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LA PELOTA NO SE MANCHA Con el diario del lunes

POR WINSTON POR WINSTON
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No han sido días fáciles y, esta vez, no tiene que ver con la lejanía del mundial de fútbol o los problemas y corruptelas del campeonato nacional. Lo mío va por otro lado. Indirectamente son efectos del lluvioso invierno que nos hizo olvidar la sequía. El domingo antepasado, luego de sentir que había llegado el diario, salí a ver y me di cuenta de que había caído arriba de una poza. Como iba saliendo, alcancé a avisar al repartidor que se devolviera para reemplazar mi mojado y estropeado periódico. Juro que traté de ser lo más amable que se puede con una persona que ya carga con el peso de tener que trabajar un domingo. Y sólo le di a entender, quizás con más gestos que con palabras, que un error lo puede cometer cualquiera. Pero, al parecer, nada de esto fue suficiente.

Al día siguiente, el lunes, el diario no llegó. Ni mojado ni seco. Pensé que la ausencia se debía a uno de esos feriados de los que hemos olvidado su motivo. Pero tampoco llegó el martes, miércoles, jueves, etc. Y ya van dos semanas. Llamo por teléfono, mando emails, me juran que ahora sí y no pasa nada. El repartidor tiene el toro por las astas y se vanagloria distribuyendo diarios a vecinos que ni siquiera están suscritos. A veces he escuchado que los espera y se los entrega en la mano con un café y un inusual buenos días…

Yo sé que actualmente los diarios están en plataforma digital. Los reviso siempre, sin embargo, soy de la vieja escuela. Me gusta leer el diario en papel y, en especial, el lunes acompañado de un café. Leo El Mercurio de Santiago-cuando me llegaba- y El Mercurio de Valparaíso, por supuesto. El fin de semana agrego algunos diarios de la competencia.

¿Qué leo primero? Sé que algunos empiezan con las cartas al director. He escuchado que otros inician su revisión con las páginas sociales. Incluso sé de personas mayores que van primero al obituario, para saber qué amigo ha partido. Pero como era de esperarse, yo me tiro de cabeza a los deportes, no hay nada que me guste más.

Alguna vez leí que Henry Kissinger, uno de los hombres más poderosos del siglo XX, hacía lo mismo, partía revisando el diario con la sección deportiva. No es que quiera ser como él o compararme, pero alentó mi fanatismo.

Recuerdo con emoción cuando mi padre me regaló la suscripción a la revista Don Balón. Yo llegaba del colegio a las 15 y antes de cambiarme el uniforme ya la había leído entera, y no me quedaba sino esperar hasta la próxima semana. Conservo en mi memoria con mucha nostalgia, la sección de preguntas cortas: "Qué fue de", "La Pizarra de..." que transcribía a un cuaderno que todavía conservo. Los anuarios "Todo Fútbol" hoy son una joya histórica que son la envidia de los coleccionistas.

Por problemas de espacio físico, he regalado la mayoría de las revistas deportivas. Pero guardé algunas que han resistido milagrosamente cada mudanza. En una caja está almacenada la edición de El Gráfico Chile que alguna vez me propuse tener completa, hasta que el proyecto falló. También tengo algunas revistas Triunfo que venían con La Nación los lunes. Asimismo, poseo diarios antiguos, ediciones especiales de campeonatos y partidos inolvidables. Ahí luchan contra los ácaros del polvo el extinto suplemento que traía El Mercurio de Valparaíso: Mundo Deportivo y la edición especial que acompañaba a La Estrella: Revista de El Deporte.

Todo esto aparece hoy como un recuerdo lejano, la secciones de Deportes se han jibarizado y ya ni siquiera dan para "pegarle a la pelota con el diario", como se decía coloquialmente en el estadio.

Este pequeño mundo que me queda se ve ahora amenazado por culpa de un repartidor vengativo que quiere forzarme a dejar el hábito de la lectura del diario impreso. De ese ejercicio matutino dependerán mis posibilidades de seguir escribiendo esta columna, entablar una conversación, analizar o discutir sobre goles, campañas de equipos, mejores y peores jugadores, etc. No por nada existe el dicho "es fácil decirlo con el diario el lunes", aunque para mí esto resulta cada vez más lejano.