolares de octavo básico, y debían haberlo hecho también los alumnos de 4° básico y 2° medio, pero las protestas estudiantiles alteraron la planificación y no todos los colegios pudieron aplicarlas.

La Agencia de Calidad de la Educación intentó reprogramar fechas para cuarto básico los días 20 y 21 de noviembre. La entonces ministra Marcela Cubillos, señaló que "por las circunstancias excepcionales en que está terminando el año escolar, el SIMCE solo será para fines de información y diagnóstico y no tendrá consecuencias para las escuelas", fórmula similar a la que se aplicará ahora.

Mientras el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de Educación de la época, Daniel Rodríguez, planteaba que "todo el sistema y la comunidad educativa necesitan de los antecedentes que otorga el SIMCE para establecer nuevas políticas públicas que apunten a la calidad de la educación", seis alcaldes informaban que en sus comunas no se realizaría por falta de condiciones de seguridad.

Y el expresidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, tildaba de "fuera de lugar" la decisión de la Agencia de Calidad, asegurando que era una "aberración" aplicarla dado el contexto nacional.

"Llamamos a hacerle el vacío a esta pretensión absurda del Ministerio de Educación. Es una herramienta que sirve para remarcar diferencias sociales más que pedagógicas. Cualquier prueba es una aberración en estas condiciones", reclamaba. 2